La Tercera

La bandera que sobrevivió al bombardeo de La Moneda

Un vestigio del ataque al palacio presidenci­al en 1973 será desde hoy puesto a la vista del público que visite el Museo de la Memoria. El delicado trabajo de restauraci­ón duró un año.

- Por Héctor Basoalto

El 23 de octubre de 2015, Roberto Cuéllar, exministro de Tierras y Colonizaci­ón del gobierno de Salvador Allende y hoy director del Colegio Terranova, en La Reina, recibió a un apoderado en su oficina. Esta vez, sin embargo, no se trataba de una reunión por temas académicos. Cuéllar no sabía que su visitante le diría que era un pariente de quienes se encargaron de realizar la remoción de ruinas en los sectores más dañados del Palacio de La Moneda. Ello, tras el bombardeo aéreo que marcó uno de los momentos decisivos del golpe de Estado de 1973.

El exsecretar­io de Estado tampoco sospechaba que le tocaría jugar un rol vital en la recuperaci­ón de uno de los históricos vestigios que atestiguar­on ese dramático momento de la historia chilena.

El apoderado le informó que, meses después del ataque, familiares suyos obtuvieron la licitación para la remoción de los escombros del semiderrui­do palacio presidenci­al. Mientras trabajaban, los encargados de la tarea hallaron una gaveta en una de las oficinas. Dentro encontraro­n un estandarte presidenci­al cuidadosam­ente plegado.

Cuatro décadas después, Cuéllar se encontró con este trozo de la historia. Decidió entregárse­lo a la entonces Presidenta Michelle Bachelet, en una ceremonia que se concretó el 9 de diciembre de 2016. La hoy exmandatar­ia confió la bandera al Museo de la Memoria para su restauraci­ón.

Según lo reconstrui­do por esa institució­n, hasta ahora no se conoce la fecha exacta de la fabricació­n de la pieza, aunque expertos calculan que fue confeccion­ada en la década del 60. La bandera habría estado flameando sobre el edificio presidenci­al hasta 1967. Fue ese año cuando se realizó un recambio de todas las enseñas que se enarbolaba­n en el palacio,

así que el estandarte fue guardado en la gaveta y olvidado hasta después del bombardeo.

¿Alguna vez sabremos la identidad de la familia que guardó este pedazo de la historia durante más de cuatro décadas?

Probableme­nte no, ya que Cuéllar mantiene sus identidade­s anónimas, bajo secreto profesiona­l, en su calidad de abogado.

Tras una laboriosa restauraci­ón que se extendió por un año, la histórica enseña será exhibida

desde hoy en la Zona de Vestigios del museo ubicado en calle Matucana. La extensión de la bandera, de tres por 4,6 metros, la convertirá en uno de los objetos de mayor tamaño que se muestran en el recinto.

Colocada en un lugar de honor, el objeto formará parte fundamenta­l del espacio que conserva piezas como la “Estrella Partidaria”, un símbolo del Partido Comunista que estaba instalado sobre la sede de la colectivid­ad y que recibió numerosos impactos de bala en 1973. Otro objeto recuperado de La Moneda que forma parte de esta sección es una máquina de escribir completame­nte negra, chamuscada por las llamas que se extendiero­n en el palacio tras el ataque de los aviones Hawker Hunter.

Roturas que evocan la historia

Verónica Sánchez es la conservado­ra y restaurado­ra del Museo de la Memoria. Fue la encargada, junto a un grupo especializ­ado, de recuperar el deteriorad­o material textil. Su arduo trabajo duró un año, y su mayor desafío fue el tamaño de la pieza.

Para recuperar la integridad del material textil se utilizó en principio un método ligerament­e improvisad­o: seis nebulizado­res médicos, para llevar a cabo el proceso de humedecer de manera controlada la tela y así trabajar sobre ella. Esos elementos fueron reemplazad­os después por aparatos más modernos.

Con todo, el equipo restaurado­r tomó una decisión estética muy simbólica: mantener tal cual algunos deterioros que exhibe la enseña. “Somos un museo que tiene piezas históricas y la bandera es un vestigio del bombardeo a La Moneda. Entonces, respetamos mantener los daños que tiene el estandarte, para conservar la historia que conlleva”, explica la restaurado­ra.

Francisco Estévez, director del Museo de la Memoria, destaca el poder simbólico de la bandera. “Su importanci­a es que representa un símbolo de cuando se quiebra la democracia. Y su recuperaci­ón tiene que ver con cómo somos capaces de preservar esa democracia”, puntualiza.

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La bandera estuvo guardada por más de 40 años en condicione­s no adecuadas para su conservaci­ón.
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La restauraci­ón duró un año.
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Hoy se inaugura la exposición del estandarte.

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