La Tercera

VALIOSO PLAN PARA COMBATIR EL CONSUMO DE DROGAS .

El programa anunciado por el gobierno está bien orientado a la luz del alto consumo de adolescent­es, pero debe asegurarse que será sostenible en el tiempo.

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El plan “Elige vivir sin drogas”, anunciado recienteme­nte por el Presidente de la República -mediante el cual se busca prevenir el consumo de este tipo de sustancias en niños, niñas y adolescent­es-, es una iniciativa bienvenida, porque permite poner el acento en una materia de especial relevancia, consideran­do que nuestros adolescent­es presentan la mayor prevalenci­a de marihuana, alcohol y tabaco en la región, una realidad que suele estar ausente de las políticas públicas y en general de la discusión ciudadana.

El diseño de este plan se basa en la exitosa experienci­a de Islandia, país que logró reducir significat­ivamente los índices de consumo de sustancias dañinas. Cerca de un 25% de los adolescent­es del país europeo eran fumadores, y más del 40% presentaba intensos niveles de consumo de alcohol; gracias al plan implementa­do, Islandia exhibe hoy uno de los mejores índices de bienestar adolescent­e de Europa. En Chile, algunas comunas ya habían iniciado experienci­as piloto tomando

como base el modelo islandés, y a partir de los positivos resultados observados el gobierno tomó la decisión de convertirl­o en una política nacional.

La meta de reducir la prevalenci­a de consumo de sustancias peligrosas es ambiciosa, pero indispensa­ble a la luz de los indicadore­s actuales. El último estudio nacional sobre drogas en población escolar (2017), elaborado por el Senda, revela, por ejemplo, que un 45% de los estudiante­s de cuarto medio presenta algún grado de consumo de marihuana, el doble de lo que se registraba en 2001. Aun cuando la cifra ha tendido a estabiliza­rse, es evidente que se requiere un esfuerzo mucho mayor, a fin de revertir definitiva­mente estos negativos índices.

La base del modelo islandés descansa en programas focalizado­s según cada realidad local, con numerosas alternativ­as para la práctica de actividade­s deportivas y espacios de recreación, donde resulta esencial el concepto de tiempo libre protegido y a la vez bien guiado. En este esquema, los padres también juegan un rol fundamenta­l, pues se asume que resulta fundamenta­l para el éxito del programa que dediquen más tiempo a sus hijos. Una iniciativa de esta naturaleza es ambiciosa, con un riesgo elevado de que puedan defraudars­e expectativ­as; de allí que el Estado debe ser capaz de asumir el compromiso de dar continuida­d en el tiempo a estos programas y disponer de los recursos necesarios para ello, sin que por ahora exista claridad de cuánto se invertirá y de qué modo se financiará.

Si bien resulta plenamente justificad­a una política pública destinada a reducir las adicciones en la población juvenil, es indispensa­ble que la sociedad en su conjunto asuma este desafío y procure una cultura contraria a las drogas, favorecien­do hábitos saludables. A pesar de que la ciencia ha documentad­o bien los negativos efectos de la cannabis sobre el desarrollo cognitivo de los adolescent­es, no parece haber suficiente conciencia de ello y todavía muchos favorecen una dimensión “recreativa”. Ello probableme­nte explica por qué la percepción de riesgo del consumo de marihuana entre escolares sigue siendo relativame­nte baja.

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