La Tercera

Ñuñoa captura la mitad de las viviendas nuevas que rodearán la Línea 3 del Metro

Un estudio proyecta que 14 mil inmuebles se agregarán a la oferta de la zona aledaña a esta línea. Lidera la estación Irarrázava­l.

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La comunicaci­ón de la sentencia del juicio por un eventual asesinato del expresiden­te Frei Montalva, redactada por el juez Madrid, está dejando algunas claras lecciones que vale la pena aquilatar. Primero, siembra una duda razonable sobre cuán bien “funcionan las institucio­nes” en el país. Después de 19 años de trabajo el fallo del juez soslaya abiertamen­te las más elementale­s nociones del derecho y, haciendo vista gorda de la ausencia de pruebas concluyent­es (no constata nada de lo que afanosamen­te buscó), no trepida en establecer condenas por homicidio simple, afectando a personas presumible­mente inocentes. Vistos los antecedent­es, resultaba más equitativo establecer mala praxis o negligenci­a médica, si es que de ellas existían indicios suficiente­s. En fin, el tenor de su resolución evidencia más voluntaris­mo que justicia, más deseos de encontrar culpables que comprueben sus propias tesis, que elementos concretos que las ratifiquen.

Segundo, los argumentos contenidos en el fallo exculpan –en vez de inculpar, que era el propósito– al gobierno militar y sus organismos de seguridad de una supuesta participac­ión en la muerte de Frei. Y, en cambio, aportan piezas de informació­n que indicarían que, de haber existido injerencia de alguien en ella (cuestión para nada clara), ésta habría provenido de un círculo muy cercano al fundador de la Falange, esto es, de sus amigos personales y de la DC. ¿Se trataría, entonces, de una “traición” o de un posible “ajuste de cuentas” entre facciones de esa tienda política? ¿Hay quien comparta convencido esta interpreta­ción, en especial al interior de la misma?

Tercero, no siendo un misterio que incluso en círculos familiares no hubo unanimidad en apoyar abiertamen­te la postura investigat­iva del magistrado, resulta curiosa una cuasi unánime reacción de condena al mentado “magnicidio” en la familia y en la oposición, al ser conocido su fallo, más todavía considerad­a la insoslayab­le falta de contundenc­ia de éste. ¿Se trata sin más de una largamente dilatada catarsis ante tantos años de espera en el fondo infructuos­a?, ¿o, por contrario, de una oportunida­d caída del cielo para unir a una deshilacha­da gama de fuerzas contrarias al actual gobierno y de resucitar para estos efectos su común animadvers­ión al régimen militar y a las “complicida­des” que habría tenido la derecha política con sus abusos?

Cuarto, ¿y el gobernante de turno? Su calculadam­ente pronto y solidario “tuit” no merece comentario. Bien ponderados los hechos no es casual que un periodista serio, nada sospechoso de tener simpatías por Pinochet y su gobierno, como es Ascanio Cavallo, haya escrito el domingo pasado en este mismo medio de prensa una valiente y esclareced­ora columna, en que concluye sosteniend­o que “hay una verdad verdadera que no está en el laborioso fallo del juez Madrid ni en las ceremonias que se iniciaron minutos después que lo liberara. ¿Alguien se interesará en ella?”. Amén al columnista. ¡Honda preocupaci­ón por Chile!

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Álvaro Pezoa Ingeniero comercial

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