“Ahora es más fácil tener hijos que grabar un disco clásico”
El músico abre la temporada de conciertos de CorpArtes el 30 de abril y 2 de mayo junto a sus hijos Lily y Sascha. Maisky, uno de los mejores chelistas actuales, posee una gran discografía y varias nominaciones al Grammy.
Si tocara en un grupo de música popular tal vez podría etiquetar su trío bajo el nombre de Mischa y sus boys. O Maisky Power Trio. O aún más simple: Mischa, Sascha y Lily. Si hiciera rock en lugar de interpretar a Tchaikovsky no estaría enfrentado a la crisis discográfica del género docto, aunque eventualmente haría menos giras para ganar dinero. No lo tendríamos en Chile, pero acaso contaríamos con más grabaciones suyas, como las que entregó en los años 80 y 90 bajo el sello Deutsche Grammophon, la compañía de toda su vida.
A fines del año pasado, el chelista Mischa Maisky (Riga, Letonia, 1948) publicó Adagietto, su primer álbum en siete años. Es una serie de transcripciones para piano, violín y chelo de sus obras favoritas, incluyendo el popular Adagietto de la Quinta sinfonía de Mahler que da título al disco. Grabó junto a músicos de alto octanaje, entre ellos la pianista Martha Argerich, los violinistas Julian Rachlin y Janine Jansen y, por supuesto, sus hijos Lily en el piano y Sascha en el violín.
Dentro de tres semanas los tres abrirán la Quinta Temporada de Conciertos del Teatro CorpArtes en dos fechas: martes 30 de abril y jueves 2 de mayo. Interpretarán el
Triple concierto y el Trío Fantasma de Beethoven, el Trío Opus 90 y las Variaciones Rococó de Tchaikovsky,
el Nocturno Opus 148 de Schubert
y Kol Nidrei de Bruch. Los conciertos serán precedidos por actividades organizadas por la Fundación CorpArtes: el lunes 29 de abril habrá una clase libre (16.00 h) y el martes un ensayo abierto (11.00 h). Las inscripciones se realizan en corpartes.cl.
“El ensayo y la clase abierta permitirán que más personas puedan tener la oportunidad de conocer el trabajo de estos destacados músicos, aprender y conocer sus técnicas, conversar con ellos y emocionarse con su trabajo”, comenta la directora ejecutiva de Fundación CorpArtes, Francisca Florenzano.
Un padre de familia
“Los tiempos han cambiado. Hoy es más fácil tener hijos que grabar un disco”, comenta al teléfono Mischa Maisky con su sentido del humor habitual, suerte de optimismo contra el mal tiempo. Fue el mismo ánimo que le permitió sobrevivir a 18 me
ses de trabajos forzados en Nizhni Nóvgorod (ex Gorki) en 1970, ciudad a la que fue enviado sólo porque su hermana había salido de la ex Unión Soviética con destino a Israel para no regresar jamás.
El propio Maisky dejó el país de Leonid Brezhnev en 1972 y cambió su Letonia natal por Israel y Estados Unidos dependiendo de sus obligaciones profesionales y sus ambiciones artísticas. Hoy vive en Waterloo, el pueblo belga donde Napoleón sufrió su derrota final en 1815, a 16 kilómetros de Bruselas. Pero esta entrevista lo pilla en Singapur, a bordo de un transatlántico donde
toma vacaciones con su familia y aprovecha de tocar si está de ánimo.
Nominado tres veces al Grammy y asociado al influyente director Leonard Bernstein en los años 80 (con quien tocó y grabó los Conciertos
para chelo de Dvořák y Schumann
y el Doble concierto para violín y
chelo de Brahms), Mischa Maisky es uno de los últimos representantes de la gran escuela rusa del chelo. Sus maestros fueron Mstislav Rostropovich y Gregor Piatigorsky. ¿Por qué dice que es más fácil tener hijos que grabar un disco?
Porque la industria del disco no es lo que solía ser para nosotros. Por ejemplo, le he dedicado discos a todos mis hijos. Tengo seis chicos, pero en los últimos años ha sido más difícil grabar. Adagietto es para Mila, mi hija de tres años. Quien le sigue es Mateo, que tiene seis años y ha debido esperar más por su disco. Afortunadamente saldrá en septiembre y se llama Clásicos del siglo XX, con obras de Britten, Stravinsky, Prokofiev, Piazzolla y Villa-Lobos. También grabamos el disco con Lily y Sascha en piano y violín. ¿Por qué en este concierto privilegiará a Beethoven y Tchaikovsky?
En honor a la verdad este programa no tiene ninguna particular conexión temática. Beethoven y Tchaikovsky son compositores que simplemente me gustan mucho y, lo que es mejor, tengo la oportunidad de tocarlos con mis propios hijos. El Trío Fantasma y el Triple concierto de Beethoven (junto a la Sinfónica Nacional) quizás representan el lado más clásico del programa, mientras que el maravilloso Trío Opus 50 de Tchaikovsky es lo romántico.
Usted se ha casado dos veces y tiene hijos desde los 31 a los 3 años. ¿Se considera un hombre de familia?
Se puede decir que sí. Llevamos vidas bastante ocupadas, pero tratamos de estar juntos la mayor cantidad de tiempo posible. Incluso ahora estamos en medio de estas vacaciones y aprovechamos de tocar. Mañana tocaré en el barco con Maxim, otro de mis muchachos. Interpreta el piano y es lo que más le gusta en la vida después del fútbol. Para mí, tocar con ellos es un sueño hecho realidad.
¿Cree que hoy es más fácil para los músicos de la ex Unión Soviética abrirse paso en Occidente?
Hay menos trabas que antes, por supuesto. Nadie te impide salir o entrar de nuevo al país como me pasaba a mí, pero al mismo tiempo debo reconocer que en esa época pude disfrutar de una gran educación musical en el Conservatorio de Moscú. Había grandes profesores.
Usted es famoso por tocar el chelo en forma muy emocional ¿Cómo logra el balance entre corazón y cerebro?
Tocar todas las notas e interpretar la obra es sólo la base. Para que un músico sea un real intérprete debe ir más allá, debe ser capaz de ser libre y llevar la música a otra dimensión, sin destruir su forma original. Eso es lo que distingue a los grandes músicos. Hoy hay miles de instrumentistas que tocan en forma perfecta, pero no todos perdurarán en el tiempo. Si tuviera que hacer una comparación podría decir que es como la arquitectura: todos los arquitectos pueden hacer un edificio que parezca una caja, pero sólo algunos logran la belleza.b