La Tercera

Nuevos conflictos, vieja política

- Roberto Méndez Escuela de Gobierno UC

“El problema de la migración, simplement­e no lo vimos venir”. Así, honesta y descarnada­mente, Carolina Tohá reconocía la forma sorpresiva en que el tema migratorio apareció en la escena política y se instaló como protagonis­ta central. Esto ocurrió esta semana, en un seminario de la UC, donde se discutían los cambios sociales en Chile, a la luz de los datos de la Encuesta Bicentenar­io 2018.

Es que, efectivame­nte, el tema de la migración se apareció en forma súbita. Sin duda, para el sector político que representa Tohá, pero en realidad para todos. Nadie estaba preparado para lo que ocurrió. Elías Albagli (Banco Central) diagnostic­ó “la inmigració­n estos últimos tres años tomó por sorpresa a todos”; mientras Guillermo Patillo (INE) reveló, consternad­o, que la Encuesta de Empleo del organismo que dirige, “en ciertos parámetros, está sesgada y tiene problemas severos”; principalm­ente, a causa del inesperado “shock”.

Pero no es el único tema social que ha surgido en los últimos años. La Encuesta Bicentenar­io identifica otros significat­ivos: desde luego, el tema mapuche, que aun cuando sea de larga data, hasta hace poco no era percibido nítidament­e como “conflicto” (2006). También ha emergido la corrupción, un problema mayor que invade y destruye las institucio­nes públicas y privadas, afectando la imagen que los chilenos tenemos de nosotros mismos (en 2018, un 60% opinó que Chile es igual o más corrupto que el resto de América Latina). También han aparecido otros temas como igualdad de género, medio ambiente y, desde luego, educación.

Son nuevos conflictos. ¿Pero somos hoy un país más conflictiv­o? La respuesta es no. Al menos, medido por estas percepcion­es. El nivel total de conflictiv­idad se ha mantenido relativame­nte constante en el período que cubre la serie Bicentenar­io. La razón es que, junto a la emergencia de nuevos conflictos, otros temas han disminuido su relevancia. Es el caso del “único verdadero” conflicto en alguna visión sociológic­a, aquel entre trabajador­es y empresario­s. En 2006, un 66% opinaba que éste era “un conflicto grave”, percepción que hoy ha descendido paulatinam­ente al 48%. Similar descenso ocurre en otros temas. Es el caso del “conflicto entre ricos y pobres”, e incluso el conflicto político entre gobierno y oposición.

Es claro que la ciudadanía se alinea y se divide en referencia a nuevos temas, nuevos conflictos que los afligen. El problema es que la política y los políticos parecieran haberse quedado anclados en los otros, los conflictos clásicos que dieron origen a las izquierdas y derechas, y que hoy son menos relevantes.

El tema da para largo. Pero aquí hay un camino, una explicació­n posible de por qué la política (y la democracia) aparece cada día menos relevante para los ciudadanos.

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