Salud: el momento es ahora
La necesidad de una reforma de salud se ha tomado nuevamente la agenda, como reacción al alza informada por las Isapres del precio base de la prima del Plan Complementario, las señales contradictorias desde la Superintendencia, y la puesta en marcha de la cotización obligatoria de independientes vía retención en la declaración de renta.
Un cambio en la estructura del financiamiento y la atención de salud en Chile es un asunto muy serio, que requiere un acuerdo político amplio y una agenda que supere el período de un solo gobierno. La dinámica que empuja a este cambio tiene como ejes: el acceso igualitario a la salud exigido como parte de la seguridad social, el gasto en prevención requiere ser visto como inversión en capital humano, el costo de la salud aumenta muy por sobre del crecimiento de la economía, motivado por el envejecimiento y las nuevas tecnologías, y se pierde aceleradamente nuestro bono demográfico,
es decir, la proporción de población pasiva crece.
¿Qué hacer? Hay un acuerdo suficiente para crear en las Isapres un Plan Garantizado de Salud, con tarifa plana, libre movilidad, fondo compensatorio y sin exclusiones. Se debe lograr un acuerdo para lograr que Fonasa se renueve también hacia la financiación de un Plan Garantizado que se asemeje progresivamente al plan de las Isapres, y que con este plan Fonasa implementado se permita la movilidad entre ambos subsistemas. Solo entonces, el Plan Garantizado sería propiamente un Plan Universal.
Este Plan debe tener una estructura de paquetes; lo que se financia no son prestaciones aisladas, como 20 exámenes más 30 jeringas, sino que un valor realista asociado a la solución de un problema: mantener a alguien con diabetes en buen control, o pagar el valor promedio de una intervención quirúrgica, incluidos todos sus componentes. Asimismo, este Plan debe incluir la cobertura AUGE, un seguro catastrófico y un paquete de acciones preventivas para todos los beneficiarios, de carácter obligatorio.
Paralelamente, se debe avanzar a que los hospitales públicos no dependan de una subsecretaria ministerial, sino que se administren desde una empresa del Estado, con un directorio idóneo, y un director ejecutivo nombrado previa aprobación del Parlamento, e inamovible por seis años.
Los dos focos inmediatos de ineficiencia que requieren corrección, para todo el sistema, son la mejor regulación del mercado farmacéutico y el derroche de licencias médicas.
Son palabras fáciles de escribir y complejas de implementar; pero la alternativa está a la vista: más pobreza, descrédito de la política, epidemias que avergüenzan (HIV, drogas), y, paradójicamente, una espiral de más costos, judicialización y conmoción social. Los votantes deciden; para no olvidarlo.