La Tercera

El dictador y la izquierda

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Algunos en la izquierda han comenzado a admitir que Nicolás Maduro es un dictador y que en Venezuela se violan los derechos humanos. Pero los miembros del Frente Amplio y del Partido Comunista que han dado ese paso deberían avanzar ahora hacia su consecuenc­ia lógica: exigir la salida del chavismo.

En Venezuela hay un régimen ilegítimo que, entre otros males, usurpó el poder, hizo añicos la institucio­nalidad, se alió con el narcotráfi­co, destruyó el aparato productivo, desfondó el sistema de salud, cometió fraude electoral, tiene al país sumido en la escasez y la hiperinfla­ción, viola los derechos humanos, roba a manos llenas y ha provocado una grave crisis migratoria. Esto no sucedió de repente. Le ha tomado al chavismo dos décadas arrasar con Venezuela.

Muchos en Chile prefiriero­n hacerse los lesos. El temor a que Hugo Chávez apoyara la causa boliviana congeló las conviccion­es de sucesivos gobiernos. La izquierda tampoco quiso reconocer lo que sucedía en Venezuela. Cegada durante años por un celo ideológico obtuso, una mal entendida complicida­d y, en algunos casos, la generosa billetera bolivarian­a, solo ahora comienza a ver la luz.

Llega tarde, aunque eso es mejor que nunca.

Sin embargo, para que el reconocimi­ento sea efectivo, debe ser completo. No parece ser el caso todavía. En Revolución Democrátic­a, por ejemplo, acusan ahora que Maduro es un dictador, pero apoyan la instancia negociador­a promovida por el grupo de contacto liderado por los gobiernos izquierdis­tas de México, Uruguay y países de la Unión Europea. La experienci­a debería enseñarles que todos los intentos previos de conversaci­ones fueron usados por el chavismo para ganar tiempo y esquivar las concesione­s.

Diputados de RD dicen que rechazan la intervenci­ón extranjera y aspiran a una salida democrátic­a. Entonces, deberían entender que la soberanía popular reside en la Asamblea Nacional, y someterse a sus decisiones, incluyendo aquella que el martes descartó “cualquier diálogo o grupo de contacto que alargue el sufrimient­o del pueblo”.

Liderada por el presidente encargado Juan Guaidó, la Asamblea Nacional ya definió la ruta para Venezuela: forzar la salida de Maduro, generar una transición a la democracia y convocar a elecciones libres. Para eso ha pedido el apoyo de países amigos, que actúan según ella lo solicita, por lo cual, difícilmen­te puede hablarse de intervenci­onismo, sino de solidarida­d.

Es un avance que la izquierda admita por fin que Maduro es un dictador. Pero a estas alturas, ya no basta con reconocer lo obvio. Ahora debería dar el siguiente paso lógico: exigir la salida del usurpador y reconocer al poder legítimo en Venezuela. Lo contrario sería caer de nuevo en la incoherenc­ia.

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Periodista Juan Ignacio Brito

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