Mérito, muy tarde
El desprecio del mérito viene de hace rato. Su constatación patente es el deterioro de liceos tradicionales, que solían sacar la cara por la educación pública. Ya no. Sabemos en qué están. El Instituto Nacional, ocupado durante más de cinco meses en 2011, sus profesores y funcionarios perseguidos para rociarlos con bencina, viejos docentes marchándose, y tres centros de padres pugnando en paralelo. El Liceo N°1 Javiera Carrera también, azotado por violencia, forzando a 267 alumnas que migraran. Culpados, además, por ser “de excelencia”.
Educólogos, políticos extremos, y autoridades, dispuestos a nivelarlos según la media; esto, porque no serían democráticos. Y, ¡qué media! Cinco millones de chilenos mayores de 18 años en 2013 (43% de la población adulta del país) no habían terminado su educación escolar. Ha habido caídas en matrícula de 20 mil alumnos de educación pública por año, solo en 2014, y en la década previa de hasta medio millón; muchos buenos alumnos ahora último prefiriendo colegios de menor calidad, para asegurarse una entrada fácil a la universidad.
En fin, se aplana por lo bajo e insiste en un Estado invasivo incapaz de mantener niveles altos, logrados previamente. Este mismo Estado, obcecado además, en extender la gratuidad universitaria, bonificar a alumnos con bajos rendimientos (ranking de notas), y fomentar discriminaciones arbitrarias.
Días atrás, el decano de Derecho de la Universidad de Chile sale diciendo por la prensa que se aplicará una lógica de discriminación positiva a favor de mujeres en “igualdad de condiciones”, al nombrar a futuros docentes. Medida discrecional -ninguna ley la respalda-, y sin que autoridad de Pío IX haya anunciado algo similar en el pasado. Señal clarísima, tratándose de un mero acto administrativo eufemístico, que terminará naturalizándose, y que, seguramente, va a inhibir de postular a más de alguien meritorio. Más grave aún, será aplicada en la misma facultad que lleva una década renunciado a ser la principal escuela de Derecho del país. De hecho, es más difícil entrar, hoy, a Enfermería y Tecnología Médica, que a Derecho en la UCH.
Así las cosas, se nos ha hecho tarde. Qué es el mérito académico si no que cualquiera, provenga de donde sea, pueda superar la chatura de su origen (que puede darse también en sectores de elite). Nuestras principales instituciones públicas solían garantizarlo; sus autoridades, encargándose de cuidarlas, conscientes de que eran selectivas y óptimas. Si decaen, uno esperaría que quienes las presiden fuesen sinceras, no contemporizadoras, a cargo realmente de la situación, y reconocieran el problema sin dejarse llevar por demagogias. Al contrario, se han farreado alumnos y profesores valiosos, tolerando presiones de fuerza, al punto de que el daño en universidades públicas y liceos se ha vuelto impúdico.