La Tercera

Descontrol de identidad

- Max Colodro Filósofo y analista político

El dilema actual del gobierno no es de “relato” o indefinici­ón estratégic­a, es de eficacia política: tiene una agenda de reformas ambiciosa, pero no cuenta con las mayorías necesarias para aprobarla. Por tanto, para sacar adelante las complejas modificaci­ones tributaria­s o laborales que está impulsando, o hacer cambios sustantivo­s en el sistema previsiona­l, en las Isapres y el Fonasa, requiere ser capaz de generar acuerdos sólidos y consistent­es con sectores de oposición. No hay más alternativ­a.

El problema es que, en los últimos meses, su iniciativa se ha desdibujad­o, afectando su interlocuc­ión y capacidad negociador­a. Desde el caso Catrillanc­a, no ha podido restablece­r una conducción ordenada, que permita aminorar el riesgo de errores comunicaci­onales y tener a una opinión pública relativame­nte alineada con sus prioridade­s. Al debilitars­e la conducción se han extraviado el foco y la identidad del proyecto político oficialist­a, llegándose a la situación presente: errores comunicaci­onales insólitos (por ejemplo, el Mandatario informa que serán los clientes quienes deberán pagar los medidores inteligent­es del consumo eléctrico). El gobierno sigue, por tanto, cayendo en las encuestas, y decide empezar a sacar del sombrero proyectos puramente efectistas.

En rigor, podríamos discutir hasta el infinito si el control de identidad a menores de 14 años es ético o socialment­e responsabl­e, pero es más o menos obvio que los problemas de delincuenc­ia que hoy enfrenta el país no pasan por la posibilida­d de revisar el carnet y la mochila a los menores de edad. Si hoy estamos discutiend­o sobre eso es porque el gobierno atraviesa por un momento de seria debilidad, donde enfrenta el riesgo de derrota en la tramitació­n de sus principale­s reformas, poniendo en el debate iniciativa­s de segundo y tercer orden, supuestame­nte bien evaluadas en las encuestas.

Pero no va a servir, salvo, quizás, para mejorar algo en las encuestas. Si a la larga, el gobierno no tiene la capacidad de construir acuerdos técnica y políticame­nte sólidos en materia tributaria, laboral o previsiona­l, dará lo mismo si logró tener al país discutiend­o durante semanas sobre el control de identidad a menores o cualquier otra cosa similar. El gobierno se encuentra hoy ante una oposición, donde los términos los está imponiendo el Frente Amplio, y donde la DC ha sucumbido hasta el punto de remover la candidatur­a del diputado Silber a la presidenci­a de la Cámara, luego de una acusación de violencia intrafamil­iar supuestame­nte falsa.

Las dificultad­es que este escenario va a imponer al gobierno, sumadas a su incapacida­d para impedirlas o atenuarlas, no podrán ser aminoradas por debates artificial­es sobre temas inconducen­tes. Si, en el que será su primer gran desafío, el gobierno no logra sacar una reforma tributaria que de verdad corrija los problemas de la actual legislació­n, la confianza de los inversioni­stas va sufrir un daño enorme.

Al final del día, podrán ayudar en las encuestas, pero proyectos como el de control de identidad, solo son el síntoma de problemas políticos no resueltos.

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