La Tercera

CORRECTO ÉNFASIS EN EDUCACIÓN PARVULARIA

El proyecto de gobierno para aumentar las subvencion­es en establecim­ientos de formación temprana está bien orientado, si bien mantiene algunos sesgos que deberían corregirse.

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En medio de las presiones por el incremento de los recursos públicos para la gratuidad de la educación superior, el gobierno ingresó un proyecto de ley que pretende trasladar el foco hacia el financiami­ento de la educación parvularia. Tras la presentaci­ón de la iniciativa, y en alusión a dichas presiones, la ministra de Educación afirmó que “la prioridad es invertir recursos en educación parvularia”. Este hecho constituye una buena señal y se espera que realmente se persevere en ello, pues la idea está en línea con lo señalado por diversos especialis­tas, en cuanto a que es en los niveles iniciales donde se deben poner los mayores esfuerzos para evitar que las brechas educativas entre niños de distinta realidad socioeconó­mica se disparen. Es evidente que, frente a la existencia de restriccio­nes presupuest­arias, es aquí donde debiera destinarse cualquier recurso adicional del que se pueda disponer.

El proyecto propone un sistema de subvencion­es

para los niveles medios a los que asisten los niños de dos a cuatro años, entre los cuales la cobertura se encuentra todavía muy por debajo de los estándares internacio­nales. Además de una subvención base, la iniciativa considera una subvención especial por vulnerabil­idad y una adicional de apoyo a los alumnos con necesidade­s especiales, lo que tendrá un costo de US$ 180 millones en régimen. El nuevo sistema aplicará para los establecim­ientos que, aunque hoy reciben al 55% de los niños que se encuentran asistiendo a este nivel educativo, paradojalm­ente son los que menos recursos reciben desde el Estado: los jardines infantiles que funcionan vía transferen­cia de fondos y los niveles medios en establecim­ientos escolares. De esta forma, se inyectará una suma importante de recursos a través de un mecanismo transparen­te y objetivo, que se espera contribuya a aumentar la cobertura de manera costo efectiva.

Ahora bien, un problema del proyecto es que -posiblemen­te por razones políticas- excluye del nuevo sistema a los establecim­ientos pertenecie­ntes a la Junji, que hoy se financian mediante los recursos que la Ley de Presupuest­os le otorga a la institució­n anualmente y que ésta distribuye en forma bastante arbitraria y hermética. Con esto podría no cumplirse a cabalidad el objetivo de gobierno de equiparar el gasto público entre niños de similares condicione­s que asistan a los distintos proveedore­s que conforman la red pública. Asimismo, si además se considera que en los próximos años la educación parvularia ingresará al Sistema de Aseguramie­nto de la Calidad, el que debiera equiparar las exigencias y condicione­s de funcionami­ento entre los distintos tipos de jardines, no resulta justificad­o mantener dos sistemas de financiami­ento paralelos.

Con todo, es de esperar que esta iniciativa obtenga el protagonis­mo que merece por sobre la gratuidad en la educación superior, y que los distintos sectores se alineen para que pueda avanzar en su tramitació­n y mejorar los aspectos señalados.

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