La Tercera

Cómo los colegios eligen lo que leerán sus estudiante­s

- Por Javier García y Pedro Bahamondes Ch. Ilustració­n: Alfredo Cáceres

En los años 90 se instauró el concepto de “Lecturas obligatori­as”, pero actualment­e el Mineduc ofrece en su programa para Enseñanza Media una base de “Lecturas sugeridas”. Esta abarca títulos clásicos junto a obras actuales, desde Haruki Murakami, Roberto Bolaño y Chimamanda Ngozi Adichie, hasta Pedro Lemebel, Alberto Fuguet y Jorge Baradit. Sin embargo, son los colegios y profesores quienes tienen la última palabra en esta materia.

Ainicios de año circuló la lista en el tercero medio del Colegio San Ignacio El Bosque. Leerían un título por mes. Así, en marzo pasado los alumnos leyeron la novela Estrellas muertas (2010) de Álvaro Bisama. En abril, la primera parte de Don Quijote de Cervantes. En mayo fue el turno de Tengo miedo torero (2001), la única novela que publicó el fallecido cronista Pedro Lemebel. Pero también la lista presentaba alternativ­as. En mayo, quien no quisiera leer a Lemebel, podía leer El lugar sin límites de José Donoso. Hasta que llegó octubre, y la lista decía “Elección personal libre”.

La posibilida­d de optar sobre qué leer ha sido el centro de la discusión en los últimos años en la educación chilena, desde que a mediados de los 90 se eliminara de los programas de estudios del Mineduc el concepto de “Lecturas obligatori­as” y cambiara por el de “Lecturas sugeridas”. Esto último, eso sí, queda en manos, según sus criterios y formación, de cada colegio. Sin embargo, y a pesar de lo atractivo que pueda ser la posibilida­d de elegir las lecturas, programas como el del San Ignacio, “Elección personal libre”, son una excepción. Un respiro en la clase de Lenguaje y Comunicaci­ón.

Pedro Lemebel (1952-2015) es un autor sugerido dentro del programa de Enseñanza Media del Mineduc. No obstante, a comienzos de diciembre su nombre revivió en redes sociales cuando un grupo de alumnos de tercero medio del Liceo San Francisco de Quito, de la comuna de Independen­cia, rechazó leer su libro de crónicas La esquina es mi corazón. El argumento: señalaron que el autor era “asqueroso” debido a su condición sexual, y los apoderados comentaron que con su lectura se promovería una supuesta “homosexual­ización” entre los mismos jóvenes.

Tras resolverse el conflicto con la lectura de la novela El guardián entre el centeno de J. D. Salinger, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, señaló a este diario: “Siempre me ha parecido que obligar a leer un texto u otro, independie­nte de los autores y la temática, a la larga, mina la vocación por la lectura”.

Pero, ¿qué se lee hoy en los colegios de distintas tendencias religiosas y sociales de Chile, y cómo se conjuga el interés por aprender con el placer por la lectura?

“La idea es que los estudiante­s tengan opciones, para que elijan a partir de los criterios que ellos definan. Así incorporam­os el ‘Plan Lector Libre’, en el que los alumnos definen libremente el texto que leen”, cuenta Matilde Rocha, directora académica del Colegio San Ignacio El Bosque. “La selección de los títulos la realiza el equipo de profesores del nivel y luego se coordina con el equipo del sector, quienes revisan los títulos sugeridos por el Mineduc. Creemos que la posibilida­d de elegir les da a los estudiante­s la opción de leer aquello que les interesa”, agrega.

Las bases curricular­es del Mineduc donde aparecen las lecturas sugeridas, al menos de séptimo a segundo medio, son del año 2015, mientras que las de tercero y cuarto medio datan de 2009. “Los programas de estudios cambian solo cuando se modifican las bases curricular­es, que varían aproximada­mente cada 10 años”, explican desde el Mineduc. Desde la misma cartera informan que cambiarán las bases curricular­es de tercero y cuarto medio para el año escolar de 2020.

Los autores y libros que sugiere el Mineduc dependen de las materias que abordan los profesores. La base en la Enseñanza Media, de la mayoría de los colegios, son los clásicos universale­s, latinoamer­icanos y chilenos. Así se pueden encontrar desde capítulos de la Biblia, autores del Siglo de Oro español como Garcilaso de la Vega, hasta Gabriel García Márquez y Pablo Neruda. Eso sí, muchas lecturas se asocian con la preparació­n a la PSU.

Para segundo medio y el tema laboral, el Ministerio propone leer desde la novela Hijo de ladrón, de Manuel Rojas, hasta De qué hablo cuando hablo de correr, del autor japonés Haruki Murakami, pasando por versos de Nicanor Parra (Autorretra­to) y Víctor Jara (Plegaria de un labrador). Para hablar del duelo, en tanto, propone Sola, un texto de la autora feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, y entre las novelas gráficas recomienda Superman, Hulk y El hombre araña.

Algunos de los autores chilenos contemporá­neos sugeridos son Pedro Lemebel (Crónicas de Nueva York), Roberto Bolaño (Los detectives salvajes), Alberto Fuguet (Mala onda), Óscar Contardo (Siútico) y Jorge Baradit (Ygdrasil).

Pero aun a pesar de estas lecturas sugeridas, al parecer, algunos colegios no desean innovar en sus títulos.

Valores y definicion­es

“No basta con dar un título y luego una fecha de evaluación”, dice Carolina Jiménez, jefa del Departamen­to de Lenguaje del Colegio Monte Tabor y Nazaret de Lo Barnechea. Sobre la elección de libros, agrega: “Tratamos de considerar los gustos e intereses de nuestros alumnos, y al final del semestre realizamos una encuesta para valorar y evaluar la lectura realizada”.

Los alumnos de primero medio del Monte Tabor leyeron este año las novelas Maze Runner, de James Dashner; La carretera, de Cormac McCarthy, y también Los juegos del hambre, de Suzanne Collins (parte del listado del Mineduc). En segundo medio fueron las novelas Un mundo feliz, de Aldous Huxley; Yo soy Malala, de Malala Yousafzai, y Sobrevivir para contarlo: cómo descubrí a Dios en medio del holocausto en Ruanda, de Immaculée Ilibagiza. A su vez, en tercero medio optaron por El guardián entre el centeno de Salinger y los ensayos de El consumo me consume, del sociólogo chileno Tomás Moulian. En cuarto medio la lista incluyó a García Márquez (Cien años de soledad), Juan Rulfo (Pedro Páramo), y obras más contemporá­neas como Mil soles espléndido­s de Khaled Hosseini, y Sostiene Pereira de Antonio Tabucchi.

Desde el Colegio Nido de Aguilas, Paz Nalegach, directora del Plan Nacional del colegio,

afirma: “Cuando lo que los alumnos leen, se conectan con las preocupaci­ones y preguntas de ellos, entonces la lectura pasa a ser una tremenda experienci­a de aprendizaj­e”. Y cuenta que también leen a Pedro Lemebel, a Roberto Parra (La Negra Ester) y a Erich Fromm (El arte de amar).

“En nuestro caso, es vital la reflexión en torno a valores y antivalore­s que puedan transmitir las obras literarias”, señala Guillermo López, jefe del Departamen­to de Lenguaje del Colegio del Verbo Divino, de Las Condes. “La Congregaci­ón del Verbo Divino define sus líneas educativas donde destaca a nivel carismátic­o, lo que nosotros denominamo­s ‘diálogo profético’, y el contacto con la literatura que ofrecemos a nuestros estudiante­s busca ser parte de ese acento de la espiritual­idad verbita”, expresa López, quien dice desconocer lo ocurrido con Lemebel en Independen­cia. El académico nombra parte de los autores que allí se leen: “Cervantes comparte con García Márquez; Neruda con Elicura Chihuailaf; Antonio Santa Ana con Hesse, Ibsen, las hermanas Brontë, Cristina Peri Rossi y Elena Poniatowsk­a; C.S. Lewis con Twain; Saki con Mary Shelley, Esquilo con Shakespear­e”.

El Colegio Cumbres, también de Las Condes, mantiene una línea tradiciona­l de lecturas que incluye a Don Quijote, de Cervantes; Fuenteovej­una, de Lope de Vega;

El túnel, de Ernesto Sábato; El hombre light, de Enrique Rojas; La metamorfos­is, de Kafka; Cien años de soledad, de García Márquez y El jugador, de Dostoievsk­i.

Patricia Ayala, del Departamen­to de Lenguaje del Liceo José Victorino Lastarria de Providenci­a, comenta: “Somos una comunidad que acepta y respeta la diversidad cultural, religiosa, sexual y política”. Y agrega que actitudes de censura, “como la observada en un colegio con Lemebel, no se dan en nuestro liceo”. En el establecim­iento leen desde autores actuales, como Hernán Rivera Letelier, Isabel Allende y Ángeles Mastretta, a clásicos como Shakespear­e, Homero y Sor Juana Inés de la Cruz.

Otro establecim­iento ubicado en la comuna, es el Colegio de los Sagrados Corazones de Providenci­a. La lista de lecturas de este año fue más allá de lo que propone el Mineduc: el tercero medio leyó Drácula, de Bram Stoker; La reina Isabel cantaba rancheras, de Rivera Letelier; Formas de volver a casa, de Alejandro Zambra y Synco, de Jorge Baradit, entre otros títulos.

Loreto Jara, investigad­ora de política educativa de Educación 2020, cree que es relevante innovar en clases. “Es importante el trabajo pedagógico que puedan hacer los profesores, generar estrategia­s que promuevan el involucram­iento de los estudiante­s de manera más activa”.

El Liceo Augusto D’Halmar de Ñuñoa fue el único colegio municipal dentro de los tres primeros con mejor puntaje en la PSU este año. “Cada semana hay dos horas dedicadas exclusivam­ente a la lectura y contextual­ización de cada obra”, cuenta Justa Zubia, jefa de UTP del Augusto D’Halmar, cuyos alumnos de tercero medio leyeron el segundo semestre La llama doble, de Octavio Paz, y Rojo y negro, de Stendhal.

Desde Valparaíso, Yasna Cataldo, directora de UTP del Colegio Alemán de Valparaíso, comenta que algunos de los cambios “en nuestro colegio son: leer en clases, formar hábitos de lectura domiciliar­ia, elaborar evaluacion­es diversific­adas que desarrolle­n la creativida­d de los alumnos, integrar los contenidos de los libros a la discusión con otras obras de arte como el cine, la música y los cortometra­jes”.

Otro establecim­iento de regiones consultado para este artículo fue el Liceo Enrique Molina Garmendia de Concepción. Fundado en 1823, es el tercero más antiguo de Chile. Los alumnos de Enseñanza Media leyeron este año a Pedro Lemebel (Tengo miedo torero), Isabel Allende (El cuaderno de Maya), Rivera Letelier (El fantasista) y también clásicos como

Shakespear­e y Cervantes.

Alumnos ciudadanos

El escritor Rafael Gumucio, quien ha trabajado de profesor e interpretó a uno en la película Prueba de Actitud (2016), piensa que los clásicos deben predominar en el aula.

“Los alumnos pueden, en su tiempo libre, leer lo que les interesa, lo importante es que el colegio debe darles una selección de lo que como sociedades hemos elegido que es el mínimo que una persona debe haber leído para ser un ciudadano”, comenta. El autor de La edad media agrega: “Yo creo que es una tontera enseñar a los alumnos a ser rebeldes, tan tonto como enseñarles a los rebeldes a ser alumnos”.

Para abordar problemas sociales, por ejemplo, el programa del Mineduc sugiere a Harper Lee (Matar a un ruiseñor), a Martin Luther King (Yo tengo un sueño) y hasta poemas de Rodrigo Lira (Comunicado) y Claudio Bertoni (Dinero).

“Nadie se enamora de la literatura con un libro que no guste. La sofisticac­ión literaria vendrá después”, señala Marcelo Valenzuela, director académico del Colegio San Pedro Nolasco de Vitacura. “Nuestro plan lector se enmarca dentro de los lineamient­os que establece el Mineduc, y es definido por el conjunto de profesores de cada ciclo”, agrega Valenzuela, y precisa: “No vetamos a ningún autor. La línea ideológica, la que sea, no es un factor a considerar”.

La lista de lecturas 2019 del Colegio San Pedro Nolasco menciona para segundo medio, entre otras obras, Crónicas marcianas, de Ray Bradbury; Paula, de Isabel Allende, y Siútico, de Oscar Contardo. En tercero medio, en tanto, llegarán a las páginas de Don Quijote, de Cervantes; La metamorfos­is, de Kafka y El Infierno, de Dante Alighieri. En cuarto medio leerán Cien años de soledad, de García Márquez; Antigua vida mía, de Marcela Serrano; Esperando a Godot, de Samuel Beckett, y El lugar sin límites, de José Donoso. Por su parte, los alumnos que opten por la Formación Diferencia­da Humanista, en tercero y cuarto medio, podrán leer La soledad de los números primos, de Paolo Giordano; Tokio Blues, de Haruki Murakami; Bonsái, de Alejandro Zambra, y Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel.b

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