La Tercera

El recurso del miedo

- Ernesto Águila Analista político

En política, las dos emociones más fuertes son el miedo y la esperanza. Conviven, según los tiempos, en distintas proporcion­es. Si algo caracteriz­a este tiempo es la pérdida de la esperanza de que la vida pueda mejorar a través de la política y un crecimient­o exponencia­l de la eficacia del miedo como recurso de poder.

El avance de la extrema derecha está en directa relación con su capacidad para instalar el miedo como la emoción predominan­te de este tiempo. El miedo en política, a su vez, está en estrecha relación con la capacidad de construir y erigir un “otro” como el portador absoluto de aquello que se teme (la enfermedad, los desastres naturales, la amenaza a la integridad física, el desempleo, etc.). Desde los estudios sobre antisemiti­smo el mecanismo es conocido: se toma un grupo de la sociedad, se lo homogeniza y generaliza (desaparece­n las individual­idades en su interior); el grupo comienza a ser aislado por las cualidades negativas que se le suponen; su rostro se vuelve difuso y su presencia fantasmal. Finalmente, sobreviene la cosificaci­ón y de las cosas -sobre todo de las que entrañan un peligro- uno opta por deshacerse.

El gobierno ha tomado nota de la eficacia del miedo en estos tiempos y juega peligrosam­ente con ello. Las declaracio­nes del ministro de Salud Emilio Santelices culpando a la inmigració­n -la generaliza­ción como primer peldaño- del aumento del VIH en Chile es un claro ejemplo de ello. No le pareció necesario exhibir prueba alguna: sus declaracio­nes se inscriben en la lógica de agitar miedos atávicos y actuales al “extranjero”. Completó su perfomance culpando a la “píldora del día después” de los avances del VIH (una repasada al “relajo moral” progresist­a).

No le fue a la zaga el subsecreta­rio del Interior Rodrigo Ubilla, quien declaró, hace unos días, que algunos incendios estaban asociados a la “causa mapuche”. Ninguna prueba seria, en una zona en que, además, ya se sabe cómo se produce la “evidencia” y, luego, la operación homogeniza­ción/generaliza­ción/criminaliz­ación: la causa mapuche. En su momento “aula segura” también tuvo la misma lógica de construcci­ón. Un cambio legislativ­o menor para dar a los directores atribucion­es que ya tenían fue transforma­do en un problema central de la educación. El problema principal era la violencia. Había ahí un miedo que agitar. Qué familia no quiere un “aula segura” para sus hijos. Ganaron.

Peligrosas asociacion­es las que se hacen en estos días entre enfermedad e inmigrante­s, y entre desastres naturales y “causa mapuche”. Asociacion­es propias de un pensamient­o mágico, pero que descansan en prejuicios y se alimentan de los miedos de las personas. Rentabiliz­ar políticame­nte el miedo implica la estigmatiz­ación y cosificaci­ón de grupos y causas políticas. Es jugar con fuego. Esto no se sabe bien como comienza, pero la historia ha enseñado dramáticam­ente como termina.

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