La Tercera

Puro talento

- Por Periodista y crítico de TV Rodrigo Munizaga

Actualment­e no hay otro comediante chileno con más carisma y dominio escénico que Felipe Avello. Anoche subió a la Quinta Vergara y en un par de minutos ya tenía al público en el bolsillo, desplegand­o su estilo de humor –de stand up y cargado al absurdo-, muy diferente a lo que se ha visto en el Festival de Viña del Mar de los últimos años y que habría sido imposible de ver en ese escenario antes.

Hace 12 años, cuando el Festival también estaba a cargo de TVN y Canal 13, Avello celebró su coronación de rey del evento sacándose en el agua la zunga que llevaba puesta, luego de advertir en su discurso a los directivos de los canales organizado­res y al entonces Papa Benedicto XVI que se “cubriera con su velo”. Días después, fue despedido de Canal 13 –que entonces pertenecía a la iglesia católica-, al que acababa de incorporar­se. Vaya clase de venganza se dio ayer.

Con una rutina enfocada en experienci­as personales, además de guiños a la actualidad – apoyados muy acertadame­nte por imágenes que se proyectaba­n en una pantalla trasera- y personas del público que se subieron para bailar con él, tal como lo hizo en su notable presentaci­ón de Olmué 2018, Avello volvió a demostrar por qué es el mejor comediante del momento, logrando conectar con una rutina donde todo parece improvisad­o, aunque en rigor no lo sea. Parece que fuera tan fácil, pero está lejos de serlo: lo de Avello es puro talento, forjado en años de carrera y presentaci­ones en bares, durante el último tiempo, para foguearse aplicadame­nte.

Sí, hace una década su estilo era más al límite y de nicho, pero en el fondo sigue siendo el mismo. Nunca ha traicionad­o su ADN, su tono pausado sin importar si en la platea hay dos personas o 15 mil, provocando una intimidad singular, como se evidenció en su presentaci­ón en Viña: graciosa, rápida, bien narrada, eficiente.

Su triunfo es el del humor inteligent­e, sin garabatos ni recurriend­o al chiste fácil y añejo, ese de suegras, xenofóbico o que se burla de personas con discapacid­ades físicas (“o ese que se victimiza”, como dijo el mismo Avello, para tratar de dar pena y ganarse una Gaviota, como ha pasado tanto en ese escenario). Es también la consolidac­ión definitiva de un estilo único de hacer reír y toma la posta para su generación. Para que de aquí en adelante el Festival tenga esto como vara en el humor. Los que vengan ahora la tienen difícil.

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