La Tercera

Hospitales de Venezuela: “Es una crisis que mata”

En el último mes, dos apagones han golpeado al ya precario sistema de salud. En algunos hospitales los médicos han usado luz de celulares para sus operacione­s.

- Por Catalina Göpel

Carecían de insumos, les faltaban equipos, medicament­os y hasta el suministro de oxígeno era limitado en los hospitales producto de la crisis en Venezuela. Pero ahora, con la seguidilla de apagones que en las últimas semanas han dejado prácticame­nte a oscuras a todo el país, el dramático declive en el sector de salud ha provocado, literalmen­te, batallas entre la vida y la muerte entre los pacientes más graves.

Según cifras de la oposición, durante el primer gran apagón, del pasado 7 de marzo y que afectó al 90% del país, se registraro­n 21 víctimas fatales, mientras que el chavismo reportó solo dos. A su vez, desde el segundo corte de suministro eléctrico, que -comenzó el 25 de marzo- cinco personas han fallecido, dos de ellas por problemas durante el traslado hospitalar­io por fallas en los ascensores.

Cuando el segundo apagón del mes cumplía su tercer día sin ser resuelto por la estatal encargada del sector eléctrico (Corpoelec), Jaime Lorenzo, de 52 años, director ejecutivo de Médicos Unidos por Venezuela y jefe de guardia del Hospital Ricardo Baquero González, ubicado en Caracas, llegó temprano al centro de salud para revisar si estaba operativa o no la planta eléctrica del recinto.

“Lo primero es verificar si hay agua o luz. Desde hace tiempo veníamos con fallas, pero ahora, con los cortes prolongado­s, hasta se han dañado los generadore­s. El personal hace malabares para cumplirle a los pacientes y en algunos casos, han tenido que intervenir quirúrgica­mente utilizando la luz de los propios celulares o atender partos en las mismas condicione­s”, relató Lorenzo a La Tercera en una inter

mitente conversaci­ón telefónica.

Cuando se va la energía, también se cae la señal de los celulares y la de internet en Venezuela. De acuerdo a las autoridade­s, el segundo apagón habría sido producto de la explosión de tres transforma­dores en una de las plantas de la Hidroeléct­rica de Guri, que provee luz a cerca del 70% de los venezolano­s.

Tanto hoy, que el país se encuentra en medio de un plan de racionamie­nto eléctrico impulsado por el oficialism­o, como en los cortes anteriores, el gobierno de Nicolás Maduro ha atribuido la falla de suministro al “sabotaje” y a “la guerra eléctrica” de la Casa Blanca. Mientras que, desde la oposición, han denunciado la “falta de mantenimie­nto y corrupción” en el sector energético.

Pero más allá del origen de los apagones, algunos como el venezolano Luis Orozco, de 58 años y que padece hipoplasia renal congénita, sufren en carne propia los efectos de los cortes permanente­s. “Estoy nuevamente en el Hospital Central de Maracay esperando a que me ingresen para recibir diálisis. El problema, además de que somos 85 enfermos en espera para cinco máquinas y que tampoco hay insumos dializador­es ni vitamina B, es que tampoco hay agua y la luz se va”, contó a La Tercera. Al igual que con Lorenzo, la conversaci­ón se ve interrumpi­da en varias ocasiones por la pérdida de señal.

De acuerdo con este venezolano, que mantiene la ilusión de continuar su tratamient­o, “no queda otra que esperar porque se corre el riesgo de perder la vida. Las horas pasan y se siente feo, porque uno se duerme y otros andan cazando las máquinas. Es una crisis que mata”.

¿Y la ayuda humanitari­a?

Tras el fallido intento por trasladar la ayuda humanitari­a internacio­nal desde Cúcuta (Colombia) a Venezuela, la oposición ha comenzado a recibir fuertes críticas de parte de quienes esperan y necesitan las toneladas de medicament­os e insumos para sus tratamient­os.

Ante esto, el propio Juan Guaidó señaló a fines de marzo que “el ingreso de ayuda humanitari­a siempre ha sido prioridad” y que pronto se entregarán “nuevos apoyos para contener la tragedia”.

Frente al desamparo, Rosa Rojas, de 26 años y estudiante de arquitectu­ra de la Universida­d Central de Venezuela, buscó su propia “ayuda internacio­nal”, para costear una sexta cirugía producto de una obstrucció­n intestinal derivada de una peritoniti­s apendicula­r, que hace un año le cambió la vida. Actualment­e intenta recaudar a través de

GoFundMe, una plataforma online de financiaci­ón colectiva, US$ 6.500 para su operación, cuyo presupuest­o tiene vigencia por solo 19 días.

La hiperinfla­ción es otro de los males que afecta a quienes padecen una enfermedad en Venezuela y que con una proyección de 10.000.000% para fines de 2019, provoca que cualquier remedio, examen o tratamient­o, que por más difícil que sea de conseguir, también sea impagable, porque su costo se eleva día a día.

“Ahora me encuentro en una casa de reposo (...) porque con el apagón la clínica permanece cerrada. Al no

haber electricid­ad se suspende el resto de los servicios y me preocupa que cuando retomen las actividade­s puedan incrementa­r el presupuest­o”, cuenta Rojas en diálogo por Whatsapp con La Tercera.

De todas formas, mientras la intermiten­cia de energía pareciera estar lejos de solucionar­se, ya que el plan de racionamie­nto se extenderá

por al menos 30 días, Rosa Rojas se mantiene firme en su objetivo y celebra el valor de la difusión digital que le ha permitido divulgar su historia para recibir aportes desde fuera de Venezuela para ser operada en Caracas. “Mi sueño en Venezuela es graduarme y trabajar arduamente por la construcci­ón de mi país”, concluyó.b

 ??  ?? Un paciente mira por la ventana del Hospital Miguel Pérez Carreño, en Caracas, durante el primer gran apagón del 7 de marzo, que dejó cerca del 90% de Venezuela a oscuras.
Un paciente mira por la ventana del Hospital Miguel Pérez Carreño, en Caracas, durante el primer gran apagón del 7 de marzo, que dejó cerca del 90% de Venezuela a oscuras.
 ??  ?? Un paciente en uno de los hospitales de Caracas.
Un paciente en uno de los hospitales de Caracas.
 ??  ?? Un hospital con las camas vacías y sin suministro­s.
Un hospital con las camas vacías y sin suministro­s.

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