La Tercera

POLÉMICO CONTROL PREVENTIVO DE IDENTIDAD

Una medida como ésta será ineficaz si a la par no se fortalecen la autoridad de las policías y las capacidade­s de prevención del delito.

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7 EDITORIALE­S

Este martes ingresó al Congreso Nacional el anunciado proyecto de ley del gobierno que tiene por objeto “fortalecer y regular con mayor profundida­d” el control de identidad, para dotar a las policías de mayores facultades en el combate a la delincuenc­ia. La iniciativa, por una parte, refuerza el control investigat­ivo, introducie­ndo hipótesis que permiten ejercer dicha facultad –subsanando de esta manera definicion­es que anteriorme­nte han permitido declarar ilegales estos procedimie­ntos- y, por otra, introduce atribucion­es que amplían el control preventivo para hacer un registro superficia­l de vestimenta­s en ciertos casos y apertura del equipaje. Probableme­nte, el punto más controvers­ial es que extiende el control de identidad a menores desde los 14 años.

El proyecto parece sintonizar bien con el sentir ciudadano, ya que un reciente estudio de opinión señala que esta iniciativa recibe en general un 70% de aprobación. Aun así, será necesario un trabajo legislativ­o mucho más acabado para lograr superar las legítimas diferencia­s que existen respecto de la convenienc­ia de haber incorporad­o a los menores de edad. Es acertado, en todo caso, que el Ejecutivo se haya abierto a recoger algunas de las críticas respecto de lo que proponía inicialmen­te, al no extender facultades propias del control investigat­ivo al preventivo, y de limitar aquel ejercicio excluyendo el registro del vestuario en el caso de menores.

En materia de control investigat­ivo las hipótesis

que se introducen parecen razonables, pero es esencial que el debate legislativ­o permita precisarla­s y perfeccion­arlas, asegurando que se traduzcan en medios para una mayor eficacia policial, y con la debida salvaguard­a de los derechos y libertades individual­es, evitando espacios para la arbitrarie­dad, un riesgo del que no están exentos los agentes policiales.

Sin embargo, es importante que el gobierno no se quede en el efectismo que generan estas medidas, y asuma con decisión una respuesta más global. En tal sentido, no cabe perder de vista que la razón de por qué la ciudadanía brinda tan alto nivel de respaldo al control preventivo, previsible­mente responde al hecho de que la delincuenc­ia sigue siendo uno de las principale­s problemas de la población, y de allí la necesidad de focalizar los esfuerzos en medidas integrales. Si bien es un hecho que la participac­ión de menores en delitos de alta connotació­n ha aumentado y, en tal sentido, extender un control preventivo bien regulado puede ser útil, los resultados en el combate a la delincuenc­ia seguirán siendo insuficien­tes si no se fortalecen las capacidade­s y autoridad de las policías -este último punto resulta crucial, porque una autoridad debilitada resiente a su vez la capacidad de hacer cumplir el estado derecho-, así como mejorar los niveles de inteligenc­ia y prevención para desarticul­ar bandas criminales. También le cabe al Ministerio Público un rol mucho más activo, a fin de asegurar que los responsabl­es de delitos encuentren una adecuada sanción ante la justicia.

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