La Tercera

Las bicicletas del Gran Hermano

- Guillermo Larraín Académico Fac. de Economía y Negocios U. de Chile

En 1949, George Orwell escribió “1984”, novela distópica, sustantivo que la RAE define como una “representa­ción ficticia de una sociedad futura (…) causante de la alienación humana”. En “1984”, cada persona es observada por un Estado totalitari­o, que vigila y hace propaganda. Gestionado por un partido único, liderado por “el Gran Hermano”, en la película, éste daba órdenes e informaba en pantallas de todos los tamaños.

Cuando llegó el año 1984, los temores del totalitari­smo se estaban aplacando. En Chile, la dictadura reprimía y perseguía a los que pensaban distinto, pero la oposición estaba a puertas del Acuerdo Nacional de 1985, que cimentó la oposición pacífica a Pinochet. En 1986, la Unión Soviética, liderada por Mijaíl Gorbachov, comenzó la política de glasnost y perestroik­a, que años después terminó en la caída del Muro de Berlín y su propio colapso.

Hacia 1995, salvo casos puntuales, quedaban pocos estados en Occidente en condicione­s de meterse en nuestra intimidad, manejar la prensa o encarcelar a disidentes.

Sin embargo, la realidad de estados totalitari­os de los años 1950 se está transmutan­do, por ahora, a una amenaza de tipo económica en 2020.

Las redes sociales cumplen el rol de un Gran Hermano, pero más sutil. El New York Times descubrió que, entre 2010 y 2017, Facebook vendió informació­n privada de sus usuarios a Microsoft, Apple, Google y otras. Esas compañías poseen informació­n relevante de, al menos, un 29% de la humanidad. Ésta se usa para diseminar publicidad personaliz­ada a una escala nunca antes vista y que nunca soñaron Stalin y Hitler.

Y, ¿por qué no usar políticame­nte esta informació­n? Parece que Putin y los partidario­s del Brexit descubrier­on cómo. Con la tecnología de reconocimi­ento facial desarrolla­da en China y amenazas populistas por doquier, podemos no estar tan lejos del verdadero Gran Hermano.

En este contexto, pensé inscribirm­e como usuario en Mobike, el servicio de bicicletas de arriendo a través del celular. La idea es buena y las bicicletas bonitas. Sin embargo, al leer el contrato de adhesión volví a pensar en el Gran Hermano.

Para empezar, está en inglés y el precio fijado en renminbi, la moneda china. La jurisdicci­ón aparenteme­nte es Shanghai. Luego dice que “los usuarios entienden y aceptan” que Mobike puede “cooperar con terceras partes, si éstas aceptan tomar la responsabi­lidad equivalent­e” en términos de protección de la privacidad de datos. Cooperar significa que la informació­n de por dónde uno se mueve y a qué hora, puede ser vendida a empresas interesada­s.

El sutil Gran Hermano sabe qué vemos, qué comemos, a qué lugares vamos. No se trata del líder del partido –espero que Facebook no haya “compartido” informació­n con el Partido Comunista chino–, sino de un grupo muy pequeño de dueños de empresas muy grandes, muy jóvenes y sin ninguna responsabi­lidad política.

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