El recurso del miedo
En política, las dos emociones más fuertes son el miedo y la esperanza. Conviven, según los tiempos, en distintas proporciones. Si algo caracteriza este tiempo es la pérdida de la esperanza de que la vida pueda mejorar a través de la política y un crecimiento exponencial de la eficacia del miedo como recurso de poder.
El avance de la extrema derecha está en directa relación con su capacidad para instalar el miedo como la emoción predominante de este tiempo. El miedo en política, a su vez, está en estrecha relación con la capacidad de construir y erigir un “otro” como el portador absoluto de aquello que se teme (la enfermedad, los desastres naturales, la amenaza a la integridad física, el desempleo, etc.). Desde los estudios sobre antisemitismo el mecanismo es conocido: se toma un grupo de la sociedad, se lo homogeniza y generaliza (desaparecen las individualidades en su interior); el grupo comienza a ser aislado por las cualidades negativas que se le suponen; su rostro se vuelve difuso y su presencia fantasmal. Finalmente, sobreviene la cosificación y de las cosas -sobre todo de las que entrañan un peligro- uno opta por deshacerse.
El gobierno ha tomado nota de la eficacia del miedo en estos tiempos y juega peligrosamente con ello. Las declaraciones del ministro de Salud Emilio Santelices culpando a la inmigración -la generalización como primer peldaño- del aumento del VIH en Chile es un claro ejemplo de ello. No le pareció necesario exhibir prueba alguna: sus declaraciones se inscriben en la lógica de agitar miedos atávicos y actuales al “extranjero”. Completó su perfomance culpando a la “píldora del día después” de los avances del VIH (una repasada al “relajo moral” progresista).
No le fue a la zaga el subsecretario del Interior Rodrigo Ubilla, quien declaró, hace unos días, que algunos incendios estaban asociados a la “causa mapuche”. Ninguna prueba seria, en una zona en que, además, ya se sabe cómo se produce la “evidencia” y, luego, la operación homogenización/generalización/criminalización: la causa mapuche. En su momento “aula segura” también tuvo la misma lógica de construcción. Un cambio legislativo menor para dar a los directores atribuciones que ya tenían fue transformado en un problema central de la educación. El problema principal era la violencia. Había ahí un miedo que agitar. Qué familia no quiere un “aula segura” para sus hijos. Ganaron.
Peligrosas asociaciones las que se hacen en estos días entre enfermedad e inmigrantes, y entre desastres naturales y “causa mapuche”. Asociaciones propias de un pensamiento mágico, pero que descansan en prejuicios y se alimentan de los miedos de las personas. Rentabilizar políticamente el miedo implica la estigmatización y cosificación de grupos y causas políticas. Es jugar con fuego. Esto no se sabe bien como comienza, pero la historia ha enseñado dramáticamente como termina.