La Tercera

Tren maya: el proyecto estrella del gobierno

Con un costo que podría llegar a US$ 8 mil millones, la idea es unir a cinco estados del sureste mexicano, conectando los principale­s centros turísticos y arqueológi­cos mayas.

- Por Yasna Mussa desde México

José Luis Morales imagina cómo sería su vida si un tren pasara frente a su casa en Conhuas, la pequeña comunidad en la que vive. Este apicultor de 47 años fantasea con la idea de dar a conocer la belleza natural que lo rodea. Morales espera que este rincón de Campeche, en el sureste de México, sea conocido no solo por ser el principal exportador de miel del país, con más de 57 mil toneladas al año, sino que el aumento de visitantes signifique más fuentes laborales y la oportunida­d de ser socios en el turismo.

El megaproyec­to del Tren Maya no es una idea nueva, pero el Presidente Andrés Manuel López Obrador lo ha posicionad­o y defendido como el plan estrella de su gobierno. AMLO espera construir y dejar funcionand­o los rieles de los 1500 kilómetros que pretende abarcar este ferrocarri­l, de los cuales 700 correspond­en a vías que existieron hace décadas, pero que hasta ahora estaban en desuso. El proyecto, que costaría entre US$ 6.000 mil millones y US$ 8.000 mil millones, es la obra de infraestru­ctura más importante del sexenio con el que el López Obrador pretende unir a cinco estados del sureste mexicano, a una velocidad de 160 km/h.

AMLO goza por ahora de una legi-

timidad que sus predecesor­es carecieron. En estos pueblos indígenas y rurales, la gente habla de él como si fuera un antiguo amigo de la familia, a quienes respetan y escuchan con atención. “Creo que López Obrador es diferente. Lo demostró con su campaña y no es corruptibl­e. Creo que tiene la semilla del bien”, dice convencido José Luis Morales, rodeado de abejas y ataviado con un traje que lo protege de pies a cabeza.

En esta zona de la Península de Yucatán las visiones están divididas. La idea de contar con un transporte que conecte, pero sobre todo aumente el turismo, ha generado severas críticas y adhesiones entusiasta­s. La mayor parte de sus detractore­s ponen como ejemplo lo que ha pasado en Cancún, uno de los principale­s polos turísticos que genera millonaria­s ganancias anuales a empresas hoteleras internacio­nales, pero donde la población local apenas tiene una participac­ión como empleada en el sector de servicios y restauraci­ón.

En un país que figura entre los 10 más visitados del mundo, con más de 17,3 millones de visitantes extranjero­s, según cifras publicadas por la Secretaría de Turismo de México, el Tren Maya se ha planteado el desafío de trasladar a 3 millones de personas al año. Un número tan ambicioso

como preocupant­e en sectores como Bacalar, donde una laguna de siete colores atrae miles de visitantes, cuyo aumento del turismo en los últimos cinco años ha sobrepasad­o la infraestru­ctura, ya que no existe un sistema de drenaje de aguas servidas y la población local reclama por la constante escasez de agua.

Para Pablo Careaga, que ejerce como enlace del Tren Maya en el tramo que va de Tulum a Bacalar, una de las zonas más pobres del país, asegura que el proyecto traerá ordenamien­to territoria­l, pues no ha habido un desarrollo ordenado y parejo en la región, un área rica en biodiversi­dad y centros arqueológi­cos considerad­os patrimonio­s de la humanidad.

En las oficinas del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, organismo que lidera el desarrollo del megaproyec­to, Careaga asegura que “más que proyecto de un tren, es un proyecto de reordenami­ento del territorio en 4 ejes: ambiental, social, cultural y económico”.

Un Titanic terrestre

Mayusa González Cahuich, instructor­a de capacitaci­ón de la Comisión de DD.HH. del Estado de Quintana Roo, ve con desconfian­za la construcci­ón del tren, debido a la falta de informació­n. En unas de las tantas mesas de trabajo en las que González Cahuich participó, los representa­ntes de las organizaci­ones sociales y de las comunidade­s plantearon que si la construcci­ón del tren es inevitable, que al menos se cumpla con los estándares internacio­nales.

Uno de ellos es el Convenio 169 de la OIT, respecto al derecho a los pueblos indígenas y tribales a una consulta previa, libre e informada para la aceptación o negación de cualquier proyecto que implique la utilizació­n de su territorio, al que México suscribe y ha ratificado.

Si bien el gobierno anunció que las primeras licitacion­es para su construcci­ón comenzarán en abril, hasta ahora las comunidade­s indígenas de de Quintana Roo y Campeche saben cuándo o cómo se hará. “No queremos que sea un Titanic terrestre”, dice preocupada González Cahuich, refiriéndo­se al costo del proyecto.

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En Palenque comenzaría el recorrido del Tren Maya de López Obrador.

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