LA IGLESIA SE DESANGRA
SEÑOR DIRECTOR
Si la Iglesia se desangra, es Cristo quien se desangra. Aplastada por su fragilidad humana, se desangra en medio de la culpa y el dolor.
Pero se rebela ante las denuncias contra los fariseos del sexo, y comienza a expulsarlos rabiosa y dolorosamente del Templo. Intuimos al Cristo sufriente, que nuevamente es azotado y carga esta vez con la cruz de los delitos y pecados de algunos de sus hijos sacerdotes. Ellos olvidaron que al violentar a un niño -en un extravío radical de la fe-, lo violentaron a Él.
Después de la necesaria justicia, hoy no hay perdón para los victimarios, ni perdón de las víctimas para ellos. No recuerdan su ruego: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen.” Dios no guarda silencio frente a los que finalmente encomiendan el espíritu en sus manos, pero somos libres para oír su Palabra donde yace la fe. Hoy estamos bastante sordos.
El mensaje es claro. El cristianismo del futuro, como religión de la rebelión, el amor y el perdón, “será místico” popular, y pleno de una “nueva” fe llena de humanidad, o simplemente no será.
Necesitamos un “quinto” Evangelio revolucionario, acorde a los tiempos y escrito por todos (donde difícilmente, cabe el celibato sacerdotal). De lo contrario, la Iglesia quizás se desangre en una extinción catastrófica.
Dr. Sergio Canals L. Diplomado en Teología y Filosofía