OBLIGACIÓN DE CUIDAR EL ENTORNO NATURAL
SEÑOR DIRECTOR
Las apariciones de cóndores, zorros y pumas en casas del sector oriente de Santiago han causado gran expectación en la ciudadanía. La principal explicación de este fenómeno radica en que la precordillera ha sido parte de su hábitat desde antes de la llegada de la civilización.
Pero a pesar de la construcción de condominios, viviendas y parques recreativos, aún quedan algunos “vecinos” en la Región Metropolitana. Haciendo un barrido de la zona precordillerana, desde Lo Barnechea a Puente Alto, se observa claramente que uno de esos lugares está ubicado en la comuna de Peñalolén, justo al poniente de la Quebrada de Macul y aledaño a varios sectores como la Comunidad Ecológica, la Villa Olga Leiva, la Universidad Adolfo Ibáñez, Las Pircas y el Templo Bahai. Aquí es fácil divisar loicas, tucúqueres (búho), tordos, tijerales, chercanes, pájaros carpinteros, cóndores y colibríes. Un catastro reciente encontró más de 30 especies de aves autóctonas, además de tres de anfibios, nueve de reptiles y una veintena de mamíferos. ¡Y estamos hablando de una zona a 10 minutos en auto o bus desde el Metro Grecia!
Por eso es clave que en los proyectos inmobiliarios en curso -o en proceso de conseguir autorización- se considere a estos preciados “vecinos”, incorporando elementos de cuidado (y no solo de mitigación), que vayan mucho más allá de lo que exige la ley.
Otro eleme nto fundamental es que los habitantes, unidades sociales y vecinales que viven en los sectores cercanos a este “corredor biológico precordillerano” participen en consultas ciudadanas; factor que no se está cumpliendo a cabalidad con proyectos de construcción, que actualmente se están evaluando.
Este pequeño y frágil territorio es una herencia para las nuevas generaciones. Un patrimonio ambiental, cultural, social y turístico que debe ser el alma sustentable que nuestro país quiere alcanzar.
Daniel Hoppmann
Presidente JJVV Comunidad Ecológica de Peñalolén