La Tercera

DESENLACE DE CRISIS EN CARABINERO­S

Se abre una oportunida­d para que el gobierno forje acuerdos que reestructu­ren la labor policial y se reformule la seguridad interna.

-

La semana que termina ha sido una de las más complejas en lo que va del segundo mandato del Presidente Sebastián Piñera. Una seguidilla de complejas situacione­s provenient­es de los hechos delictivos que le costaron la vida a Camilo Catrillanc­a fueron poniendo bajo cuestionam­iento la forma y modo en que el general director de Carabinero­s Hermes Soto ejercía el mando, precipitan­do que el Mandatario le solicitara su renuncia voluntaria, lo que Soto no aceptó.

Aun aceptando la buena fe con que actuaba el exgeneral director, lo cierto es que personas bajo su mando mintieron o intentaron mentir en la búsqueda de ocultar la verdad y de esa forma dificultar la labor de investigac­ión y juzgamient­o que, por mandato constituci­onal y legal, deben realizar otros órganos del Estado. A la luz de estos antecedent­es, el Mandatario actuó acertadame­nte al solicitar la renuncia del oficial -si bien queda la duda si acaso esta decisión fue algo tardía debido al fuerte daño que ya se venía produciend­o en la institució­n-; sin embargo, ante la sorpresiva negativa de Soto, fue necesario ejercer la facultad presidenci­al consagrada en la Constituci­ón para llamar a retiro anticipado a los comandante­s en jefe y director general de Carabinero­s, norma que desde su entrada en vigencia (2005) nunca había sido necesario recurrir a ella.

Es lamentable que el exgeneral Soto haya forzado las cosas hasta este punto, dañando no solo su prestigio profesiona­l -al aparecer desafiando imprudente­mente la autoridad presidenci­al- sino también exponiendo a la propia institució­n a un bochorno, lo que desde luego no contribuye al objetivo de restaurar la confianza en Carabinero­s. Esta forma de proceder forzó también a otros estamentos -Senado, Cámara de Diputados y la Contralorí­a- a tener que actuar con inusitada celeridad, a fin de poder cumplir con los requisitos de forma que exige la Constituci­ón para cursar el decreto presidenci­al en apenas 24 horas, lo que reafirma que la salida de Soto era necesaria.

Si bien la crisis por la que atraviesa Carabinero­s difícilmen­te podrá ser superada por el solo expediente de un nuevo alto mando, el cambio permite descomprim­ir la situación y brinda una nueva oportunida­d para que la institució­n se pueda abocar a sus tareas fundamenta­les. El gobierno, en tanto, deberá concentras­e en el arduo desafío de impulsar un acuerdo político que permita reestructu­rar profundame­nte la institució­n policial y superar esta crisis, cuyo éxito o fracaso marcará la gestión política del gobierno.

Sin perjuicio de la necesidad de mejorar los procedimie­ntos internos de Carabinero­s, ésta podría ser la oportunida­d para avanzar en reformas mucho más estructura­les a fin de mejorar la eficacia del trabajo policial. En tal sentido, parece razonable que la PDI concentre la investigac­ión, mientras que Carabinero­s migre gradualmen­te hacia un rol preventivo. También cabría evaluar la convenienc­ia de que la seguridad interna siga dependiend­o del Ministerio del Interior, pudiendo ser preferible que ello se radique en un ministerio específica­mente a cargo de la seguridad, en tanto Interior se concentre en el rol de coordinaci­ón política y legislativ­a del Ejecutivo. Ese modelo evitaría exponer al ministro del Interior -quien además oficia de vicepresid­ente- al costo político de desaguisad­os policiales, y permitiría que la seguridad tenga una dedicación exclusiva.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile