El desborde de Paloma Mami
La actual sensación de la música local repletó hasta lo asfixiante su show de ayer, con un escenario que le quedó estrecho, confirmando su momento estelar y una carrera hinchada de expectativas.
Mucha tierra en el aire, atochamientos, desmayos, un escenario colapsado, gente tropezando entre los árboles, otros avanzando a los codazos y los empujones, un camino pedregoso, celulares que entre la vorágine igual intentan rasguñar alguna imagen. Y al final de todo aquello, Paloma Mami. El fenómeno más burbujeante de la música chilena en los últimos meses, un nombre que hace un año era absolutamente anónimo, ayer protagonizó uno de los momentos de furor y delirio más intensos de las nueve versiones de Lollapalooza Chile.
Programada para uno de los escenarios de menor envergadura, el Lotus Stage, hacia el sur del Parque O’Higgins, llegar hasta su alrededor, incluso poder observar algo en la lejanía, era una auténtica odisea. Un reto a la paciencia, un premio para temerarios. Antes de las 18.15 horas, el horario de inicio de su show, cientos de personas se movían a tranco lento en un espacio que le quedó corto a la artista célebre por tres canciones.
Los fanáticos que lograron sortear los estrechos accesos, y una ruta salpicada de zanjas y pequeñas acequias, desbordaron las inmediaciones del sitio, lo que incluso preocupó a la propia artista de 19 años nacida en Nueva York. Antes de su primer tema,
Not steady, pidió que la gente no se pusiera nerviosa, porque de rebote también ella se paralizaba con los nervios. Cuando su espectáculo partió, el coro fervoroso, incluso de gente que veía sólo las espaldas y las cabezas de otros, fue casi atronador.
Si la distribución de los escenarios del festival fuera directamente proporcional a la ansiedad popular y mediática que provoca
un artista, Paloma Mami debería haber ocupado uno de los espacios centrales en la elipse del lugar. El desacierto de los organizadores quedó de manifiesto, incluso proyectado a lo global: ninguno de los números latinos adscritos al sonido urbano, en particular al trap y que han encarnado algunos de los minutos más explosivos de la actual versión de la cita, se presentó en las dos tarimas más importantes del evento. Gianluca, DrefQuila o Paulo Londra podrían haber acaparado ese sitial sin problemas.
Igual, en el caso de Paloma, el vértigo no duró mucho. Su show finalmente se extendió por 19 minutos – sus tres temas a la fecha y uno aún inédito-, con mucho público escapando del lugar antes que terminara. El camino de regreso era igual de asfixiante que el de ida. Los organizadores no hablaron de “colapso” y dicen que había un total de 12 mil personas.
La secuencia recordó otros momentos en que alguno de los rincones de Lollapalooza se desmadró, como en 2011, cuando el teatro La Cúpula no pudo recibir más gente en las presentaciones de Cat Power o Devendra Banhart, obligando a Carabineros montados en caballos a despejar el lugar. O las tantas veces en que el propio escenario electrónico del Movistar Arena ha debido cerrar sus puertas ante el gentío apiñado.
Pero más allá de la tensión, el primer gran encuentro de Palo
ma Mami con la audiencia local arroja saldo a su favor. Su carrera hoy no tiene techo y a su popularidad sólo le queda seguir ampliándose.
Buscando por Google, existe un video titulado “Paloma Mami y el bullying que la llevó a salir de
Rojo”, resumiendo su breve paso del año pasado por el espacio de TVN, desde donde se fue hastiada de su estricto formato, instante preciso en que fue descubierta por un ejecutivo de Sony Internacional
y saltó al estrellato. En el registro, cuando es escogida para seguir en carrera en desmedro de otro compañero que queda eliminado, todo el resto de los concursantes se enojan, no lo pueden creer, miran con desdén a Paloma, mientras jurados como el cantante Leandro Martínez se llevan las manos a la cabeza en señal de una decisión injusta. Ayer ante una masa irrefrenable, la cantante debe haber sonreído saboreando la revancha.b