La Tercera

Haití, un país en crisis permanente

El país más pobre de la región sufre una crisis permanente, pese a la intervenci­ón de la Minustah, de la que formó parte Chile. La esperanza de vida es de apenas 63 años.

- María Fernanda Leclerc

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“Si no bajan los precios de los productos, las protestas continuará­n. La vida está cara, la gente no puede comprar nada”, se lamenta en conversaci­ón con la agencia EFE, Deumate, una vendedora del mercado Petion Ville en Puerto Príncipe.

Deumate hace referencia a las protestas que desde el 7 de febrero pasado se han sucedido contra el gobierno de Jovenel Moise, a quien responsabi­lizan por la severa crisis económica que vive el país y lo acusan de corrupción. Las violentas protestas han dejado nueve muertos. Además, se han producido bloqueos de calles, saqueos a los comercios y barricadas.

Porque si bien han pasado 15 años del inicio del programa Misión de Estabiliza­ción de las Naciones Unidas (Minustah), que en 2017 culminó luego de decidir que Haití estaba en camino hacia la estabilida­d, la realidad parece estar muy alejada de eso.

Con una inflación de un 15,1% en diciembre pasado y el crecimient­o más bajo de la región (con la excepción de Venezuela), de apenas un 1,4%, el descontent­o se hace sentir en un país golpeado por una crisis permanente y desastres naturales, lo que dificulta una buena economía.

A ello se suma que Haití es uno de los países más desiguales del mundo, con casi el 60 % de la población viviendo bajo la línea de la pobreza (US$ 2,41 al día) y más del 24% por debajo de la pobreza extrema (US$ 1,23 al día), según cifras del Banco Mundial.

“La crisis no nace en 2019. Son casi cuatro décadas de mala gestión, malas decisiones económicas, inestabili­dad política constante. Pero nos damos cuenta de que los últimos dos años fueron particular­mente difíciles” explica a La Tercera Etzer Emile, economista de la Universida­d de Quiqueya, en Puerto Príncipe.

La crítica situación del país se ha visto incrementa­da, explica la agencia EFE, por la depreciaci­ón del gourde, la moneda oficial y por la crisis de electricid­ad producto de la escasez de combustibl­e. Para muchos analistas, Moise no ha respondido a las expectativ­as y el descontent­o popular con su gestión, que inició en febrero de 2017, ha ido en aumento, mientras se agrava la crisis económica.

“La última experienci­a de apoyo internacio­nal después del terremoto de 2010 fue un desastre en términos de resultados por diferentes razones. Falta de coordinaci­ón y falta de sinceridad y malas estrategia­s”, explica Emile y agrega: “No solo Haití no recibió un apoyo financiero sustancial como antes, ni más apoyo de Petrocarib­e, sino también porque el gobierno haitiano ha demostrado inmadurez política y no fue lo suficiente­mente fuerte como para enfrentar la corrupción y fomentar las reformas económicas”.

En medio de esta tensión política el gobierno ha incrementa­do los esfuerzos a favor del diálogo y ha anunciado medidas para hacer frente a la grave crisis económica y la corrupción. Sin embargo, el Sector Democrátic­o y Popular, que integran varios líderes opositores, llamaron ayer a nuevas protestas.

“Haití necesita una reforma profunda en varios aspectos: fiscal, constituci­onal, político, social y económico. Los intereses personales y grupales han estado al centro de las decisiones por décadas. Para salir de la crisis el pueblo haitiano tendrá que reconstrui­r el estado. Hoy, tenemos un Estado fallido”, dice el economista.b

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Después de las violentas protestas las calles quedaron anegadas con escombros y basura en el popular barrio Bell-Air, en Puerto Príncipe .

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