“Es un gran daño a la confianza, credibilidad y prestigio del Poder Judicial”
Ministro y vocero de la Corte Suprema:
El magistrado aborda la inédita crisis que vive la Corte de Apelaciones de Rancagua, con tres ministros suspendidos. A la vez, admite que cuando se sancionó al juez Emilio Elgueta en 2010 “se actuó probablemente con algo de benevolencia”.
Juan Manuel Ojeda G.
Esta semana el Poder Judicial se vio fuertemente golpeado por la investigación sumaria por presunto tráfico de influencias que instruye la ministra de la Corte Suprema, Rosa María Maggi contra tres jueces de la Corte de Apelaciones de Rancagua: Emilio Elgueta, Marcelo Vásquez y Marcelo Albornoz, quienes están suspendidos de sus cargos por faltas a la ética.
Los ministros son indagados por posibles gestiones realizadas para nombrar a familiares en cargos, por contactos que habrían tenido con abogados de algunas causas y pagos en dinero. Elgueta y Vásquez son, además, investigados por el Ministerio Público por los mismos ilícitos. De hecho, Elgueta será formalizado el 26 de abril por los delitos de prevaricación y enriquecimiento ilícito.
En entrevista con La Tercera, el ministro vocero del máximo tribunal, Lamberto Cisternas, quien es parte del Poder Judicial hace 36 años, aborda la inédita crisis por la que atraviesa el tribunal de alzada de Rancagua. “Tenemos un gran daño a la credibilidad, confianza y prestigio del Poder Judicial”, admite. También advierte que estos hechos afectan “la moral” de los funcionarios de los tribunales, quienes “en su inmensa mayoría ejercen bien su labor”.
Ante las investigaciones iniciadas a los ministros de la Corte de Apelaciones de Rancagua ¿estamos frente a posibles faltas a la ética o a delitos cometidos en la administración de justicia?
Ante faltas de ética estamos de todas maneras. Yo creo que los antecedentes que tenemos reunidos permiten afirmar eso de forma clara. Si son o no delitos es una cuestión que habrá que esperar a que termine la investigación del Ministerio Público y la decisión del tribunal correspondiente.
El juez Elgueta había sido amonestado por la Suprema en 2010 por tráfico de influencias ¿Cómo llegó a ser ministro de la Corte de Rancagua?
Ya en la época en que tuvo esas medidas disciplinarias era ministro (de la Corte de Apelaciones de Santiago) y luego de eso, él se trasladó a Rancagua. La verdad es que algunos, por lo menos yo, vimos esto como el comienzo de una nueva etapa de su vida funcionaria. Sin embargo, las cosas han transcurrido de tal manera, que uno piensa que no se tomaron las lecciones adecuadas de aquellos primeros episodios en que tuvo la sanción, lo que habría permitido que enmendara su comportamiento.
¿Se aplicaron las sanciones correctas para evitar que se repitieran estos hechos?
El problema que siempre hay en estos casos es que uno juzga hoy lo que ocurrió hace tiempo. Antes la mirada en Chile y en el Poder Judicial era diferente a la de hoy. Entonces quizás en aquel momento no se reaccionó con la misma rapidez y energía. En aquel momento se actuó probablemente con algo de benevolencia, pensando justamente en esta idea de la rehabilitación. Hoy la mirada, le aseguro, va a ser diferente.
¿Al ministro sancionado se le hace un seguimiento o acompañamiento?
No. El sistema confía en que la persona que ha tenido este problema sacará las lecciones y tomará las rutas que correspondan para el futuro.
¿Cree que el código disciplinario no es lo suficientemente adecuado?
Es posible. Nosotros, una vez que termine todo este episodio, tendremos que reflexionar sobre estas materias y pensar si efectivamente el sistema disciplinario o de controles es adecuado.
¿Hay intención de reformarlo?
El sistema disciplinario tiene un año, es relativamente nuevo. Nuestro empeño es que en el segundo semestre de este año podamos hacer una evaluación de lo que ha sido la aplicación del acta número 15 y ahí incorporar varias sugerencias que ya nos han formulado los mismos fiscales que llevan ade