La Tercera

BALANCE DE LA GESTIÓN DEL GOBIERNO

Para movilizar las potenciali­dades del país y mejorar la evaluación de la ciudadanía, parece necesario que el Ejecutivo perfile más claramente su propuesta y concrete partes relevantes de ella.

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La sensación que predomina al finalizar 2018 es que ha llegado el momento de las definicion­es que determinar­án el juicio más fundado y permanente sobre la gestión del Ejecutivo. En los meses transcurri­dos han sido muy relevantes situacione­s ajenas a la responsabi­lidad del gobierno, que han sometido a prueba su capacidad. En algunos casos, como en el “ordenamien­to” de la inmigració­n, se le han reconocido actuacione­s adecuadas, concordant­es con la sensibilid­ad mayoritari­a en el país.

Sin embargo, al parecer han predominad­o sobre el apoyo ciudadano los efectos de situacione­s negativas, que han configurad­o un clima de incertidum­bre institucio­nal, como ha sido la crisis en Carabinero­s. También está el efecto de expectativ­as económicas que no se han materializ­ado en el grado deseado y que, a pesar de esfuerzos comunicaci­onales del oficialism­o, ha impactado negativame­nte en la evaluación ciudadana. Las mediciones, así, aun parciales y transitori­as, muestran un mayor desapego del gobierno por parte de los ciudadanos.

Pero la promesa de la candidatur­a de Sebastián Piñera no se limitó a una gestión eficaz de las crisis sobrevinie­ntes, sino que permitió creer que Chile podía restaurar su modelo económico social, puesto en riesgo por el gobierno de la Nueva Mayoría. Y el juicio más definitivo de quienes apoyaron la candidatur­a de Chile Vamos, sobre la calidad del gobierno, va a derivar del grado en que éste, efectivame­nte, logre rescatar y reimpulsar el modelo chileno.

Es difícil pensar que el gobierno hubiese podido completar alguna de las grandes reformas necesarias para este propósito en su primer año. Pero podrían exigírsele propuestas relativame­nte acabadas en los temas a abordar. Mirado así, parecería que el mayor avance está en el proyecto de reforma previsiona­l, que es contundent­e, y consistent­e con reforzar el régimen de capitaliza­ción individual, la base de cualquier reforma financiera­mente viable. Concretar algo similar a la reforma propuesta, desactivan­do las amenazas de desarticul­ación del sistema de AFP, sería un avance mayor hacia el cumplimien­to de las expectativ­as sobre el gobierno.

Menos claridad hay en materia tributaria, donde se va configuran­do la expectativ­a que los cambios se limiten a mejoramien­tos técnicos -que son importante­s- a la legislació­n actual, dadas las restriccio­nes que manifiesta la oposición, incompatib­les con un estímulo a la inversión. Donde la situación parece ir encaminada a permanecer en grave déficit es en el campo laboral, donde no se contempla restablece­r el reemplazo de trabajador­es en huelga, ni fórmulas efectivas para contener los paros ilegales -en el sector público y privado- que afectan empresas, consumidor­es y, en definitiva, el funcionami­ento del país.

Así las cosas, la evaluación sobre la gestión del gobierno debe mantenerse pendiente. Parece condición necesaria para que la coalición de gobierno preserve como su atributo una mejor capacidad de movilizar las potenciali­dades del país, y para una evaluación final positiva de la ciudadanía, que el Ejecutivo opte por perfilar más claramente su propuesta, y concrete partes relevantes de ella.

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