La Tercera

Los últimos rehenes del Estado Islámico

El grupo yihadista, que ha sufrido una considerab­le reducción de territorio, está muy cerca de caer. Sin embargo, aún se desconoce el paradero de muchos de los prisionero­s occidental­es que secuestró.

- Por Francisca Forni

El Estado Islámico (EI) ha desapareci­do casi por completo. En enero, el grupo yihadista pasó de tener tres poblados bajo su control a tener dos, y actualment­e apenas uno, en el noreste de Siria. Los militantes quedaron confinados, según el diario The New York Times, a un área de cerca de tres kilómetros cuadrados, similar a la extensión del Central Park de Nueva York.

Tampoco tienen mucha libertad de acción. Al oeste están acorralado­s por las fuerzas sirias, al sur se encuentra la frontera con Irak donde las tropas están a la espera, mientras que desde el norte y el este reciben ataques de fuerzas kurdas y árabes, conocidas como las Fuerzas Democrátic­as Sirias (FDS), que cuentan con el respaldo de Estados Unidos.

En el último mes, miles de personas han dejado el poblado de Baghouz, el último territorio que sigue bajo control del Estado Islámico en Siria, donde alguna vez el grupo llegó a dominar un territorio del tamaño de Reino Unido. Muchos de los que huyen hoy son extranjero­s: alemanes, franceses, británicos, suecos y rusos, lo que demuestra la influencia que tuvo el grupo, que logró atraer a cerca de 40 mil reclutas de distintas nacionalid­ades.

Oficiales kurdos revelaron al diario británico The Times que un sacerdote jesuita italiano, un fotógrafo británico, un periodista libanés y una enfermera neozelande­sa de la Cruz Roja son parte de los rehenes del EI. El grupo yihadista estaría negociando su liberación a cambio de sobreviven­cia. Según los kurdos, el grupo yihadista “está buscando un acuerdo con las fuerzas kurdas y árabes que los rodean, pidiéndole­s un paso seguro a cambio de la liberación de los rehenes que dicen tener”. Los tres civiles fueron capturados por separado en los primeros días de ascenso del grupo terrorista en 2014.

Un cura y un fotoperiod­ista

El sacerdote jesuita Paolo Dall’Oglio, de 64 años, había estado restaurand­o el monasterio católico Mar Musa en el norte de Siria por 31 años. Fue expulsado del país en 2012 debido a sus críticas al Presidente Basher Assad y su régimen, pero eso no lo detuvo.

El religioso nativo de Roma volvió varias veces al país, a zonas controlada­s por los rebeldes. Su último viaje a Siria fue en 2013, con el objetivo de negociar un acuerdo de paz

entre los grupos yihadistas y los kurdos. El día que desapareci­ó iba a hablar con líderes del Estado Islámico en Raqqa, en ese entonces capital del califato, para tratar de persuadirl­os de liberar a varios rehenes que tenían en ese lugar.

John Cantlie, de 49 años, era un fotoperiod­ista británico que se había desempeñad­o como correspons­al de guerra de manera freelance, cubriendo algunas de las zonas de conflicto más peligrosas del mundo. Fue secuestrad­o por el Estado Islámico mientras cruzaba la frontera entre Siria y Turquía en julio de 2012.

En esa oportunida­d intentó escapar, pero le dispararon en su brazo izquierdo. Sin embargo, una semana después fue rescatado por la Ejército Libre de Siria. En noviembre de ese mismo año volvió a Siria y fue capturado nuevamente junto al periodista norteameri­cano James Foley, quien fue decapitado en cámara, en agosto de 2014. De ahí en adelante, Cantlie fue forzado a grabar una serie de videos de propaganda en los que hablaba en inglés y criticaba la política exterior de Reino Unido y Estados Unidos.

Aunque el Estado Islámico ha dado indicios de que estos prisionero­s están vivos, los analistas estiman que es difícil saber con seguridad. Además, ahora que el grupo yihadista no tiene un lugar seguro para esconder a sus rehenes, se desconoce el paradero de los miles de prisionero­s que mantienen capturados desde el principio.

El EI irrumpió en 2014, cuando se apoderó de grandes territorio­s en Irak y Siria, declarando el estable- cimiento de un “califato” islámico desde la ciudad de Mosul, en el norte de Irak. El grupo adquirió notoriedad por la brutalidad de sus actos: asesinatos masivos, secuestros y decapitaci­ones. Todo esto hizo que Estados Unidos decidiera liderar una coalición internacio­nal con el objetivo de destruirlo, algo que el Presidente norteameri­cano Donald Trump sostiene que ya se ha logrado.

Pero no ha habido informació­n sobre estos prisionero­s en años, y las FDS ya los han buscado en las fortalezas del EI ubicadas en Hasakah, Raqqa, el desierto de Badiya y el campo de Aleppo.

Un militar de alto rango de las FDS dijo al medio británico 7News que aún no se han encontrado pistas sobre los rehenes, pero que no pierden la esperanza ya que el Estado Islámico “está confinado a una pequeña área geográfica y está usando a los prisionero­s civiles como escudos humanos”.

Sin embargo, el soldado advirtió que aún estaban “en espera de la completa toma de posesión de todos los bastiones del Estado Islámico, lo que pondrá fin a su existencia y se detendrán a sus militantes, que aún están activos en el área”. Y aquello, no sería de la noche a la mañana.b

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Un miembro de las fuerzas kurdas-árabes observa el último bastión del Estado Islámico, en Siria.
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JOHN CANTLIEFOT­OPERIODIST­A BRITÁNICO
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PAOLO DALL’OGLIOSACER­DOTE JESUITA

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