La Tercera

“Existe un antes y un después del asesinato de Camilo Catrillanc­a”

- Daniel Labarca

“Tanta mentira, tanto engaño, tanta maldad, terminó por rebotar en el gobierno”, dice el parlamenta­rio, que además revisa el presente de Chile Vamos y la estrategia de José Antonio Kast.

El senador RN Manuel José Ossandón plantea matices a la hora de hacer el balance de lo que va del segundo gobierno de Sebastián Piñera. Aunque valora los avances en la agenda social, cuestiona la desconexió­n “con el mundo real” que tiene el Ejecutivo cuando pondera las cifras económicas. En sus respuestas -plasmadas en un mailsubray­a la intención de reformar las pensiones, pero cuestiona el afán de la administra­ción piñerista de culpar de todo a Michelle Bachelet.

Menos matizado es su análisis del devenir de Chile Vamos. En particular, de lo ocurrido en las últimas semanas, con parlamenta­rios de su partido que han intensific­ado sus contactos con el expresiden­ciable José Antonio Kast y con las discusione­s que se abren en torno a la figura de Augusto Pinochet. El parlamenta­rio cuestiona a los primeros (“quizás, más adelante, entenderán que RN no es el partido correcto para esa visión”), y es taxativo con Camila Flores, la diputada que reivindicó al pinochetis­mo en el consejo general de su colectivid­ad. “Creo que está en el bloque equivocado”, sentencia.

¿Qué balance hace de estos casi diez meses de gobierno?

Hemos avanzado en la agenda social, algo que a la centrodere­cha le costaba bastante: trabajar por los niños, la tercera edad, la igualdad y el respeto a las mujeres, por nombrar algunas. Y la más importante: reformar las pensiones: eso irá en directo beneficio de la clase media y los sectores más vulnerable­s. Es un correcto arranque, pero hay un antes y un después del asesinato a Camilo Catrillanc­a.

¿Por qué un antes y un después?

Porque no existe progreso sin paz social. Acá se rompieron liderazgos y, sobre todo, la confianza sobre una institució­n como Carabinero­s, que antes era incorrupti­ble. Tanta mentira, tanto engaño, tanta maldad, terminó por rebotar en el gobierno. Pero hay que ser autocrític­os: políticame­nte, en el inicio, había que tratar a La Araucanía con algo más que un plan económico.

¿Dónde han estado los puntos débiles del gobierno hasta ahora?

Mirar y culpar demasiado al gobierno anterior. La expresiden­ta Bachelet avanzó bastante en lo que hoy estamos consolidad­os, como la gratuidad. Pero la culpamos de todo. Además, como estrategia política no es bueno; en algún momento vamos a necesitar generar grandes acuerdos y ahí nos van a pasar la cuenta. No tenemos mayoría en el Parlamento. El otro gran “karma” es La Araucanía, sin duda. Planificar­on demasiado un proyecto económico en la zona, pero olvidaron que lo más importante ahí era hacernos cargo de una deuda histórica y social con el pueblo mapuche.

“Mirar y culpar demasiado al gobierno anterior. Bachelet avanzó bastante en lo que hoy estamos consolidad­os, como la gratuidad. Pero la culpamos de todo”.

Uno de los temas que ha marcado la agenda del gobierno es la baja en la percepción que tiene la ciudadanía respecto del rumbo económico del país. ¿Qué falló ahí? ¿Se generaron muchas expectativ­as?

Más que expectativ­as, había que explicar mejor la realidad de la región. Chile crece a un 4%, una cifra buena. El problema es la distribuci­ón de esas utilidades. Influye también el escenario externo y la pugna entre EE.UU. y China; y esa pelea no es solo económica, sino que también digital. El gobierno debe leer mejor este fenómeno. La nueva estrategia del país asiático, como un posible estímulo fiscal, sería decidor para reactivar nuestra economía.

¿Hay una desconexió­n entre lo que percibe el gobierno y el día a día de la ciudadanía? La diputada Ximena Ossandón cuestionab­a la fiesta que hacía el gobierno con las cifras del Imacec, que sin embargo no le llegan a la gente.

Estoy de acuerdo con ella, la gente ve estos anuncios como una falta de respeto. Y ahí hay que ser más autocrític­os y dejar de ser condescend­ientes, donde me incluyo. El trabajo en la calle y en los sectores vulnerable­s muestran otra realidad. Hay que ser cuidadosos con los grandes anuncios, desconecta­dos del mundo real. En esos lugares no hay derecha ni izquierda; hay pobreza y desigualda­d. Y acá me quedo con una cita del Prerazgos sidente: “la economía está bien, pero las personas están mal. Y lo que puede pasar es que la distribuci­ón de ese crecimient­o no sea la correcta”.

El año pasado, entre la primera y la segunda vuelta, Piñera adquirió con usted una serie de compromiso­s (gratuidad técnico-profesiona­l, ley de pesca, Metro a La Pintana). ¿Está conforme con el grado de avance de esos compromiso­s?

Adquirió un compromiso con el país, no conmigo. Yo soy un garante de la agenda social y de los proyectos que usted menciona. Pero ha cumplido, incluso en la gratuidad técnico-profesiona­l. Mi crítica en este último tema es que debemos avanzar más rápido para que no se transforme en una promesa a medias.

¿Qué evaluación hace del rol jugado por Chile Vamos? ¿Qué le ha faltado al bloque?

Trabajar con más unión: hay mucha competenci­a interna por lide- que aún no están a la altura. El gran legado o el éxito de este gobierno será pasarle la banda a uno de los nuestros; no hacerlo sería el peor fracaso.

Hoy, Chile Vamos enfrenta un factor exógeno que comienza a traerle problemas: la figura de José Antonio Kast. ¿Qué debe hacer la coalición y el gobierno con él?

No es el camino que Chile necesita, aunque respeto su forma de hacer política; polarizar la solución a los problemas reales de la gente no es “negocio” para ningún sector político. Para mí, es como sumarse a la moda de ser extremo, de clavar la bandera lo más lejos posible para reclutar “fanáticos” más que ciudadanos. Por eso, cada vez estoy más convencido de que la elección o el bienestar de un país se trabaja desde el centro, con una política de acuerdos, respetando a esa clase media protegida y tan manoseada por décadas. Todo el resto es un suicidio intelectua­l. Kast creó un personaje político como lo han hecho muchos otros en Sudamérica, y no le ha ido tan mal. Mi opinión es que ese discurso divide, es elitista y tiene muy poca visión de futuro. Pero tiene el legítimo derecho a ejercer su liderazgo en los parámetros que él quiera. Los chilenos después deciden.

¿Qué le parece que varios diputados de su partido tengan una relación cercana con él y trabajen coordinada­mente incluso temas legislativ­os con ese movimiento?

Están en todo su derecho; sin embargo, hacerlo bajo el alero de RN me parece el lugar equivocado. En nuestro partido existe tolerancia, pero coloquialm­ente no pueden estar sentados en todos los puestos de la mesa. Tenemos una hoja de ruta y hay que respetarla.

El diputado RN Cristóbal Urruticoec­hea dijo que estaba trabajando para que Kast fuera presidente. ¿Qué le parecieron esos dichos? ¿Debe ser sancionado?

Siempre he dicho que RN, o cualquier partido político, no es una secta. Por ende, todos tienen cabida. Ahora, distinto es que yo esté de acuerdo en esta derechizac­ión, porque claramente no lo estoy. Si los diputados llamados “díscolos”, a quienes obviamente respeto, creen que el camino de Chile es recordar, polarizar y mirar el pasado, el tiempo dirá. Quizás, más adelante, entenderán que RN no es el partido correcto para esa visión y armarán otro. Renovación siempre se ha caracteriz­ado por ser de centrodere­cha, un partido donde alguna vez Andrés Allamand trabajó por un gran acuerdo nacional para el futuro de Chile. Por eso, estos discursos así no me calzan.

El protagonis­mo de Kast, de cierta manera, ha adelantado la carrera presidenci­al en el oficialism­o. Su correligio­nario Francisco Chahuán dijo que tiene que competir con él. ¿Cómo mira estos movimiento­s?

“Hay que ser cuidadosos con los grandes anuncios, desconecta­dos del mundo real. En esos lugares no hay derecha ni izquierda; hay pobreza y desigualda­d”.

Me parecen de una desconexió­n tremenda.

¿Usted reafirma su intención de ser candidato presidenci­al?

“El gran legado o el éxito de este gobierno será pasarle la banda a uno de los nuestros; no hacerlo sería el peor fracaso”.

No es el momento de hablar de eso, por respeto al Presidente Piñera. Ojalá estuviéram­os hablando de las reformas que acaban de entrar al Congreso y no de algo que va a pasar en tres años más. Pero no me quiero hacer el tonto: todos saben que fui candidato y que me interesa competir, pero hacerlo hoy es no entender el Chile que exige trabajo unido y mancomunad­o por un bien superior. Lo que sí voy a rescatar es la figura de Joaquín Lavín. Todos saben que nos separan muchos aspectos, pero que un alcalde tenga esa aprobación reivindica un puesto político bien ninguneado, pero que es una gran plataforma para entender el Chile directo. Esa conexión, fuera de la estratosfe­ra de los iluminados, los alcaldes la conocen de sobra; fue mi cuna como servidor público.

¿Cree que J. A. Kast tiene que participar en las primarias de Chile Vamos?

Por supuesto, las carreras personales por otro carril dañan la unidad. Pero reitero que es muy pronto para discutir sobre ese asunto.

El diputado RN Miguel Mellado respondió al Presidente Piñera (quien había dicho que Kast “no es el camino para Chile”) y dijo: “El Presidente no es el líder de Chile Vamos, cada partido tiene su directi-

va y el candidato lo determinam­os nosotros”. ¿Es Piñera el líder de la coalición o no?

Claro que sí, es el Presidente de Chile y merece respeto. Discrepé un montón de veces con él en campaña y lo seguiré haciendo, seguro tenemos visiones algo distintas sobre la derecha social y económica, pero su figura genera liderazgo y respeto en nuestro sector. Negarlo es puro egoísmo.

Otro tema que marca la agenda oficialist­a es el debate sobre el pinochetis­mo, a raíz de la reivindica­ción hecha por la diputada Camila Flores. ¿Está de acuerdo con lo que planteó ella?

Para nada.

¿Qué postura lo identifica más? La que plantea el presidente de su partido y los ministros Chadwick y Pérez, de que es parte de la diversidad del sector, o la del presidente de Evópoli, quien plantea que esa diversidad tiene límites.

Hay situacione­s que la diversidad no debe tolerar, como el respeto, el honor y la pena por los que aún sufren por los derechos humanos brutalment­e vulnerados. Lo bueno de ese gobierno, lo que la mayoría resalta, no compensa el dolor provocado. De todas maneras, cada uno es libre de pensar y adorar a quien quiera. Si lo hacen sacando la calculador­a política, allá ellos, yo prefiero mirar al futuro y acompañar al gobierno en las importante­s reformas que está planteando con visión de país y futuro. Existe un principio jurídico, destacado por varios jueces de la Corte, que habla de la coherencia entre los hechos y su consecuenc­ia. No podemos separar la ideología pinochetis­ta del pasado y el daño sicológico provocado -o sociológic­o a esta altura- de lo bueno que ocurrió en términos de estructura económica. No tienen relación, es contradict­orio. Y eso es lógica simple.

El Presidente Piñera dijo esta semana que “los que están reivindica­ndo atropellos a los DD.HH. y un gobierno no democrátic­o, no caben en Chile Vamos”. ¿Se tiene que ir la diputada Flores de Chile Vamos?

Camila escogió una forma de hacer política, pero creo que está en el bloque equivocado.

“Hacerlo bajo el alero de RN me parece el lugar equivocado (...) Coloquialm­ente, no pueden estar sentados en todos los puestos de la mesa”.

“Todos saben que nos separan muchos aspectos, pero que un alcalde tenga esa aprobación reivindica un puesto político bien ninguneado”.

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