El Padrino, un bestseller que cumple 50 años
El libro de Mario Puzo que cumple 50 años instauró una serie de convenciones sobre el crimen organizado. En su origen, sin embargo, todo se reduce a la familia: la inspiración del Don fue la propia madre de Puzo.
Empleado de oficina estatal a tiempo completo y periodista de revistas sensacionalistas en las horas libres, Mario Puzo llegó a los 45 años incómodo con su vida laboral y quebrado económicamente. Debía 20 mil dólares a amigos, financieras y usureros, pero al mismo tiempo tenía que alimentar a su esposa y a sus cinco hijos que, probablemente, no tenían demasiado interés en sus ambiciones literarias. Fue en ese momento cuando su editor le sugirió algo que podía sacarlo de la bancarrota: escribir una ficción a partir del submundo del crimen organizado, un universo que había explorado ya en su novela The
fortunate pilgrim (1965).
Puzo fue con la idea a cuatro editoriales y lo rechazaron. Sin embargo, necesitaba el dinero e insistió con el plan. Finalmente Putnam’s sons le dio un adelanto por cinco mil dólares, equivalentes a 35 mil de hoy (23 millones de pesos chilenos) para volcar tinta en las historias de gángsters neoyorquinos.
Entusiasmado y con 30 páginas escritas bajo el título genérico de
Mafia fue a Paramount Pictures. Al productor Robert Evans no le tomó mucho tiempo darle luz verde a una adaptación cinematográfica que con los actores indicados y el director correcto podía transformarse en una mina de oro.
Para cuando Francis Ford Coppola comenzó el rodaje de El padrino en 1971, Mario Puzo ya era un millonario y se había olvidado de sus anhelos de escribir literatura con mayúsculas. Aún así sería honesto consigo mismo hasta el fin de sus días: solía decir que si hubiera sabido que tanta gente iba a leer El
padrino la “habría escrito mejor”. Pero más allá de la autocrítica de su autor, El padrino siempre fue más de lo que él sospechó. Sólo en términos linguísticos, palabras como “consigliere” o “Cosa Nostra” pasaron al vocabulario general y expresiones como “le haré una oferta que le será imposible rechazar” se transformaron en eslogans de uso común.
La madre, la doña
Mario Puzo, que creció con su madre después de que su padre fue enviado al manicomio, siempre consideró que su mejor novela era The fortunate pilgrim, escrita inmediatamente antes del bestseller de 1969. Estaban ahí algunos personajes del hampa ítaloamericana desarrollados en El
padrino, pero antes que nada se trataba de la historia de Lucia Santa, una mujer que había emigrado de Italia para tener una vida mejor en Nueva York. Lucia era, en realidad, una representación de su propia madre Maria.
Viviendo en el barrio de Hell’s Kitchen de Manhattan (la llamada “cocina del infierno”, nido de gángsters irlandeses e italianos en los años 20 y 30), la madre de Puzo sacó adelante a sus 12 hijos (de dos matrimonios) y se negó a recibir a su segundo esposo cuando salió del asilo: era una “carga” económica y los muchachos estaban primero. Cálida, corajuda y despiadada al mismo tiempo, la madre de Puzo fue la real inspiración del carácter de Vito Corleone. El escritor, por lo demás, se encargó de subrayar aquello en varias oportunidades.
Si Lucia Santa precedió al Don, fue la calle y la infancia de Puzo la que estuvo en la génesis de los có-