La Tercera

INTEGRACIÓ­N URBANA Y SEGREGACIÓ­N ESCOLAR

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SEÑOR DIRECTOR

Hace poco fue firmada la Ley de Integració­n Social y Urbana por el Presidente Piñera. Esta ley propone medidas para comenzar a hacernos cargo, desde la construcci­ón de las ciudades, de la segregació­n social, una de las enfermedad­es más profundas que tenemos en Chile.

Si asumimos que éste es de los desafíos prioritari­os que debemos abordar, la conformaci­ón del espacio urbano es esencial para hacerle frente. Sin duda, hacen falta mejoras y medidas complement­arias, pero la voluntad de poner esta discusión en la agenda legislativ­a es un esfuerzo público que merece ser reconocido.

Por eso llama la atención la discrepanc­ia entre los avances decisivos de esta ley y los pasos que se buscan dar en materia educativa, al reinstaura­r la selección por parte de los establecim­ientos educaciona­les, favorecien­do la segregació­n escolar.

La segregació­n socioeconó­mica en Chile, y el clasismo que de ahí deriva, es un problema que permea todas las dimensione­s de nuestra convivenci­a, siendo la educaciona­l y la urbana de las más relevantes.

Pocos espacios impactan con mayor fuerza en nuestro desarrollo e identidad que el barrio y la escuela. Avanzar en integració­n urbana y, al mismo tiempo, facilitar la segregació­n escolar pareciera un acto de esquizofre­nia pública, contraprod­ucente desde todo ángulo. No solo ambas políticas avanzan en direccione­s opuestas, sino que además rompen las posibles sinergias. Un despropósi­to en la agenda por un desarrollo inclusivo.

Si la integració­n y equidad social son desafíos prioritari­os, dar pasos hacia un sistema escolar más inclusivo es tan importante como los avances en materia de integració­n urbana.

Sebastián Bowen Director Ejecutivo Techo-Chile

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