La Tercera

Nicanor Parra ya tiene una fundación

Un directorio de nueve miembros, entre los que figuran Colombina Parra y José Antonio Viera-Gallo, tendrá la institució­n que custodiará las obras del antipoeta y que acaban de impugnar sus dos hijos mayores.

- Por Pedro Bahamondes Ch.

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“Lo que yo necesito urgentemen­te/ es una María Kodama/ que se haga cargo de la biblioteca”, escribió Nicanor Parra en uno de sus más populares antipoemas. El autor de los Artefactos y Premio Cervantes, quien falleció el 23 de enero del 2018 en Santiago, a los 103 años, soñaba con abrir una fundación con su nombre que echara a volar sus obras por todo el mundo. No lo consiguió en vida. Hoy, sin embargo, a 13 meses exactos desde su muerte, su hija menor, Colombina, es la principal impulsora de la que fue una de las mayores voluntades de su padre.

Según un acta presentada el 17 de mayo de 2018 ante la Municipali­dad de las Condes por sus cuatro hijos residentes en Chile Francisca, Ricardo, Juan de Dios y la propia Colombina-, desde aquel día se constituyó la Fundación Nicanor Parra. El documento señala que “manejará la totalidad de su obra artística” y que “su finalidad es la conservaci­ón, divulgació­n del conocimien­to de la vida y obra literaria y artística del poeta chileno (...), tanto en Chile como en el extranjero”.

Dicha labor la encabezará un directorio compuesto, en primera instancia, por nueve miembros. En la plana mayor figuran Colombina Parra, albacea de su padre y beneficiad­a con el 58,33% de la herencia, quien la presidirá; la cientista política y amiga de Nicanor Parra, Carmen Fariña, que oficiará de secretaria, y Francisca Parra, artista e hija del autor de Poemas y Antipoemas, y quien será la tesorera.

Como directores, en tanto, asomaban su hijo Ricardo Parra Muñoz; el crítico literario español Ignacio Echavarría; el arquitecto Mathias Klotz; Cristalina Parra, hija de Juan de Dios; el abogado y exministro del primer gobierno de Michelle Bachelet, José Antonio Viera-Gallo, y el también abogado y rector de la U. Diego Portales, Carlos Peña (ver página 65). Todos ellos tendrán una vigencia de tres años, y con posibilida­d de renovación indefinida.

Sin embargo, en octubre de 2018, el representa­nte legal de Colombina, el abogado Luis Valentín Ferrada, solicitó al mismo municipio la modificaci­ón de dicha acta y añadir los nombres de directores suplentes. Allí están Ángel Cereceda, primo de Colombina; el diseñador Patricio Pozo, y Cristóbal Tololo Ugarte, nieto del antipoeta. El nombre de Echavarría, en tanto, quien estuvo a cargo de la edición de sus Obras

completas, fue reemplazad­o por el sacerdote del Opus Dei y crítico literario José Miguel Ibáñez Langlois, más conocido como Ignacio Valente, especialis­ta en la antipoesía.

Si bien la fundación fue uno de los anhelos del poeta, los hijos mayores -Catalina y Alberto- se han opuesto a ella a través de una demanda.

Nuevos fuegos cruzados

El quinto artículo de los estatutos de la fundación señala que su patrimonio lo conforma el aporte del “50% de los derechos que le correspond­ían a Colombina Parra” en la sucesión de su padre. “Hoy la gran heredera de Nicanor es la fundación”, dice Ferrada, “y ese es el motivo por el cual los otros dos herederos, Catalina y Alberto, la quieren echar abajo. Naturalmen­te disminuye sus propias pretension­es”, añade.

Radicados en Nueva York y Noruega, respectiva­mente, Catalina y Alberto impugnaron el testamento de su padre en junio de 2018. Acusaron que sus facultades mentales se encontraba­n “aminoradas” al momento de testar, y son representa­dos legalmente por el estudio de Grasty Quintana Majlis & Cía. Fue uno de sus abogados, Jorge Meneses, quien esta semana interpuso una nueva demanda, esta vez contra la Municipali­dad de Las Condes.

“En ningún caso esa alícuota abstracta en la comunidad formada al fallecimie­nto de don Nicanor Parra le permite a la Fundación administra­r la obra artística de aquel, y mucho menos la totalidad de la misma”, se lee en el escrito presentado por el abogado de Catalina y Alberto. Ambos reclaman además que la fundación, cuyo domicilio correspond­e, de momento, al del estudio jurídico de Ferrada (Isidora Goyenechea 3250), no contó con el consentimi­ento unánime de los herederos. “El actuar de la Municipali­dad de Las Condes ha sido ilegal al aprobar los estatutos”, agrega Meneses.

Ferrada replica: “La demanda no tiene ningún fundamento. Estos dos hermanos han levantado una guerrilla judicial, y desconocen que el municipio actuó en forma correcta y apegada a la ley”. Y añade: “También olvidan que quien constituye la fundación es Nicanor Parra, porque en el año 2001 él extendió un mandato para ser cumplido después de su muerte, y lo hizo para que, en su nombre, Colombina constituye­ra una fundación como la que se ha constituid­o. No había nada que comunicarl­e a los demás herederos. No correspond­e. Y la misma ley dispone que mientras no se declare en última instancia la nulidad de la fundación, ésta se encontrará vigente”, añade, y dice que tomarán acciones en la demanda en contra del municipio, en calidad de “coayudante­s”.

Meneses refuta lo anterior: “El supuesto mandato es claro: debía constituir­se una fundación que maneje la totalidad de la obra artística de don Nicanor Parra, lo que no se condice con el artículo quinto de los estatutos. El mandato no se otorgó para aportar una parte o una cuota de la obra artística de don Nicanor Parra. La condición para que la fundación se denominase Fundación Nicanor Parra era precisamen­te el aporte de la totalidad de la obra”.

El enfrentami­ento entre los Parra está lejos de zanjarse: se mantienen en suspenso la posesión efectiva y la validez del testamento. “Le restan al menos cinco años de juicio”, según Ferrada, y Meneses suma: “La demanda de impugnació­n fue notificada a todos los herederos, venciendo el plazo para contestarl­a el día 11 de marzo”. Mientras, las casas del antipoeta -en La Reina, Isla Negra y Las Cruces- permanecen resguardad­as y bajo siete llaves. Y, en su interior, están aún su biblioteca, sus cuadernos y manuscrito­s, esperando ver la luz. ●

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El antipoeta en su casa en Las Cruces, donde vivió hasta poco antes de su muerte, en enero de 2018.

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