¡El emperador, desnudo!
Todos, o casi todos, queremos mejorar y corregir la Modernización Tributaria presentada por el gobierno. Sería penoso que los diputados de centroizquierda, en especial los demócratacristianos, se negaran a legislar, corriendo detrás de Giorgio Jackson, quien ha liderado la oposición en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. ¿Cómo podría la DC representar las mayorías moderadas, si en vez de solucionar problemas prefiere darse el gusto de derrotar al gobierno? ¿Qué relevancia tendría la DC dentro de la oposición, si pierde la oportunidad de convertirse en el partido de los votos decisivos?
Al votar no, la DC estaría dándole la espalda a más de un millón de Pymes, quienes, sin reforma, no podrán aprovechar la baja de impuestos, ni contar con el mayor equilibrio y certeza en la relación con el SII. También, la DC mostraría despreocupación por el crecimiento y por la movilidad social que genera el emprendimiento. Los impuestos dificultan la posibilidad de muchos para realizar sus anhelos y proyectos de vida.
Momento, diría alguno de sus dirigentes; nosotros hemos ofrecido dividir el proyecto, aprobando mejoras para las Pymes y los aumentos de impuestos, postergando lo demás. ¿Por qué eso estaría mal?
Primero, porque los ciudadanos queremos políticos eficientes, que no dejen para mañana lo que pueden hacer hoy. Segundo, porque en el trámite legislativo todo se puede cambiar, no es necesario postergar la discusión. Tercero, porque se trata de no perder recaudación, no de cobrar más impuestos para aumentar la obesidad estatal. Cuarto, porque las Pymes también necesitan la reintegración, las normas de gastos y las de fiscalización, temas que busca posponer la oposición.
La reintegración corrige el cálculo del impuesto personal de 867.000 personas (cifra del SII), eliminando el impuesto en exceso, que injustamente pagan hoy. Ciertamente, no hay en Chile ese número de millonarios. Dentro de los perjudicados por la falta de reintegración hay 568.000 que reciben menos de $650.000 mensuales. La reintegración es una necesidad masiva.
La oposición confunde “reintegrar” con discutir cuánto impuesto deben pagar los sectores de mayores ingresos. Si se piensa que 35% es poco, o que hay ingresos que no tributan por exenciones generosas, la discusión debiera estar ahí, no en la reintegración.
En este tema, personeros DC han planteado malas ideas, como que las empresas paguen más tasas de impuestos, a medida que sean más grandes, o que exista un impuesto a todo dividendo.
Un impuesto mayor a las empresas que crecen haría aún más empinada la pista para que emprendimientos y para que empresas medianas lleguen a ser grandes. Además, tasas más altas para las más grandes disminuirían la inversión, porque reducirían los fondos de esas empresas, precisamente las que más invierten. Igualmente, un impuesto a los dividendos también golpearía la inversión, porque reduciría el ahorro de sociedades de inversión, el cual sirve para financiar inversión. Esto contradice el deseo de incorporar más medidas pro-inversión a la Reforma, crítica en que la DC ha estado muy acertada.
Es difícil y arbitrario definir cuándo una empresa es “más grande”. Una empresa de servicios de aseo, por ejemplo, puede vender mucho y ganar poco. ¿Debe pagar más tasa de impuestos que una oficina de abogados, que vende poco y gana mucho?
La DC enfrenta un momento decisivo. La ciudadanía observa atenta si abrirá el potente camino propio de oposición que ha insinuado. Si vota no, la DC, como el emperador del cuento, quedará al desnudo.
Sería penoso que los diputados de centroizquierda, en especial los DC, se negaran a legislar.