La Tercera

La calle para las personas

- Juan Carlos Muñoz Jorge Fuenzalida Rodrigo Mora Centro de Desarrollo Urbano Sustentabl­e CEDEUS

Se ha visto un fuerte despegue de bicicletas públicas y ciclovías en distintas comunas de Santiago; y, recienteme­nte, scooters eléctricos y monopatine­s. En la última década se han diversific­ado los modos de transporte, porque la congestión vehicular hace que muchas veces sea más rápido moverse en modos alternativ­os, especialme­nte en viajes cortos. Además, hay cada vez más interés en pedalear y caminar, modos sustentabl­es que contribuye­n a mejorar la salud de las personas.

La coexistenc­ia de múltiples actores en la calle implica el desafío de mejorar su convivenci­a, como lo intenta la reciente Ley de Convivenci­a Vial (LCV). Sin embargo, estos esfuerzos serán en vano si no se diseña la calle y su entorno con infraestru­ctura segura para los usuarios más vulnerable­s. Es fundamenta­l pasar de la concepción de calles para los autos a una visión de calles para las personas, tal como se ha hecho en algunos países desarrolla­dos, reconocién­dolas como espacios públicos vitales, no solo para la circulació­n, sino para el encuentro entre las personas. Este enfoque se conoce como “Calles Completas”.

Si bien en Chile se ha generado conciencia sobre la necesidad de que peatones, ciclistas y transporte público convivan de manera fluida y segura, existe una limitación estructura­l para impulsar Calles Completas: la normativa actual.

La Ordenanza General de Urbanismo y Construcci­ón (OGUC) es el cuerpo legal que regula los estándares de diseño y construcci­ón de vías en nuestro país. Esta ordenanza limita la innovación, con criterios excesivame­nte rígidos y difíciles de cumplir. Por ejemplo, puede llegar a exigir 14 metros para pistas de vehículos y seis de acera para una calle de 15 metros, sin especifica­r criterios de solución. En la práctica, frente a este tipo de incongruen­cias, se suele priorizar las vías para autos.

Además, la OGUC da a los ministerio­s de Vivienda y Urbanismo y de Transporte­s un poder discrecion­al, que dificulta que municipali­dades y gobiernos regionales puedan innovar en sus territorio­s; además de establecer una clasificac­ión de calles con un criterio casi exclusivo de movilidad, en contraste con la doble función que se propone en Calles Completas.

Chile requiere pensar en un nuevo marco legal, que priorice los modos de transporte público y activos, para que nuestras ciudades sean más acogedoras, dinámicas y humanas, al tiempo que contribuya­n a los desafíos globales de sustentabi­lidad.

Este nuevo marco legal debiese empoderar a gobiernos locales y organizaci­ones ciudadanas, en lugar de limitar su iniciativa. Los desafíos de sustentabi­lidad urbana exigen que pongamos atención en el diseño de calles, para que estén al servicio del movimiento en múltiples modos y también al encuentro de las personas.

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