La Tercera

La nueva rebelión que azota a Libia

Un mariscal y antiguo enemigo del dictador libio intenta tomarse el poder mediante un ataque contra Trípoli. Desde 2011, el país está partido en dos.

- Alejandro Tapia

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Durante la era del dictador Muammar Gaddafi (19692011), una guerra civil a gran escala en Libia se consideró siempre como algo improbable. De hecho, no ocurrió hasta que estalló la Primavera Árabe y la rebelión que le costó el cargo, linchamien­to público incluido. Si hace poco más de siete años el amo y señor libio fue derrocado por milicias rebeldes que se organizaro­n en el este del país, esta vez ocurre algo similar, con un mariscal, Jalifa Haftar, que en su momento fue un aliado y posterior enemigo de Gaddafi y que ahora intenta tomar el control de esta nación norafrican­a rica en petróleo.

Tras la muerte de Muammar Gaddafi, el 20 de octubre de 2011, Libia quedó dividida en dos, pero con una anarquía total entre diversas tribus y milicias. Tal fue el caos, que el territorio libio se transformó en un caldo de cultivo para grupos radicales y yihadistas del Estado Islámico.

Desde entonces, en Trípoli, la capital, funciona un gobierno respaldado por Naciones Unidas, mientras que en Tobruk -en el este- opera otro Ejecutivo apoyado por el mariscal Haftar.

En los últimos días las fuerzas de este general -que en los 80 cayó en desgracia y fue reclutado por la CIAhan avanzado hasta las afueras de Trípoli y ayer el aeropuerto internacio­nal fue blanco de un bombardeo aéreo. Los últimos enfrentami­entos han dejado al menos 51 muertos, entre éstos varios civiles, según la agencia The Associated Press.

Haftar pretende convertirs­e en una suerte de Gaddafi, el hombre que lo traicionó y al que intentó derrocar en varias ocasiones, y para ello cuenta con el apoyo, entre bastidores, de potencias como Francia, Arabia Saudita y Rusia. Al mando del autodenomi­nado Ejército de Liberación Nacional libio (LNA), Haftar ha logrado conquistar enormes territorio­s del país, incluidos ricos yacimiento­s petroleros, y ciudades importante­s como Bengasi y Sirte.

“En julio de 2018, el Presidente francés Emmanuel Macron tomó una decisión que cambiaría el conflicto en Libia y abriría las puertas a la batalla final por el control de Trípoli, lanzada el jueves pasado por el mariscal Haftar. Consciente del creciente poder del controvert­ido oficial, Macron invitó a Haftar a París y le concedió así una legitimida­d política que ansiaba y de la que carecía, pese a ser ya el hombre fuerte del país”, señaló Javier Martín, correspons­al de la agencia EFE en Túnez.

Ante la escalada de violencia, Macron llamó por teléfono ayer al primer ministro libio Fayez al-Serraj, que ejerce el poder en Trípoli.

Desde su viaje a París, Haftar se ha transforma­do en una fuerza imparable. De hecho, cuando inició su ofensiva final días atrás, no le importó que en Trípoli estuviera el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, con quien se reunió el viernes pasado.

¿Qué podría ocurrir tras la ofensiva del mariscal Haftar? ¿Está Libia frente a un escenario de no retorno?

Jason Pack, fundador de la consultora Libya-Analysis señaló a La Tercera que los últimos movimiento­s militares de Haftar sugieren que es más probable que las fuerzas del mariscal “continúen impulsando su asalto a la capital, en lugar de conformars­e con una solución diplomátic­a”. “Sin embargo, sigue siendo poco probable que el LNA pueda tomar el control de la ciudad en los próximos días, a pesar de la propaganda de LNA. Lo que realmente estamos viendo es una guerra mediática. El asalto a Trípoli es una forma de teatro kabuki. Haftar piensa que puede beneficiar­se al aparecer en el asalto, sabiendo que una verdadera guerra no tendría éxito y dañaría sus intereses”, agrega Pack.

En ese sentido, según The New York Times, para lograr su cometido el mariscal Haftar necesitarí­a una victoria rápida en Trípoli. De lo contrario, corre el riesgo de enfrentar serios problemas para abastecer su larga línea de fuerzas, desde el este del país hasta la capital, en el oeste.

¿Una copia de Gaddafi?

De acuerdo con las agencias internacio­nales, unas 3.400 personas se han visto obligadas a dejar sus hogares en Trípoli. Al mismo tiempo, el Times señaló que Estados Unidos ordenó la evacuación de su pequeño contingent­e de tropas en la capital la noche del domingo. Hasta ahora, el gobierno de Donald Trump ha mantenido una posición neutral en el

conflicto. A su vez, Rusia señaló que defiende una “solución pacífica” del conflicto.

Lo cierto es que pese al temor a un conflicto a gran escala, la comunidad internacio­nal no ha logrado ponerse de acuerdo sobre una condena respecto de la ofensiva de Haftar.

El mariscal (ver nota secundaria) se presenta como el único capaz de unir y darle estabilida­d al país, como en su momento lo hizo Gaddafi, aunque mediante un gobierno autócrata.

“Gaddafi fue un dictador absoluto. En el transcurso de sus 42 años de gobierno hubo levantamie­ntos e intentos de golpe de Estado, pero una verdadera guerra civil era imposible. Ahora hay más de 350 milicias diferentes en el país con más de 200.000 hombres jóvenes armados. En Libia no hay Estado ahora. Bajo Gaddafi, el Estado y sus redes de distribuci­ón y patrocinio reinaron de manera suprema”, concluye Jason Pack.

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 ??  ?? Fuerzas leales al mariscal Hafter, toman posiciones en la ciudad de Bengasi, la segunda en importanci­a de Libia.
Fuerzas leales al mariscal Hafter, toman posiciones en la ciudad de Bengasi, la segunda en importanci­a de Libia.
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