La Tercera

REFORMA TRIBUTARIA

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SEÑOR DIRECTOR

Alivio debe haber sentido el gobierno luego de que después de ocho meses se aprobara en la Comisión de Hacienda de la Cámara la idea de legislar la reforma tributaria. La pregunta que surge es si esta buena noticia será suficiente como para revertir el deterioro de las expectativ­as, y, en mi opinión, es difícil que eso pueda ocurrir, no solo porque este es un pequeño primer paso, sino principalm­ente por el ambiente que quedó instalado.

Volvimos en esta discusión a un contexto crispado y de división; se ha vuelto a instalar el discurso de lucha de clases, y la errónea idea de que el gobierno busca favorecer al 1% más rico. Los mismos que en 2014 nos vendieron que la reforma anterior la iba a pagar ese 1% más rico, a pesar de la clara evidencia de que no fue así, vuelven a los eslóganes livianos y sin sustento técnico como la forma en que se supone deben legislar en bien del país.

En lo personal, pienso que ha sido un error del gobierno contrarres­tar argumentos falsos y simplistas con propuestas técnicas. Si en lo que viene seguimos por ese camino, sin duda llegaremos a una reforma que logre fines opuestos a los que se pensaron inicialmen­te. #LosSúperRi­cosPrimero es un eslogan falaz, es no entender (o no hacerlo) los efectos económicos de los impuestos a la renta en una economía abierta. Si la respuesta del gobierno es aumentar otros impuestos al capital para compensar la reintegrac­ión, se terminará perdiendo el objetivo dinamizado­r de la reforma.

Ya está bueno de hacer políticas públicas en base a eslóganes de lucha de clases; estamos viendo los resultados de las reformas que se hicieron con ese trasfondo ideológico. Por el bien del país, elevemos el nivel de la discusión.

Cecilia Cifuentes

Directora Centro de Estudios Financiero­s ESE Business School

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