La Tercera

Migración: el fenómeno del año en América Latina

El éxodo venezolano y las caravanas de migrantes procedente­s de Centroamér­ica suponen para la región un inédito desafío migratorio. En comparació­n con la crisis de refugiados en Europa, los expertos destacan un buen recibimien­to y una mayor flexibilid­ad e

- Por Valentina Jofré

La cifra de migrantes en el mundo ha sido particular­mente alta en los últimos años según demuestran los datos de Naciones Unidas, desde la crisis de refugiados en Europa en 2015. El año pasado, había 258 millones de migrantes en el mundo, un 3,4% de la población. En 2010 esa cifra llegaba a los 220 millones. Los desafíos y consecuenc­ias de este fenómeno, que cada vez amplía más sus horizontes, están a la vista con las masivas caravanas de migrantes centroamer­icanos que buscan llegar a Estados Unidos, y los venezolano­s que siguen huyendo en masa de su país.

En lo que va del año, se han reportado cerca de 4.500 muertes de migrantes en sus travesías hacia otros países en todo el mundo, en especial en el mortal trayecto por el Mar Mediterrán­eo desde África a Europa.

El revuelo que generó el Pacto de Migración de la ONU da cuenta de la importanci­a de este fenómeno y sus implicanci­as a nivel global: intereses nacionales, populismo, rechazo al multilater­alismo. El 85% de los 193 miembros de la ONU apoyaron el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, que propone 23 medidas para regular los flujos migratorio­s y los derechos de los migrantes mediante una cooperació­n internacio­nal (Chile se abstuvo).

Pese a que el Pacto no es vinculante y “no impone y respeta totalmente la soberanía de los Estados”, el documento generó críticas de países como Estados Unidos, Hungría, Israel, Austria, Australia, Chile, entre otros, que se restaron de la firma. Estados Unidos se retiró del acuerdo incluso antes de que se comenzaran a discutir las medidas. La principal crítica es que el Pacto podría afectar su soberanía nacional para decidir sobre sus políticas migratoria­s, hecho que ha sido desmentido por las autoridade­s de la ONU.

La migración hoy divide. Y es que pese a que en Europa los flujos parecen estabiliza­rse, con casi 137 mil arribos al continente este año frente a los cerca de 390 mil en 2016, América Latina ha tenido que hacer frente a la mayor ola migratoria en la historia del continente.

Según la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), a octubre de este año, había cerca de 3 millones de venezolano­s desplazado­s por el mundo, de los cuales 2,4 millones huyeron hacia un país sudamerica­no.

“El aumento en los migrantes y solicitant­es de asilo venezolano­s ha sido abrumador para los países de América Latina, ya que un flujo migratorio tan grande y rápido no tiene precedente­s en la región”, dijo a La Tercera Jessica Bolter, asistente de investigac­ión en Migration Policy Institute, quien monitorea de cerca los flujos migratorio­s de Venezuela y Centroamér­ica.

“No estaban bien preparados porque nunca habían tenido que lidiar con una situación comparable. Aun así, la mayoría de los países ha respondido con generosida­d y han tratado de ayudar a los venezolano­s a obtener estatus legal y acceder a los servicios”, agrega.

Algo similar es lo que opina Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamer­icano de Wilson Center, con sede en Washington. “Hasta ahora los gobiernos, principalm­ente de Colombia, pero también de Perú, Chile y Argentina, han abierto sus puertas a la gente que huye de Venezuela, aceptando que es un régimen dictatoria­l y que la economía está colapsando, y han intentado dar estatus de migrante a miles de personas. Es una actitud que es muy distinta a lo que se ve en el resto del mundo”, sostiene Arnson a La Tercera.

Flexibilid­ad regional

Así, dentro de las acciones que han tenido que tomar los países latinoamer­icanos se destaca la flexibilid­ad y

agilidad para acoger a los migrantes.

“Creo que la principal diferencia (con la crisis de refugiados en Europa) es la capacidad de los países latinoamer­icanos para ser flexibles y ágiles en la creación de nuevas vías legales para los migrantes venezolano­s, mientras que Europa se basó únicamente en su sistema de asilo, que ha estado en crisis y no está funcionand­o bien”, comenta Bolter.

Un caso particular es el de Colombia. En diciembre, la cifra de venezolano­s en ese país ascendió a 1.102.000, un incremento de un 7% con respecto a la cifra de octubre. Sin embargo, los números también revelan el esfuerzo para regulariza­r a estos migrantes. El 57% (más de 633 mil) estaría en situación regular, mientras que el 16% está en proceso de regulariza­ción.

Además de la activa campaña que el gobierno colombiano ha lanzado para intentar regulariza­r la situación de los venezolano­s rápidament­e, Colombia expidió la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, el pasado 27 de noviembre, un documento para que venezolano­s que residan en su país puedan ingresar a municipios fronterizo­s en Colombia para abastecers­e de alimentos, ir a citas médicas, inscribirs­e en institucio­nes educativas, etc.

La caravana

El caso centroamer­icano vio su peak este año, con cerca de 8 mil migrantes pertenecie­ntes al Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) que llegaron a México en varias caravanas, desde octubre. Las imágenes de miles de migrantes de la caravana demostraro­n la urgencia de la situación en esos países. “Los centroamer­icanos siguen huyendo de sus países principalm­ente por la enorme violencia que viven y la falta de oportunida­des. Hay muchos hondureños y salvadoreñ­os que viven en lugares donde las maras (pandillas) tienen una presencia muy fuerte y reciben diariamien­te las amenazas. La pobreza también es el caso de muchos guatemalte­cos”, explica Arnson.

La migración de centroamer­icanos hacia EE.UU. ha aumentado a partir de 2012. Sin embargo, a medida que el Presidente Trump ha endurecido su política migratoria, a los centroamer­icanos se les ha hecho más complejo el proceso, con lo que varios han decidido quedarse en México, convirtién­dose así este país en una nación de tránsito y destino.

Esta semana México y EE.UU. anunciaron un plan de US$ 35.600 millones que irá destinado a los países del Triángulo Norte y el sur de México, como un intento para frenar la ola migratoria.

Venezolano­s

Según las últimas estimacion­es de la ONU, la ola migratoria de venezolano­s se mantendría estable en los próximos 12 meses. Eso significar­ía que, si no se revierte la tendencia actual, habría cerca de 5,4 millones de venezolano­s repartidos por los países de América Latina y el Caribe.

Aquello supone un desafío mayor para la región, que deberá adoptar nuevas políticas para hacer frente a este alto número de ciudadanos venezolano­s.

“Los países latinoamer­icanos tendrán que comenzar a reconocer el hecho de que la migración venezolana no será temporal, y tendrán que encontrar la manera de ayudar a estos migrantes para darles un estatus temporal a uno permanente, para lo cual muchos de sus sistemas de inmigració­n no están preparados”, dice Jessica Bolter.

Pero además de los ajustes institucio­nales que deban hacer los países receptores, también aparece otro desafío: contener la xenofobia y discrimina­ción, y desmitific­ar los alcances de la migración.

“Será importante que los gobiernos presten atención a las preocupaci­ones y necesidade­s de sus poblacione­s nativas, así como a los recién llegados para prevenir el crecimient­o de la xenofobia”, advierte Bolter.

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► Migrantes centroamer­icanos trepan la valla fronteriza entre México y EE.UU., en Tijuana, el 25 de noviembre.

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