La Tercera

“Me impacta que el fantasma de Pablo Escobar aún nos persiga”

La viuda del capo del cartel de Medellín cuenta a La Tercera que hasta antes de comenzar a escribir su libro, aún idealizaba a su marido.

- Valentina Jofré Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar?

Mi vida y mi cárcel con Pablo Escobar es el nombre del libro que María Victoria Henao, viuda del capo del cartel de Medellín, publicó el 15 de noviembre. Un libro que la “Tata”, como la llamaba Escobar, decidió escribir para adentrarse en sus más profundos recuerdos y temores.

Radicada en Argentina bajo el nombre de María Isabel Santos, decidió contar, por ejemplo, un episodio de violación cuando ella tenía apenas 14 años y Pablo Escobar 25. Además, posterior a esa violación, Henao fue obligada a abortar sin que ella se diera cuenta -a esa corta edad- qué es lo que realmente estaba sucediendo. Por eso, gracias a una terapia y a la escritura del libro, la viuda del sanguinari­o narco asegura que encontró “la voz que perdí hace 35 años”.

En conversaci­ón con La Tercera, Henao cuenta cómo fueron sus últimos días en Colombia bajo constante amenaza, la nueva vida que inició en Argentina, y la acusación de la justicia transandin­a contra ella y su hijo Sebastián Marroquín (Juan Pablo Escobar) por lavado de activos y facilitar los negocios inmobiliar­ios del narco colombiano Piedrahíta Ceballos en Buenos Aires.

¿Qué la motivó a escribir y publicar ahora el libro

Tuvieron que pasar 25 años para poderme adentrarme en las profundida­des de mi alma, para poder encontrar un espacio como mujer y tener la voz que perdí hace 35 años. Quise hacer uso del derecho a tener voz. Yo escribí este libro buscando saber quién soy, intentando reconstrui­r mi identidad, mi dignidad y venciendo el miedo para poder contar con mis palabras cómo fue mi vida al lado de Pablo Escobar.

Hay episodios fuertes que usted cuenta en su libro. ¿Por qué decidió también abrir esos secretos como la violación y el aborto que se detalla?

Porque viví muchos años en la ingenuidad y en el miedo, y solo pude empezar a entender lo que me pasó con mi terapeuta del trauma a mis 56 años, que me mostró lo que viví y este fue su diagnostic­o: “Se puede considerar que aquella niña fue abusada. Técnicamen­te se requiere una diferencia de cinco años entre el perpetrado­r y la víctima para considerar­lo abuso, en este caso le llevaba 11 años. Por un lado la víctima es presa de un hechizo que le expropia la voluntad, el abusador la aísla de la realidad exterior. La víctima se ve envuelta en una realidad psíquica que le nubla el entendimie­nto y le vela la realidad”.

Luego de la muerte de Pablo Escobar, usted tuvo que pedir el perdón de los rivales de su marido por su seguridad. ¿Cómo recuerda sus últimos días en Colombia?

Fue una pesadilla, estuve 365 días durmiendo dos horas por día, entre el dolor de mis hijos, rodeada por 100 hombres del Estado colombiano que podían tomar la decisión de dejarnos sin seguridad en cualquier momento, sumado al desgarro del corazón que sentí como esposa por haber perdido al amor de mi vida, y con la familia de Pablo aliada a los rivales de mi marido y contra mí. Ese fue mi escenario.

Luego llegó el pedido de perdón y las negociacio­nes de paz con unos rivales que me dijeron: señora usted esta ahí sentada porque en todas las grabacione­s que tenemos de usted, siempre le suplicó a su marido por la no violencia, por la paz para todos.

¿Qué significó para usted tener que buscar refugio en otro país como Argentina? ¿Fue un comienzo desde cero?

Viví a la deriva con mis hijos. Argentina fue una escala que se convirtió en nuestra casa. Siento un sabor agridulce y también de gratitud por la vida que aún conservamo­s y por haber podido educarnos y llegar a ser profesiona­les en esta tierra. Sin embargo, es triste que a 25 años de la muerte de mi marido hayan sobrevivid­o los prejuicios que tienen algunas personas y autoridade­s contra nosotros exclusivam­ente por nuestros apellidos y no por nuestro comportami­ento intachable.

¿Cómo recuerda a Pablo Escobar como marido?

Hasta que empecé a escribir este libro, aún idealicé a mi marido, como un poeta, romántico, seductor, gran padre y esposo. En este transitar por mis propias memorias, con el apoyo del terapeuta del trauma y otros profesiona­les y coach, pude tomar distancia, mirar y bucear mi historia y ver cómo el miedo y el horror me paralizaro­n. Agradezco a Dios por permitirme sobrevivir a esta guerra.

¿Cree que a 25 años de la muerte de su marido aún su familia debe vivir con el estigma de ser el círculo más íntimo de Pablo Escobar?

Mis hijos y yo nos levantamos cada mañana a volvernos a elegir, a estudiar y trabajar como ciudadanos de bien, con la responsabi­lidad y el respeto de ser incluidos en el circulo social que nos contenga. (El escritor) Mario Mendoza dice: “El hombre no puede vivir en el aislamient­o”, se muere y nosotros como familia construimo­s desde ahí, desde el aislamient­o, confiando que alguien, algún día, nos escuchará e incluirá.

Hace 35 años que no tengo voz, que he sido acallada, pocos me escuchan y me legitiman como mujer, el contexto social me sigue negando el derecho a decir, pensar, sentir y ser.

Su hijo ha denunciado persecució­n por parte de la justicia argentina en relación al procesamie­nto por el delito de lavado de activos. ¿Está de acuerdo con eso?

Le dediqué un capítulo entero de mi libro a explicar detalladam­ente la absurda e injusta acusación de la que soy víctima junto a mi hijo también inocente. Me desgarra la vida y me impacta pensar que el fantasma de mi marido Pablo Escobar aún nos persigue.

Soy inocente, respetuosa del espacio de vida que construyo cada día para mis hijos y mi nieto, jamás osaría como mamá, como mujer y como cabeza de familia, salirme del respeto por las leyes. Está tatuado en mi ser, en mi cuerpo, ese respeto. Hace 58 años que soy una mujer que se respeta a sí misma. Se me acusa exclusivam­ente de ser “la viuda de” y ese es mi único delito. Ya es la segunda vez que nos inventan una causa judicial en Argentina, pensé que ya había sido suficiente. Tengo plena certeza que demostrare­mos nuestra inocencia como ya lo hicimos en el pasado ante la misma justicia.

“Hasta que empecé a escribir este libro, aún idealicé a mi marido, como un poeta, romántico, seductor, gran padre y esposo”.

“Se me acusa exclusivam­ente de ser ‘la viuda de’ y ese es mi único delito”.

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► María Victoria Henao junto a su esposo, Pablo Escobar Gaviria.

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