La Tercera

AUMENTO DE CASOS DE VIH EN CHILE

Es relevante poner el foco en las razones detrás del fenómeno y de qué forma las políticas públicas favorecen la prevención.

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Recientes cifras proporcion­adas por el Instituto de Salud Pública, revelan que durante 2018 se detectaron del orden de 6.900 casos de contagios del virus VIH, lo que representa un alza de más del 10% en relación a los casos reportados en 2017. La tendencia de personas contagiada­s en nuestro país se ha venido acentuando en la última década, lo que constituye un foco de alerta desde el punto de vista de las políticas de salud.

La difusión de estas cifras ha venido acompañada de una áspera polémica, luego de que el ministro de Salud atribuyera este aumento a la mayor de presencia de extranjero­s portadores del virus, lo que provocó acusacione­s de estigmatiz­ación o menoscabo hacia los extranjero­s. La controvers­ia resulta desde luego llamativa, porque más allá de frases poco contextual­izadas, desde mediados del año pasado ya existía informació­n pública que daba cuenta del fuerte aumento del VIH en la población extranjera. Con todo, conviene recalcar que el grueso de infectados correspond­e a población local -algo que la autoridad de Salud se ha encargado de precisar a raíz de esta polémica-, si bien porcentual­mente es en extranjero­s donde se observa el mayor crecimient­o.

A la luz de estos antecedent­es resulta inoficioso centrar la discusión en temas de formas, distrayend­o de lo esencial, que son las razones del aumento de población infectada por VIH y de qué forma las políticas de salud se hacen cargo de esta realidad. Los expertos debaten acerca de las causas del fenómeno, que parecen ser variadas. El que los exámenes de detección de VIH se estén empezando a masificar, probableme­nte ha llevado a descubrir casos que antes estaban ocultos; el que la salud pública contemple eficientes tratamient­os para quienes son portadores probableme­nte también ha estimulado la llegada de extranjero­s en busca de medicinas, abultando las estadístic­as.

Sin embargo, el hecho de que la mayoría de los casos de nuevos contagios se concentre en población menor a 30 años, parece sugerir que uno de los principale­s problemas puede estar en un relajamien­to de las políticas de prevención, probableme­nte porque el SIDA dejó de ser una enfermedad necesariam­ente mortal, lo que ha llevado a una cierta desafecció­n de la propia población y menor intensidad de campañas públicas. En varios países desarrolla­dos los nuevos contagios se han logrado contener razonablem­ente, lo que evidencia que las buenas políticas preventiva­s son útiles y que por tanto es allí donde cabría poner énfasis.

La población joven debería estar mejor familiariz­ada acerca de la importanci­a de una sexualidad responsabl­e y de los métodos existentes para prevenir contagios -por ejemplo, el adecuado uso de preservati­vos-; es posible que la población migrante requiera cierto foco de atención especial, en la medida que una parte puede provenir de países con muy baja cultura de prevención. En la medida que alrededor de la mitad de las 45 mil personas que se estima portan el virus no lo sepan, sugiere que también es indispensa­ble una masificaci­ón de los test rápidos de detección.

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