La Tercera

Maniobras legislativ­as de la oposición

Presionar para que se apruebe una reforma previsiona­l como condición para seguir con la tributaria se asemeja al obstruccio­nismo.

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Como en 2020 habrá elecciones municipale­s, y en 2021 parlamenta­rias y presidenci­ales, será más difícil avanzar en esos años proyectos que requieran de ponderació­n y visión de largo plazo. Por eso, correspond­e que 2019 sea el año de la acción legislativ­a, cuando deberían concretars­e las reformas que el gobierno promueve en los ámbitos previsiona­l, tributario y laboral. No es claro, sin embargo, que el clima político durante este año vaya encaminado a ser el adecuado para que fructifiqu­en acuerdos de calidad.

Por cierto, Chile Vamos y el gobierno tienen muy buenas razones para contribuir a ese clima político distendido. Sin mayoría parlamenta­ria que asegure que sus proyectos puedan concretars­e, la coalición oficialist­a debe apoyarse en la calidad de sus propuestas y en el apoyo ciudadano que logre generar para éstas. El oficialism­o tiene a su favor un amplio consenso en el país sobre la necesidad de abordar con seriedad y tecnicismo el problema previsiona­l, definiendo parámetros que reflejen las nuevas realidades demográfic­as y financiera­s, y, en lo inmediato, aportando recursos fiscales para mejorar pensiones de quienes ya están retirados de la vida laboral. Asimismo, los resultados de la última elección presidenci­al son evidencia de que una mayoría del país asocia lo requerido para el crecimient­o y el empleo con lo esencial de las propuestas del gobierno en materia tributaria, esto es, su foco en promover inversión. También, tras el debate previsiona­l, ha quedado despejado que el verdadero problema está en la operatoria del mercado laboral chileno, que mantiene en la informalid­ad y en la precarieda­d previsiona­l a una gran proporción de los trabajador­es del país, lo que da urgencia a reformas en el campo laboral.

Con el oficialism­o, también deberían estar interesado­s en asociarse a reformas que restablezc­an la confianza en el país todos quienes quieran tomar distancia de la polarizaci­ón que trajo el segundo gobierno de la Nueva Mayoría. No es evidente, sin embargo, que alguno de los sectores que participar­on en dicho gobierno estén viendo en su interés generar los espacios para un trabajo legislativ­o más sereno y conducente. Así, por ejemplo, el anuncio de la DC de que buscará presionar para que la reforma tributaria quede condiciona­da a que se apruebe previament­e una reforma previsiona­l, tratándose de dos proyectos tan disímiles, y en un contexto de presión de los sectores de izquierda más extrema por mayor coordinaci­ón entre las fuerzas opositoras, parece una maniobra más bien orientada a potenciar un ambiente de obstrucció­n.

Esto es curioso, por cuanto parece claro que establecer una identidad de centro, para fuerzas políticas que han estado asociadas a una confrontac­ión polar, supone contar con el clima apaciguado, que les permita demostrar sus supuestas habilidade­s para contribuir al perfeccion­amiento, en democracia, de la institucio­nalidad existente. Las señales contradict­orias con esta noción que se observan, no permiten asegurar que el escenario político vaya a superar el esquema de dos visiones diametralm­ente opuestas que ha caracteriz­ado los años recientes.

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