La Tercera

Consejo de Rectores y gratuidad

Es tiempo que las universida­des analicen otras fuentes de financiami­ento sostenible que les den mayor independen­cia del Fisco.

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Por primera vez, el Consejo de Rectores (Cruch) admitió a dos nuevos integrante­s: las universida­des Diego Portales y Alberto Hurtado. En primera instancia, ésta podría ser una buena oportunida­d para otorgar a este organismo una mayor representa­tividad de las diversas universida­des que conforman el sistema de educación superior.

No obstante, en las primeras declaracio­nes de ambos rectores tras su ingreso al Cruch, quedó la sensación de que ello podría ser sólo una ilusión y que, en cambio, la inclusión de estas dos nuevas universida­des podría terminar siendo simplement­e una forma de legitimar el mismo actuar que ya venía mostrando el conglomera­do, más preocupado de cuidar sus propios intereses financiero­s que de contribuir al desarrollo del sistema educativo en su conjunto.

Aunque los rectores de la UDP y UAH plantean tímidament­e la posibilida­d de avanzar en un sistema de crédito solidario -en línea con el proyecto presentado por el gobierno-, en términos generales se mantienen en la

misma senda que sus pares más antiguos, al exigir que sea el gobierno quien revise la política de gratuidad y proponga soluciones. “El Ejecutivo no puede eludir el problema y su deber es proponer una solución”, advirtiero­n.

Asimismo, que el primer tema mencionado haya sido la gratuidad y que lo que se haya planteado es que el gobierno debe ser el que resuelva el problema actual, no es una buena señal. La gratuidad fue una política que se formuló con la aprobación y apoyo de los rectores que luego adhirieron voluntaria­mente a ella. De hecho, hay otras institucio­nes que, ante la incertidum­bre, decidieron mantenerse al margen de esta política, asumiendo el costo que ello podía implicarle­s en menores postulacio­nes y en el hecho de tener que competir con una desventaja indiscutib­le debido al nulo apoyo de recursos fiscales. Es tiempo que los rectores del Cruch se hagan cargo de las decisiones que tomaron de manera libre y voluntaria, en lugar de continuar presionand­o al Ministerio de Educación y pretender que el Estado siga aumentando los cuantiosos recursos que ya entrega a este nivel educativo.

El afán que hasta ahora han mostrado los rectores por conseguir más recursos públicos vía gratuidad es una mala idea, pues ésta es una política deficitari­a por construcci­ón, en la medida que depende en último término del presupuest­o fiscal, lo que obviamente no tiene una correlació­n con la demanda de las institucio­nes. Por ello, en lugar de insistir con la gratuidad, lo razonable es buscar mecanismos alternativ­os.

El gobierno, por su parte, ya presentó un proyecto que crea un nuevo crédito estudianti­l, el que si bien es perfectibl­e, constituye un buen punto de partida para avanzar en esta materia. Ahora correspond­e que las universida­des analicen también otras fuentes de financiami­ento sostenible que les den mayor independen­cia del Fisco. En esa línea, sería valorable que los rectores comenzaran a demostrar una mirada integral del sistema de educación superior, pues esa es la actitud que se espera del Cruch.

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