Carabineros a la rápida
Mayo de 2017. Un mapuche, a rostro descubierto y manta al hombro, dirige sus críticas a un carabinero: “Yo tampoco creo en su institución, si ayer estuvieron como 10 horas declarando por ladrones”, se escucha decir en un video que el entonces candidato Piñera decidió retuitear.
“No aceptaremos más insultos a nuestros Carabineros”, advertía el mensaje del hoy presidente, para luego anunciar el reimpulso al proyecto de ley que castiga con cárcel a quien agreda, física o verbalmente, a los uniformados.
Varios meses después, el entorno ha cambiado radicalmente. Carabineros aparece como una institución desprestigiada y poco confiable. Han mentido, disparado, tergiversado hechos, ocultado información, etc. Por estos días, un insulto (nunca deseable, por cierto) parecería un pecado menor.
Diciembre de 2014, la entonces Presidenta Bachelet promulga la ley que busca ampliar en seis mil personas la dotación de Carabineros. El debate venía desde las elecciones de 2005, cuando su contraparte en el voto (el mismo Piñera) anunciaba a quien quisiera escuchar que sumaría más uniformados para combatir el crimen y la delincuencia. Quién iba a aumentar la cantidad en mayor medida se convirtió en uno de los clichés de aquella campaña.
¿Qué relación tiene una cosa con la otra? Pues que la única forma de incrementar en tal medida o más el número de carabineros era relajando los procesos. Así, no es descartable que hayan accedido a la escuela, aspirantes que en el pasado no habrían sido admitidos. Así, no es descartable que terminaran graduados algunos que apenas rozaron los méritos necesarios.
Carabineros a la rápida, se podría decir, que visten camiseta de Batman y graban videos pese a estar detenidos. Oficiales que mienten e, incluso, algún superior que justificaba gastos truchos mediante supuestos regalos a distintas personalidades.
Como resultado, Carabineros hoy es menos que la PDI (lo que ya dice bastante de la situación) y no le queda más opción que avanzar en una híper reforma interna, dejando atrás su aspiración de ser vista como una rama más de las Fuerzas Armadas (que no lo es) y pasando a depender del control civil.