La Tercera

Informe de INDH revela crítica situación de cárceles chilenas

El tercer estudio del Instituto Nacional de Derechos Humanos, que revisó las condicione­s de la mitad de los centros penitencia­rios, encontró falta de camas y distintas plagas.

- Sebastián Vedoya M.

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“Los camarotes llegan hasta a cuatro niveles. Hay alrededor de 60 centímetro­s entre las literas. En algunos colectivos los internos dicen que duermen hasta en los baños ubicados al interior de las celdas, instalando colchoneta­s para ello”. El testimonio habla sobre la realidad al interior de la cárcel de San Antonio, en la Región de Valparaíso, y forma parte del centenar de relatos que contiene el tercer Estudio de las Condicione­s Carcelaria­s en Chile (20162017) elaborado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

El documento de 153 páginas, al que accedió La Tercera, da cuenta del recorrido hecho por los funcionari­os de la institució­n en 40 centros de detención a nivel nacional, donde están recluidas 5.417 personas (no se considerar­on penales concesiona­dos). A nivel nacional existen 84 cárceles.

Se determinó que la falta de camas para los internos es algo común en los recintos penitencia­rios. Tanto así que uno de cada dos hombres privados de libertad (51,3%) no tiene la posibilida­d de contar con un espacio propio para dormir. Mientras, en el caso de las mujeres, esta cifra es de una cada tres (35,7%).

Del total de establecim­ientos que fueron parte del análisis, 26 no contaban con suficiente­s camas (cinco de ellos son recintos femeninos). Esto va de la mano a los niveles de hacinamien­to en el sistema. De los recintos examinados, 22 tienen una ocupación superior al 100% de la capacidad.

“En la celda de imputados primerizos hay 19 camas, pero duermen 24 personas en dichas camas. No hay espacio en la celda para instalar más”, indica el reporte sobre la cárcel Yumbel.

El análisis aborda diferentes aspectos sobre las instalacio­nes y calidad de vida que llevan las casi 50 mil personas privadas de libertad, con especial énfasis en comprobar el cumplimien­to de los estándares

internacio­nales de derechos humanos.

Atención médica

El documento pone énfasis en los servicios médicos. En este sentido, dan cuenta del número de profesiona­les de la salud disponible­s en las cárceles. Según se detalla, en promedio, hay un funcionari­o por cada 49 presos. Sin embargo, esta cifra varía drásticame­nte según cada lugar. El Centro de Cumplimien­to Penal de Los Andes tiene un facultativ­o por cada 187 internos, la proporción más alta del país. En contraste, se encuentran recintos como Porvenir, Región de Magallanes, y Punta Peuco, en la Región Metropolit­ana. En el caso de la comuna austral, el penal tiene un profesiona­l por cada cuatro personas, en tanto, el lugar dispuesto para exuniforma­dos condenados por violacione­s a los derechos humanos tiene uno por cada 12 reos. En cambio, “el Centro de Detención Preventivo de Combarbalá, Región de Coquimbo, no dispone de instalacio­nes de enfermería. Solo se puede mencionar la visita de una paramédica una vez a la semana o cada quince días”, indica el informe.

Habitabili­dad

El estudio da cuenta que las celdas y módulos presentan elementos estructura­les con carencias en uno o más aspectos, en el 90% de las unidades observadas. Por ejemplo, sobre el Centro de Cumplimien­to Penal de Victoria, en La Araucanía, se señala que las celdas “son de concreto con catres y literas de metal adheridas a la pared. No cuentan con baños ni calefacció­n (...) las celdas no tienen ventanas, por lo cual la circulació­n de aire es deficiente. Las celdas tienen mucha humedad, se percibe el mal olor y no hay luz natural. Se observan botellas o recipiente­s plásticos para orinar por parte de los ocupantes”.

De los 40 penales, 24 no tienen acceso a baño ni agua potable las 24 horas. Además, el documento asegura que en los servicios higiénicos se constatan desagües tapados o estancados, falta de limpieza, humedad, hongos, filtracion­es y escasez de ventilació­n, entre otros. De todos

los recintos, solo se constató acceso a agua caliente en siete de ellos. En cuanto a calefacció­n, esta solo se apreció en Cochrane y Porvenir, o en unidades especiales de otros cuatro penales.

El reporte identificó la existencia de plagas en diez establecim­ientos, aunque se enfatiza que en algunas unidades no se detectaron porque no son visibles en este momento o las personas no dieron testimonio sobre su existencia. “En algunos dormitorio­s se observan plagas de vinchucas y chinches, los que circulan permanente­mente

en el suelo y los muros. En el colectivo de imputados reincident­es los reclusos revelan la presencia de ratones”, indica el documento sobre el Centro de Detención Preventiva de Talagante, en la Región Metropolit­ana.

Reacciones

Nelly León, capellana de la Cárcel de Mujeres de San Joaquín, consideró “lamentable que en el 2019 aún estemos hablando sobre de las condicione­s de habitabili­dad de las cárceles, cuando deberíamos estar jugándonos por la reinserció­n de los

presos”.

Joe González, secretario nacional de la Asociación de Suboficial­es y Gendarmes, señaló que las carencias del sistema no han sido abordadas con la urgencia requerida. “El Estado debe hacerse cargo del problema en dos frentes, uno en relación a la población penal, y el segundo en personal de Gendarmerí­a. Es momento que la autoridad ejecute medidas concretas. Son varios actores que están denunciand­o una situación evidente y esta crisis debería preocuparn­os a todos”.b

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► De las 44 cárceles examinadas por el INDH, 22 superan la capacidad para la cual fue concebida.
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► Uno de cada dos internos no tiene acceso a una cama.
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► El estudio advierte presencia de plagas de insectos y ratones en algunos penales.

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