La Tercera

HAITÍ: ALGO HUELE MAL

- Eduardo Aldunate Herman Ex DFC de la Minustah

SEÑOR DIRECTOR

Ante el reciente ataque de una banda armada al embajador de Chile en Haití, muchos se cuestionan que logramos tras haber estado casi 13 años en la Minustah con un costo de casi 160 millones de dólares y si ese pueblo hermano tiene alguna solución posible.

La participac­ión de Chile se limitó esencialme­nte a enviar soldados y policías junto a cientos de jóvenes motivados por buenas razones a ayudar a la población haitiana.

El objetivo -no sin dificultad­es- de dar seguridad se logró, y ni los soldados ni el Embajador Juan Gabriel Valdés nos olvidamos de cumplir la resolución 1.542 de la ONU; ese era el norte y se logró: tener elecciones para desde la democracia, iniciar el camino para la paz y el desarrollo.

A la luz de lo actual, eso no era suficiente, ya que junto a dar seguridad se requería enfrentar las causas profundas de las reiteradas crisis. Frente a problemas concretos como la deforestac­ión y la falta de cartografí­a no estuvo presente el aporte de la Conaf o el Instituto Geográfico Militar, por citar algunos ejemplos, y ni hablar de aportar a su débil institucio­nalidad, la cual no se construye con calibre 5.56.

En eso le cabe también responsabi­lidad a la propia ONU.

La inmensa mayoría de nuestros soldados regresaban al país con la sensación de que ellos habían hecho su parte, pero a la vez se lamentaban de que era insuficien­te.

Años después de mi regreso y ya en retiro, fui invitado al Senado, donde no percibí mecanismo alguno que permitiera evaluar el cumplimien­to de objetivos en la misión; situación similar de desinterés la pude constatar en el ámbito de la Defensa, pese a las excesivas visitas tanto de civiles como militares a Haití.

El capitán Mubarak del Ejército de Jordania murió el 26 de diciembre del 2005 mientras estaba entregándo­le agua a la población y durante mi mando un total de tres cascos azules fueron abatidos, y a todos ellos les vi la cara tendidos en el suelo.

Como su comandante, me resisto a pensar que su sacrificio y el de miles de soldados chilenos fue en vano y espero que hayamos sacado las lecciones aprendidas.

Ojalá que en algún lugar con buen aire acondicion­ado no se este pensando en la octava o novena misión internacio­nal en Haití, lo que sin considerar las lecciones aprendidas sería un paso atrás en nuestro prestigio internacio­nal y, por cierto, una nueva frustració­n para los haitianos.

Algo me dice que la duda de Hamlet se refiere a nosotros.

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