La Tercera

La familia del Viejo Pascuero

Una tradición mundial se convirtió en la ilusión empresaria­l de un grupo que respira la Navidad. Los hermanos Artigas Espinoza rememoran con productora de eventos a su abuelo, quien fue Viejo Pascuero en los años 70.

- Por María José Blanco

Barba blanca, ojos azules, una gran panza y traje rojo visten al protagonis­ta del fugaz mes de diciembre. Él no solo se encarga de repartir regalos a lo largo del mundo en Nochebuena, pues también tiene una amplia agenda de eventos que cumplir, mientras intenta acercarse poco a poco al estilo chileno.

Tradición familiar

Felipe Artigas (27) es el menor de tres hermanos y junto a Diego (29) y Mauricio (33), formaron viejitopas­cueroevent­os.cl, una productora de eventos navideña. La inspiració­n no llegó sola, sino que se personific­ó en su abuelo, Mario Artigas Novoa, quien figuró como Viejito Pascuero para distintas campañas publicitar­ias, entre 1975 y 1988.

Años después, con Mario ya fallecido y sin querer, Ricardo Artigas Cuéllar (66), tío de Felipe, dejó crecer su barba blanca y se asimiló automática­mente al personaje navideño. “Ahí nos dimos cuenta de que podíamos seguir con esta tradición y hacerla un poco más comercial”, cuenta Felipe.

Pasaron siete años desde esa anécdota y la empresa familiar se ha ido adaptando a los nuevos tiempos. Han querido ir más allá y se han encargado de adornar cada vez más los eventos que solicitan empresas y fundacione­s. La puesta en escena se logra gracias a cinco Viejitos Pascueros, además de 17 duendes que acompañan a Papá Noel en su show.

La disciplina y el especial cuidado con niños y niñas tampoco quedan al azar. “No permitimos que los niños se sienten en la falda del Viejo Pascuero. En cada evento es indispensa­ble tener un piso o asiento especial para que los pequeños se sienten ahí y los Pascueros no los tomen”, explica.

A pesar de eso, Felipe agrega que “igual hay veces que los mismos padres les dicen a sus hijos “siéntate ahí” y lo ponen en las piernas del Viejito. Ahí no se puede hacer mucho: al final es algo de cada familia”, concede.

Ricardo, hijo de Mario y actual rostro de la empresa, cuenta que decidió trabajar en esto “porque es lo más lindo que me ha tocado vivir. Tiene un enorme significad­o. Me gustó mucho el trabajo que hacía mi papá y ahora lo sigo con mucho orgullo. No quiero que el Viejito Pascuero muera, quiero que viva la magia”.

Otro de los aspectos de cuidado con los niños es no decir malas palabras. Y por supuesto, nunca salirse del personaje. Todo esto lo adaptan al contexto veraniego del país, con trajes más livianos e incluso Santas con guayaberas y shorts. “A la gente también le gusta algo distinto y más cercano a lo chileno. Nos ha resultado bastante bien, pero nuestro tema de ahora en adelante es impulsar este concepto”, adelanta el menor de los Artigas.

Si bien algunos de los requisitos para postular a Viejo Pascuero se alejan un poco del físico común de los chilenos (barba blanca natural y ojos azules), desde la productora explican que por el momento “hemos mantenido el tema de los ojos claros por la tradición familiar, pero con el tiempo también va a ir desapareci­endo. No va a ser un cambio tan brusco en la cultura, porque la gente sigue pidiendo lo tradiciona­l también”.

La recompensa que reciben los Pascueros fluctúa entre $ 150 mil y $ 200 mil por evento, que se realizan dos o tres veces al día. En Navidad pueden llegar incluso a realizar cinco o seis. “Se hace un sueldo importante respecto al último mes del año”, indica Felipe.

La otra vida de “Santa”

A principios de cada año, cuando comienzan a guardarse los adornos y las luces del árbol de Navidad se apagan, Ricardo Artigas, Patricio Gazmuri (61), Rogelio Astudillo (64) y Elieser Mercado (69) cortan sus barbas para empezar un nuevo ciclo y así llegar fuertes y renovados a la próxima temporada.

A partir de mayo comienzan a dejarse la barba, a cuidarla y a aplicarle diferentes productos que la mantengan blanca. Y durante la espera, cambian sus trajes rojos por otras profesione­s.

Ricardo tiene un local de venta de teléfonos celulares en el centro de Santiago. Patricio trabaja como chofer en su vehículo, Rogelio actualment­e reside en Estados Unidos y Elieser es el único jubilado: tiene su casa en el sur y solo viaja a la capital para trabajar en diciembre.

“Mi hija me dijo una vez: ‘tienes que ser el Viejo Pascuero de tu nieta, así que estás comprometi­do”, confidenci­a Patricio. Eso marcó el inicio para que actuara como Viejito “profesiona­l”. Así, comenzó a estudiar la historia de San Nicolás, “para no solo tener que entregar el regalo y ya, sino para llegar a ellos. Me ha significad­o mucha alegría y energía en lo personal. Me ha ‘rehabitado’ de energía interior, porque los niños son muy sanos y eso me ha dado mucha felicidad. Hace dos años que me metí en el papel y espero poder ser Viejo Pascuero por mucho tiempo más, de corazón”. ●

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► Felipe (izquierda) y Diego (derecha) trabajan junto a su tío (abajo) y otros viejitos.
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► Mario Artigas fue el abuelo que inspiró la empresa familiar.

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