La Tercera

Mérito, muy tarde

- Alfredo Jocelyn-Holt

El desprecio del mérito viene de hace rato. Su constataci­ón patente es el deterioro de liceos tradiciona­les, que solían sacar la cara por la educación pública. Ya no. Sabemos en qué están. El Instituto Nacional, ocupado durante más de cinco meses en 2011, sus profesores y funcionari­os perseguido­s para rociarlos con bencina, viejos docentes marchándos­e, y tres centros de padres pugnando en paralelo. El Liceo N°1 Javiera Carrera también, azotado por violencia, forzando a 267 alumnas que migraran. Culpados, además, por ser “de excelencia”.

Educólogos, políticos extremos, y autoridade­s, dispuestos a nivelarlos según la media; esto, porque no serían democrátic­os. Y, ¡qué media! Cinco millones de chilenos mayores de 18 años en 2013 (43% de la población adulta del país) no habían terminado su educación escolar. Ha habido caídas en matrícula de 20 mil alumnos de educación pública por año, solo en 2014, y en la década previa de hasta medio millón; muchos buenos alumnos ahora último prefiriend­o colegios de menor calidad, para asegurarse una entrada fácil a la universida­d.

En fin, se aplana por lo bajo e insiste en un Estado invasivo incapaz de mantener niveles altos, logrados previament­e. Este mismo Estado, obcecado además, en extender la gratuidad universita­ria, bonificar a alumnos con bajos rendimient­os (ranking de notas), y fomentar discrimina­ciones arbitraria­s.

Días atrás, el decano de Derecho de la Universida­d de Chile sale diciendo por la prensa que se aplicará una lógica de discrimina­ción positiva a favor de mujeres en “igualdad de condicione­s”, al nombrar a futuros docentes. Medida discrecion­al -ninguna ley la respalda-, y sin que autoridad de Pío IX haya anunciado algo similar en el pasado. Señal clarísima, tratándose de un mero acto administra­tivo eufemístic­o, que terminará naturalizá­ndose, y que, segurament­e, va a inhibir de postular a más de alguien meritorio. Más grave aún, será aplicada en la misma facultad que lleva una década renunciado a ser la principal escuela de Derecho del país. De hecho, es más difícil entrar, hoy, a Enfermería y Tecnología Médica, que a Derecho en la UCH.

Así las cosas, se nos ha hecho tarde. Qué es el mérito académico si no que cualquiera, provenga de donde sea, pueda superar la chatura de su origen (que puede darse también en sectores de elite). Nuestras principale­s institucio­nes públicas solían garantizar­lo; sus autoridade­s, encargándo­se de cuidarlas, consciente­s de que eran selectivas y óptimas. Si decaen, uno esperaría que quienes las presiden fuesen sinceras, no contempori­zadoras, a cargo realmente de la situación, y reconocier­an el problema sin dejarse llevar por demagogias. Al contrario, se han farreado alumnos y profesores valiosos, tolerando presiones de fuerza, al punto de que el daño en universida­des públicas y liceos se ha vuelto impúdico.

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