Las bicicletas del Gran Hermano
En 1949, George Orwell escribió “1984”, novela distópica, sustantivo que la RAE define como una “representación ficticia de una sociedad futura (…) causante de la alienación humana”. En “1984”, cada persona es observada por un Estado totalitario, que vigila y hace propaganda. Gestionado por un partido único, liderado por “el Gran Hermano”, en la película, éste daba órdenes e informaba en pantallas de todos los tamaños.
Cuando llegó el año 1984, los temores del totalitarismo se estaban aplacando. En Chile, la dictadura reprimía y perseguía a los que pensaban distinto, pero la oposición estaba a puertas del Acuerdo Nacional de 1985, que cimentó la oposición pacífica a Pinochet. En 1986, la Unión Soviética, liderada por Mijaíl Gorbachov, comenzó la política de glasnost y perestroika, que años después terminó en la caída del Muro de Berlín y su propio colapso.
Hacia 1995, salvo casos puntuales, quedaban pocos estados en Occidente en condiciones de meterse en nuestra intimidad, manejar la prensa o encarcelar a disidentes.
Sin embargo, la realidad de estados totalitarios de los años 1950 se está transmutando, por ahora, a una amenaza de tipo económica en 2020.
Las redes sociales cumplen el rol de un Gran Hermano, pero más sutil. El New York Times descubrió que, entre 2010 y 2017, Facebook vendió información privada de sus usuarios a Microsoft, Apple, Google y otras. Esas compañías poseen información relevante de, al menos, un 29% de la humanidad. Ésta se usa para diseminar publicidad personalizada a una escala nunca antes vista y que nunca soñaron Stalin y Hitler.
Y, ¿por qué no usar políticamente esta información? Parece que Putin y los partidarios del Brexit descubrieron cómo. Con la tecnología de reconocimiento facial desarrollada en China y amenazas populistas por doquier, podemos no estar tan lejos del verdadero Gran Hermano.
En este contexto, pensé inscribirme como usuario en Mobike, el servicio de bicicletas de arriendo a través del celular. La idea es buena y las bicicletas bonitas. Sin embargo, al leer el contrato de adhesión volví a pensar en el Gran Hermano.
Para empezar, está en inglés y el precio fijado en renminbi, la moneda china. La jurisdicción aparentemente es Shanghai. Luego dice que “los usuarios entienden y aceptan” que Mobike puede “cooperar con terceras partes, si éstas aceptan tomar la responsabilidad equivalente” en términos de protección de la privacidad de datos. Cooperar significa que la información de por dónde uno se mueve y a qué hora, puede ser vendida a empresas interesadas.
El sutil Gran Hermano sabe qué vemos, qué comemos, a qué lugares vamos. No se trata del líder del partido –espero que Facebook no haya “compartido” información con el Partido Comunista chino–, sino de un grupo muy pequeño de dueños de empresas muy grandes, muy jóvenes y sin ninguna responsabilidad política.