La Tercera

Crujidera en la oposición

- Sergio Muñoz Riveros Analista político

Los fiscales del monolitism­o opositor –PS, Frente Amplio (FA) y PC-, no demoraron ni un minuto en disparar contra la DC por haber decidido aprobar la idea de legislar sobre el proyecto de reforma tributaria del gobierno. Para la lógica de trinchera, importa poco o nada que el país pueda mejorar el sistema impositivo: lo que cuenta es oponerse metódicame­nte al gobierno y crear las bases de “la gran unidad”, ese talismán que permite ocultar la indigencia de ideas y juntar votos. A lo mejor, el diputado Gabriel Ascencio le toma ahora el peso al acuerdo opositor de “mínimos comunes” con el que su bancada buscó apuntalar a Iván Flores en la presidenci­a de la Cámara. El PC ya anuncia una censura a Flores.

No hay duda de que el PS lleva la batuta en la estrategia de poner todos los obstáculos posibles a Piñera, con lo cual tiende a reverdecer el lema socialista de 1964 contra Frei Montalva: “Le negaremos la sal y el agua a su gobierno”. Deberían reflexiona­r al respecto algunos veteranos dirigentes socialista­s que parecen creer que la intransige­ncia los rejuvenece y los deja listos para recibir los votos del FA en la próxima elección presidenci­al.

Para que la política no se degrade es indispensa­ble fomentar las prácticas republican­as. Esto implica resistir el espíritu de trinchera, apostar por la racionalid­ad, disponerse a dialogar y a establecer acuerdos. Por lo tanto, es beneficios­o que el gobierno y una parte de la oposición converjan en el propósito de modernizar el sistema tributario. Fue clave que Piñera mostrara voluntad de entendimie­nto, y que ello se expresara en el esfuerzo del ministro de Hacienda para introducir modificaci­ones al proyecto que no alteraran la recaudació­n, aseguraran la progresivi­dad y mantuviera­n el foco en el crecimient­o.

La definición de las políticas públicas requiere estudio de posibilida­des, realismo financiero, flexibilid­ad legislativ­a, pero sobre todo, sentido nacional. No se puede olvidar la dura experienci­a de aprobar reformas mal pensadas. Se trata de sacar adelante reformas que mejoren lo que tenemos, para lo cual es obligatori­o resistir las simplifica­ciones demagógica­s.

Al ser minoría en el Congreso, el gobierno deberá buscar mayorías específica­s frente a cada proyecto. Lo primero es afinar el itinerario y la metodologí­a, lo que supone establecer prioridade­s y explicar bien los fines. La reforma de pensiones tiene gran trascenden­cia: es urgente mejorar sustancial­mente las bajas pensiones que reciben miles de personas. En cuanto a la reforma a las Isapres –que impactará al conjunto del sistema de salud-, hay que tener claro que opinarán muchas voces y habrá que procurar que el debate desemboque en un progreso real.

El gobierno debe acotar lo que quiere conseguir en cuatro años, y buscar acuerdos con los que estén dispuestos. Los ciudadanos juzgarán la altura con la que actúe cada sector.

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