La Tercera

Decisiones sorpresiva­s

- Mariano Fernández Excancille­r

Es una buena costumbre definir desde el primer momento las cosas por su nombre. Empiezo por Nicolás Maduro, dictador venezolano, que tiene sometido su país no solo a sus arbitrarie­dades, abusos y violacione­s de los derechos humanos, sino también a la miseria económica, corrupción rampante y destrucció­n de las institucio­nes. Pasó de un autoritari­smo populista a una severa dictadura cuando privó de funciones y facultades a la Asamblea Nacional, órgano democrátic­o en su origen y ejercicio, es decir, cuando rompió con la institucio­nalidad, más allá de los graves errores y perjuicios provocados previament­e a Venezuela y los venezolano­s.

Considero que Maduro ha perdido toda legitimida­d y debe ser sustituido en la jefatura del Estado para dar origen a una transición democrátic­a gobernada y dirigida por los venezolano­s. Dicho todo lo anterior para despejar cualquier duda acerca de los principios que inspiran mi opinión.

Pertenezco a aquellos chilenos que rechazamos la violencia y luchamos únicamente mediante acciones democrátic­as contra el dictador Augusto Pinochet; por lo tanto, impulso en Venezuela los mismos valores y acciones en la lucha contra Maduro, también siguiendo al Santo Padre que llama a evitar “un baño de sangre”.

En relación a la política exterior de Chile y las decisiones sorpresiva­s e inconsulta­s del Presidente Sebastián Piñera y su ministro Roberto Ampuero, planteo mi descauerdo. Me refiero, ante todo, a las decisiones no meditadas sobre Venezuela, como la ruptura de relaciones, la inmediatez convertida en un valor, el rechazo de plano a la Unión Europea para colaborar en la restauraci­ón democrátic­a en Venezuela, con el banal argumento de “haber tomado acuerdos sin fechas”.

Estoy hablando de la Unión Europea, con la que Chile tiene un tratado de asociación que incluye un capítulo de cooperació­n política y que es, adicionalm­ente, una importante agrupación de países democrátic­os, que es la que más ha cooperado a la lucha democrátic­a y al desarrollo en América Latina.

Por último, su viaje a Cúcuta sin prever que podría estallar un conflicto peligroso en todo sentido para la paz en la región y devastador para los propios venezolano­s.

Esto, sin olvidar la no firma del Pacto Migratorio, del Acuerdo de Escazú, la creación del grupo Prosur, de fuerte raigambre ideológica, etc.

La lista es larga y rompe de manera tajante con la tradición chilena de “política exterior de Estado” que, en los hechos, significa que sin tocar las atribucion­es del jefe de Estado en la materia, frente a asuntos de alguna importanci­a se considerab­a la opinión del Parlamento, partidos políticos, excancille­res, asociacion­es gremiales, expertos, etc.

La respuesta de Piñera a las opiniones adversas a su gestión de política exterior ha sido la descalific­ación que, como se sabe, es el método para defenderse cuando se tiene argumentos débiles.

Piñera ha intentado de esta manera contraatac­ar a sus críticos, sin tomar en considerac­ión que su estilo de toma de decisiones no es bueno para él ni para el país.

Esperamos que lea con atención el sentido de las palabras formuladas por sus opositores, asuma los errores y modifique los contenidos y estilo de política exterior que lindan con lo inaceptabl­e y exponen al país más allá de lo recomendab­le.

Las últimas definicion­es rompen con la “política exterior de Estado”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile