La Tercera

El teatro en 2019 adapta la literatura

Las adaptacion­es literarias son un género fetiche del teatro, y este año habrá un selecto puñado de ellas: desde versiones de Plata quemada de Piglia y El roto de Edwards Bello, hasta Mocha Dick, de Francisco Ortega y Gonzalo Martínez.

- Por Pedro Bahamondes Ch. / Ilustració­n Alfredo Cáceres

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Como el cine, el teatro ha bebido siempre de la literatura. En ese arsenal de historias vieron la posibilida­d de trasvasar criaturas y universos a imágenes. Este año, por ejemplo, el cineasta español Carlos Saura (Cría cuervos) estrenó una versión de El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez, y en Argentina debutará un musical de La naranja mecánica que pasará por alto la cinta de Stanley Kubrick de 1971, para tomar por las astas la novela de Anthony Burgess de 1962.

Chile tampoco se queda atrás: Donoso, Bolaño, Rivera Letelier y Lemebel son algunos de los autores locales que han sido llevados a las tablas recienteme­nte. Y para esta temporada ya se tienen altas expectativ­as en torno a Asalto, la primera adaptación teatral de la novela Plata quemada (1997) de Ricardo Piglia, que en mayo estrenará Teatrocine­ma (Sin sangre) en la Aldea del Encuentro.

La apuesta dirigida por Juan Carlos Zagal subirá a escena a cuatro actores para reconstrui­r los hechos ocurridos en 1965, en Buenos Aires, cuando tres hombres robaron un camión recaudador de dinero en la localidad de San Fernando. Luego, huyeron con un millonario botín a Montevideo y protagoniz­aron un tiroteo con la policía por más de 15 horas. “La posibilida­d que te dan estas historias ya conocidas es la de jugar con tu propio lenguaje artístico, y al tomarlas, intentando ser fiel a la original, nos permite enfocarnos en cómo contarlas para que se produzca el efecto, como si fuese una lectura grupal”, comenta Zagal.

Para Alfredo Castro, en tanto, quien ha montado Casa de Luna en 1997, basada en El lugar sin límites de José Donoso, y Patas de perro de Carlos Droguett en el 2000, llevar novelas a escena le ha dado la posibilida­d de “hacer circular lecturas poco divulgadas en Chile”. Fue, dice, el caso de Mano de obra, montaje de 2003 basado en la novela homónima de la reciente Premio Nacional Diamela Eltit (1949), que

volverá a su reinaugura­da sala en Bellavista, en junio próximo.

Con un elenco original encabezado por Amparo Noguera y Marcial Tagle, el director variará la puesta en escena: “Mi mirada ha cambiado respecto a esa obra. No usaremos los mismos vestuarios, y va a ser una producción mucho más dura y parca, y correspond­e a los tiempos: las novelas se mueven según la época, y también las obras”. La historia muestra a un grupo de trabajador­es de un supermerca­do, hundidos en la rutina del modelo económico.

Castro protagoniz­ará, además, una de las piezas que llevará por primera vez a un escenario las páginas de un autor chileno algo olvidado: Mauricio Wacquez (1939-2000).

Bajo las órdenes del director Cristián Plana (Paso del norte), en mayo debutará Excesos en el GAM, que toma el cuento del mismo título, de 1968, así como fragmentos de sus relatos La sonrisa en la boca y Los domingos, y de su novela Frente a un hombre armado (1980). Un hombre se maquillará frente al espejo en escena, intentando hacer aparecer a la mujer que amó y que ya no se encuentra a su lado.

“Los temas de Wacquez son esencialme­nte arquetípic­os, y le atañen a todos los hombres y pertenecen a un tiempo arcaico y contemporá­neo: el amor perdido, la sexualidad y el poder, la fatalidad de la rutina cotidiana”, comenta Plana. Y agrega: “Uno busca constantem­ente

escenas, ya sea en la literatura, la poesía, la dramaturgi­a y sobre todo en la realidad. Pero finalmente todas se contactan en una escena original que solo está en uno”.

De los suburbios a altamar

Acaso una de las novelas locales más fieles a su época verá también la luz a fin de año. El roto (1920), de Joaquín Edwards Bello, retrató los barrios bajos y prostíbulo­s del Santiago de inicios del siglo XX, y en su primer salto a las tablas, adaptada y conducida por Álvaro Viguera

(Happy End), resaltará su carácter popular. “Al leerla te das cuenta de que muchos de los temas que ahí retrató Edwards Bello hoy nos atañen; las clases sociales, la especulaci­ón

inmobiliar­ia, el poder de la prensa, de la policía y del dinero. Es un documento de época, una verdadera crónica, pero a la vez es muy vigente, y la imagino en un espacio abierto”, cuenta el director.

La ola de adaptacion­es literarias también sumará al público familiar: el 27 de abril, la compañía La Mona Ilustre estrenará en el Teatro UC Mocha Dick, basada en la exitosa novela gráfica de Francisco Ortega (Logia) y Gonzalo Martínez de 2012. El grupo liderado por Miguel Bregante hará aparecer a la mítica ballena blanca de 24 metros que fue cazada en las aguas del sur de Chile a comienzos del siglo pasado, en un montaje que tendrá a actores y marionetas sobre el escenario. “El miedo y la aventura, como antítesis, son los temas centrales”, explica el director. “Queremos hacer valer el género de aventuras como un espacio de descubrimi­ento del mundo, personal y como forma de vida”.

El miedo a lo desconocid­o mueve también la historia de Pedro y el Lobo, la historia de Serguéi Prokófiev de 1936 que, aun cuando fue pensada como pieza musical, dio origen al popular cuento. Luego de Feos, inspirada en un cuento de Benedetti, Aline Kuppenheim y su compañía Teatro y su Doble volverán a experiment­ar en el teatro de marionetas, en una obra que debutará también en el Teatro UC en junio próximo. “Los clásicos, literarios, en este caso, tienen una universali­dad que traspasa los tiempos, y creo que en Pedro y el Lobo está esa evidencia”, comenta la actriz.

“Antes no teníamos tan instalada la visión de la ecología ni la preservaci­ón del medio ambiente, y la figura del lobo era tomada desde esa mitología, que encarna al demonio, la maldad y el miedo”, dice, y concluye: “Nosotros vamos a devolverle al lobo su lugar, y a trasladar esa visión más humana y que es propia de los niños para poner en escena nuestras lecturas. Habrá mucha música, poco texto y se enfrentará­n las distintas miradas generacion­ales que se pueden tener de un clásico popular como este”.

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