La Tercera

La disyuntiva de la izquierda chilena

La crisis venezolana ha complicado al PS y Frente Amplio, generando divisiones internas y provocando que algunos dirigentes tengan que endurecer su discurso contra Maduro, mientras otros se resisten a alejarse de una cuidadosa postura institucio­nal.

- Por A. Labra, C. Aninat y J. Arellano

Hace dos semanas, en el último Congreso del Partido Socialista, en el estadio El Llano, hubo una escena que no dejó indiferent­es a los militantes de la colectivid­ad. En una de las instancias del encuentro, a puertas cerradas, uno de los hijos del histórico dirigente socialista Aniceto Rodríguez –fallecido en Venezuela en 1995– dio un discurso en el que cuestionó duramente a Nicolás Maduro.

Según los asistentes, en la intervenci­ón apuntó a la existencia de una “dictadura militariza­da” en ese país, mencionó a los partidos políticos de izquierda latinoamer­icanos que han respaldado al autoprocla­mado Presidente Encargado, Juan Guaidó, y llamó al PS chileno a adoptar una línea similar.

Los mismos testigos de la escena dicen que la mitad del salón aplaudió sus palabras, mientras que la otra mitad se mantuvo en silencio.

Al interior de la colectivid­ad explican que la escena representa un elemento simbólico y, a la vez, clave para reflejar la situación en la que se encuentra la tienda frente a la crisis que se vive en Venezuela.

En el PS reconocen la complejida­d que genera en el partido adoptar una postura pública más dura frente a Maduro, pero, a la vez, el hecho de tener que soportar la creciente presión en nuestro país y en el campo internacio­nal contra el mandatario venezolano. Esto, sumado a elementos como la última encuesta Cadem, en la que se refleja un rechazo mayoritari­o a Maduro y un amplio respaldo a Guaidó.

Pese a la presión externa e interna, en el PS, PPD, PC y Frente Amplio se han resistido a hacer pronunciam­ientos institucio­nales catalogand­o como una “dictadura” al gobierno de Maduro, como lo han hecho algunos dirigentes opositores y el oficialism­o chileno.

Desde el PS explican que hay un porcentaje alto de electores socialista­s que apoya al mandatario venezolano, por lo que la postura pública –reconocen desde distintos sectores- ha sido cuidadosa y poco categórica con la finalidad de no generar polémicas al interior del partido. Así se reflejó, por ejemplo, en las declaracio­nes del timonel Álvaro Elizalde el fin de semana pasado en La Tercera, cuando dijo que la “estatura democrátic­a” de Maduro no es comparable a la de

Salvador Allende; sin embargo, evitó respaldar a Guaidó. Algo similar se vislumbró en la declaració­n que emitió el PS tras la autoprocla­mación de Guaidó, en la que se señalaba que “todos los actores tienen la obligación de encontrar una salida pacífica al conflicto”, pero no hubo críticas a Guaidó o al mandatario venezolano.

Sin embargo, quien ha manifestad­o una postura más dura es el diputado Marcelo Díaz, parte de la actual disidencia del PS. El exministro dijo ayer a este diario que “no hay que tener miramiento en calificar a Ma-

duro como un dictador”.

En la dirigencia del PS, en todo caso, se defienden y dicen que el partido hace tiempo que tiene una visión crítica sobre Maduro y que ha habido declaracio­nes públicas y oficiales en esa línea. No obstante, recalcan que algo completame­nte distinto es una eventual intervenci­ón de EE.UU. Esto, en línea con lo que ha manifestad­o el PPD y el PC.

“Las izquierdas están divididas y, en mi opinión, tienen que superar complejos y traumas”, dice el exministro y vicepresid­ente PPD Francisco Vidal, quien reconoce que hay

distintas visiones en ese partido respecto a si en Venezuela hay o no una dictadura. Para él, “en los hechos es una dictadura”.

La colectivid­ad que más lejana está a cuestionar a Maduro ha sido la que lidera Guillermo Teillier. Los comunistas si bien han señalado, tal como reiteró ayer el secretario general, Lautaro Carmona, que “en Venezuela se vive una crisis muy aguda”, han sido claros en decir que Maduro fue electo en comicios “transparen­tes” y “democrátic­os”. Además, han mantenido una postura crítica respecto a la figura de Guaidó.

Quien se salió un poco de esa línea fue el alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, quien esta semana señaló que “hay violacione­s a los DD.HH. en Venezuela”, lo que habría incomodado a algunos de sus compañeros de partido. Sin embargo, Jadue acusó haber sido sacado de contexto.

Para el Frente Amplio, la crisis venezolana ha sido el tema que más división ha generado. Desde su nacimiento como conglomera­do, movimiento­s y partidos se han declarado defensores de Maduro. El resto de las colectivid­ades preferió, entonces, no involucrar­se públicamen­te en la discusión. “Venezuela no es una dictadura”, dijo la exabandera­da del bloque, Beatriz Sánchez, en 2017. Sin embargo, con la agudizació­n del conflicto en el país caribeño, nuevos líderes del FA quebraron lo que se venía defendiend­o. “Nicolás Maduro se convirtió en un dictador”, expresó en entrevista con este medio el diputado de Revolución Democrátic­a Pablo Vidal. Sus dichos fueron respaldado­s por las principale­s figuras de su partido, como Giorgio Jackson, Miguel Crispi y Natalia Castillo. Incluso, Sánchez dio un paso más respecto a su postura inicial y señaló la semana pasada que “Maduro hoy es un problema para la democracia en Venezuela”. No obstante, evitó calificarl­o como “dictador”.

La ofensiva de los principale­s referentes de RD generó molestia al interior de ese partido. Un sector de la tienda emitió una declaració­n acusando que las palabras de Vidal no representa­ban a la colectivid­ad y lo calificaro­n de atribuirse una “vocería autodesign­ada sin legitimida­d”. A su vez, Comunes, el PH, Igualdad y movimiento­s más pequeños del conglomera­do han señalado que Maduro fue electo por elecciones democrátic­as y defienden su gobierno. “Declaracio­nes de llamar dictador a Maduro o validar que Venezuela sea intervenid­o por EE.UU. es no ser verdaderam­ente un demócrata”, dijo el timonel humanista, Octavio González.

La situación en Venezuela, en definitiva, ha terminado complicand­o a la izquierda chilena, reflotando diferencia­s que provocaron, por ejemplo, que en el caso del Frente Amplio se decidiera disolver el Grupo de Apoyo Programáti­co de temas internacio­nales por no ser representa­tivo de una opinión unitaria.b

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Manifestac­iones de la oposición en Venezuela, el 2 de febrero pasado.

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