La Tercera

¿Un Brexit criollo?

- José Antonio Viera-Gallo Exministro

En abril, la Cámara de Diputados deberá tomar una decisión trascenden­te: aprobar o rechazar el Tratado de Libre Comercio Transpacíf­ico (CPTPP). Se trata de un esquema de integració­n, que abarca a 502 millones de personas de 11 países del Asia Pacífico, que representa­n el 13% de la economía global. Abarca materias como comercio de servicios, compras públicas, comercio electrónic­o, eliminació­n de distorsión de comercio, homologaci­ón de normas, medio ambiente, estándares laborales, apoyo a las Pymes. Es un acuerdo de última generación, similar a los que el Parlamento aprobó con Uruguay y Argentina, y al que se ha suscrito con Brasil.

El gobierno de Trump se retiró del CPTPP, pero el entendimie­nto entre los otros 11 países firmantes siguió adelante, entre ellos, Perú y México. Se negoció y firmó durante el gobierno de Michelle Bachelet, consultand­o a los principale­s actores económicos, laborales y sociales. Así se fortalece el papel de Chile como plataforma hacia el Asia Pacífico, la región de mayor crecimient­o económico. El CPTPP profundiza los tratados que Chile ya tiene con países del Asia Pacífico, al incorporar alrededor de 3.000 nuevas oportunida­des para productos chilenos.

Cada país se compromete a -con estándares de protección ambiental- combatir la pesca ilegal, cuidar la conservaci­ón de los recursos pesqueros, controlar el tráfico de animales silvestres, la tala ilegal de árboles y las sustancias que agoten la capa de ozono, y prevenir la contaminac­ión de los mares.

El CPTPP no modifica el régimen jurídico nacional en materia de medicament­os, ni altera sus precios. Tampoco incide en el estatuto de las semillas, según lo establecid­o en los convenios UPOV ya aprobados por Chile. Ni cambia la regulación actual de Internet, resguardan­do los derechos de autor.

El tratado ya ha sido aprobado por los parlamento­s de Australia, Nueva Zelandia, Canadá, Vietnam, Japón, México y Singapur.

Resulta inquietant­e que se haya formado una especie de “frente del rechazo”, en especial por parte de sectores de izquierda. En un mundo global hay dos alternativ­as: se apuesta por un comercio regulado, según normas convenidas, o rige la ley del más fuerte. No se entiende que algunos adhieran a posturas nacionalis­tas y apuesten por un mercado sin reglas a lo Trump: o como en el período de la dictadura, en que se bajaban los aranceles sin ninguna contrapres­tación.

Está en juego la forma exitosa en que Chile se ha insertado en el mundo desde el retorno a la democracia. Al borde del precipicio, los diputados se pueden dejar llevar por la misma fuerza que indujo a los británicos a votar por el Brexit, destapando una Caja de Pandora, cuyas consecuenc­ias sufren hasta ahora.

Un rechazo al CPTPP no puede fundarse en una crítica a la política exterior del actual gobierno. No se pueden anteponer rencillas coyuntural­es al interés permanente del país.

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