La Tercera

“No veo que la oposición esté de rodillas”

Exsenador analiza momento de la centroizqu­ierda y su proyección para el 2021. Acusa que llamado al diálogo de Piñera es una “improvisac­ión” y advierte sobre la “trampa” de aprobar la idea de legislar la reforma tributaria.

- C. Aninat y D. Labarca Ver versión completa en laTercera.com

"Lo mismo me pregunto", dice riendo el vicepresid­ente del PS, Camilo Escalona, cuando se le consulta sobre si tiene trazado su futuro político después de mayo, cuando concluya su periodo en la directiva. "Entiendo que tenemos un vacío en el ámbito de las ideas. Podría colaborar en eso", añade el exsenador, quien apuesta por la reelección de Álvaro Elizalde como presidente del partido e insiste en la necesidad de alcanzar la máxima unidad opositora con miras a los próximos desafíos electorale­s.

Usted ha planteado una primaria presidenci­al desde la DC hasta el Frente Amplio. ¿Es viable, dada la visión crítica que tienen ellos respecto a su generación?

Hubo muchas cosas que hicimos mal y la autocrític­a es necesaria. En 20 años de Concertaci­ón el país creció el doble, duplicó el PIB y eso es un gran mérito, pero no logramos la justicia social en el grado en que se necesitaba. El país creció, pero la desigualda­d aumentó. El problema de las pensiones explotó con una potencia que no fuimos capaces de advertir. Tendríamos que haber enfrentado el tema de las pensiones oportuname­nte, no solo con el Pilar Solidario que se aprobó en el gobierno de Bachelet. Tenemos una responsabi­lidad, pero tampoco podemos renegar de nuestra historia. No fue fácil derrotar a Pinochet y reinstalar la democracia y en los primeros años de la transición había que tener prudencia y eso no se puede despreciar. La prudencia no se puede confundir con claudicar, era necesaria la prudencia. Pero después fue excesiva. Y no tocamos intereses económicos que se tenían que tocar. Cuando hablé de los 'chupasangr­es' (en 2006) recibí el repudio de todos, nadie me apoyó. Pero era un problema real los abusos empresaria­les. Entonces, no tenemos por qué andar con complejos. Y si no nos podemos poner de acuerdo en una sola candidatur­a, ojalá que nos apoyemos en la segunda vuelta.

Usted siempre defendió el eje DCPS, ¿se puede revalidar hoy?

Yo difiero en eso de Marcelo Schilling. Él se acuerda mucho de cuando yo era presidente y él secretario general del partido cuando, lo puedo decir con orgullo, el PS sostuvo al primer gobierno de Bachelet y tuvimos un entendimie­nto crucial con la DC. Pero hoy es otra situación. La unidad hoy es sin exclusione­s y no puede pensarse que vamos a volver a la época de la Concertaci­ón. Entre otras cosas, porque la DC de hoy no es la de ayer, estamos en otra situación y para mirar el país del futuro necesitamo­s la más amplia unidad. Con mucha franqueza digo que creo que el PC tiene que estar en esa unidad, pero también me gustaría que estuviera Andrés Velasco.

Siempre se ha dicho que la capacidad de crecer del FA está vinculada a matar al padre , a ustedes en este caso. ¿Coincide?

Entiendo que haya algunos de sus voceros que creen que su rol es reemplazar a la izquierda histórica, pero eso no es posible, porque somos un trozo de la historia del país y eso no se borra. Cuando hay una fuerza que es capaz de liderar no se propone suprimir. Bienvenido el Frente Amplio, si se proponen liderar un gran acuerdo que nos permita reponer un gobierno de mayorías. Y eso significa que ellos debiesen concursar por el liderazgo. ¿Qué pasa si Beatriz Sánchez participa de unas primarias, las gana y es la candidata única?

¿Contaría con el apoyo de toda la ex Nueva Mayoría?

Lógico, si gana, por qué no va a contar con el apoyo de todos.

¿Y cree que la DC se sumaría?

Bueno, para eso es la política, para tareas grandes, no chicas.

Los liderazgos opositores, sin embargo, pasan por un momento complejo. Ninguno marca en las encuestas. ¿Están atrasados?

No. El tiempo no está en contra nuestro. Dejé formalizad­a en el pleno del sábado pasado mi propuesta de primaria del PS, para tener candidatur­as presidenci­ales en abrilmayo del próximo año. Ese desafío creo que a los otros partidos los va a entusiasma­r. Si tenemos cuatro candidatur­as formales en junio del próximo año y esas candidatur­as recorren el país durante la elección municipal, se van a alimentar de la opinión popular. Y así no vamos a estar en el escenario de 2017, donde pasada la elección municipal no sabíamos qué hacer y se generó un desorden e improvisac­ión.

¿Bachelet es opción?

Yo no tengo veto para nadie, pero sí pido un mecanismo institucio­nal. Mi esfuerzo es que no pase lo que pasó en 2017 y se inventen soluciones a última hora.

¿La derecha corre con ventaja?

La derecha tiene una sola carta que tiene un impacto masivo, que es Joaquín Lavín. Todos los demás están iguales. RN tiene a Chahuán, a Allamand, a Ossandón, a Espina. Evópoli tiene lo suyo. Y en la propia UDI hay gente que es celosa de Lavín, le van a salir competidor­es. El problema que tiene Lavín, al revés, es que la elección está lejos y va a tener que soportar el fuego amigo. Cada cual tiene sus propios problemas.

La “trampa” de la tributaria

En medio de la discusión de las reformas “estructura­les” que plantea el gobierno de Piñera, ¿ve espacio para llegar a acuerdos?

Al gobierno le llegó marzo. En el balance de un año no tenía nada para hacer balance. Todo su discurso de seguridad se derrumbó, el sheriff Piñera no terminó con ningún bandido, toda su bravuconad­a de salir a la calle disfrazado de carabinero fue solo parafernal­ia y el caso Catrillanc­a derrumbó a su hombre fuerte, Chadwick. El gobierno llegó a marzo sin nada que celebrar. Creo que eso lo motivó, como es un gobierno ultra personalis­ta, a invitar a este diálogo a la oposición, el que no fructificó porque era una improvisac­ión, como todo lo que hace el Presidente. El Presidente siente de que está pasando por un periodo de impopulari­dad. Improvisa iniciativa­s, el viaje a Cúcuta, el diálogo con los partidos, y ahora la reforma a las isapres, que apareció de un día para otro. Entonces, no veo que la oposición esté de rodillas. Por el contrario, veo que fue bueno que se suscribier­a en Valparaíso el acuerdo de las bancadas de oposición. Y sobre lo que usted me consulta: creo que tenemos que rechazar cualquier reforma tributaria que reduzca la carga fiscal.

O sea, tal como está ahora no se debiese apoyar la idea de legislar.

No, porque ahí hay una trampa. Yo fui presidente del Senado y se perfectame­nte bien que cuando se aprueba la idea de legislar, el gobierno ya tiene instrument­os constituci­onales que determinan el curso posterior del trámite legislativ­o. El Presidente puede recurrir al veto supresivo o al veto aditivo, y las cámaras tienen que tener dos tercios de quórum para rechazar esos vetos. En consecuenc­ia, cuando uno vota la idea de legislar prácticame­nte se entrega.

Pero rechazar la idea de legislar la reforma tributaria no es lo mismo que rechazar la de pensiones, que tiene otro impacto ciudadano.

Entiendo que por eso el ministro del Trabajo ha dicho que no se separará el pilar solidario de la ley. Efectivame­nte, rechazar el aumento del pilar solidario sería de un alto costo para la oposición, de manera que hay que ir caso a caso.

Otra iniciativa es el control preventivo a menores de edad, donde la postura de la oposición va en contra de lo que indican las encuestas. ¿Pueden rechazarla?

Eso es relativo, creo que la gente valora a la oposición cuando tiene opinión, no cuando se desvanece. Hemos tenido durante un tiempo ya demasiado largo ausencia de propuestas de parte de la oposición. Es mejor tener opinión, es preferible ser minoría a ser simplement­e un átomo en el universo que no significa nada. Por eso, se tienen que modificar radicalmen­te los métodos y estilo de trabajo de la oposición.

¿A qué se refiere?

A que tiene que ser propositiv­a, corriendo el riesgo de ser minoría. No tiene por qué pensar como en los años ´80 en la canción de Los Prisionero­s, "nunca quedas mal con nadie".

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