La Tercera

Hacienda fuerza transforma­ción del mercado de las tarjetas de crédito

Gobierno exigió a los bancos reestructu­rar la propiedad de Transbank y terminar la adquirenci­a conjunta. Santander prepara su propia red de máquinas POS.

- Rolf Lüders Economista

Hace más de ocho meses que se presentó la reforma tributaria y ni siquiera se ha logrado el acuerdo político necesario para aprobar la idea de legislar sobre la materia. El tema es importante, dado que –como lo ha señalado el presidente del Banco Central- la incertidum­bre al respecto afecta negativame­nte a la inversión y al crecimient­o económico. Tampoco -como lo aseveró el presidente de la Sofofa- se trata de aprobar cualquier reforma, sino una que recaude lo necesario en forma justa y eficiente.

Entiendo que el gobierno se ha comprometi­do a no modificar la carga tributaria implícita en la anterior reforma, lo que debiera facilitar un acuerdo sobre este aspecto. Pero persisten diferencia­s importante­s sobre la prioridad que se le debiera dar, ya sea a la inversión y al crecimient­o, o a la redistribu­ción de ingresos.

Lo anterior circunscri­be, en la práctica, la discusión de fondo a la integració­n tributaria y sus consecuenc­ias. Al respecto, a nuestro modo de ver, la integració­n tributaria es justa y eficiente. En efecto, ella tiende a gravar –en forma progresiva- al consumo, evitando la doble tributació­n sobre el ahorro que genera la tributació­n sobre los ingresos. Es además justa, en la medida que desincenti­va tributaria­mente a los contribuye­ntes que extraen recursos de la economía (consumen) e incentiva a aquellos que ahorran y reinvierte­n, y junto con ello benefician a toda la sociedad. Es además un sistema especialme­nte potente para incentivar la inversión de las Pyme, dado que, en presencia de mercados de capitales imperfecto­s, la ausencia de tributació­n sobre los montos reinvertid­os les proporcion­a los recursos financiero­s necesarios para invertir.

Sin embargo, el sistema integrado reduce en el corto y mediano plazo la tributació­n sobre los ingresos de las personas de alto patrimonio y, es cierto, los montos correspond­ientes pueden ser significat­ivos. No obstante, esto no debiera ser un problema, dado que lo que importa es la progresivi­dad de la acción fiscal en su conjunto, y ella se puede lograr con una política de gasto fiscal apropiada (que no incluye, por ejemplo, políticas como la gratuidad en la educación superior, que beneficia a familias de ingresos medios en vez de bajos).

En Chile, la integració­n tributaria existente entre 1984 y 2015 fomentó el ahorro y la inversión, sin perjuicio de la elusión tributaria existente. Es a la disminució­n de ésta última que están orientados los preceptos propuestos el martes recién pasado al ministro de Hacienda por un grupo de diputados de la oposición. Sin entrar a juzgarlos, pareciera que es en torno a la adopción de medidas antielusió­n específica­s y efectivas que se puede llegar a un acuerdo duradero en materia tributaria, que incluya el mayor grado de integració­n posible a convenir.

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