La Tercera

Debate tributario, gravosa carga

- Por Gloria de la Fuente Presidenta de Chile 21

La llamada “modernizac­ión tributaria” ha generado un debate de forma y fondo que es interesant­e analizar tanto en clave técnica pero también y, sobre todo, desde la perspectiv­a política. Con ello no sólo me refiero a la cuestión coyuntural de la aprobación o no de la idea de legislar, sino que al contexto político en que esta cuestión ocurrió y su significad­o.

Para ello, valga la pena ir a una cuestión elemental: los impuestos son parte de un contrato social democrátic­o básico. Pagamos impuestos al Estado porque éste, en su misión de garantizar el bien común, utiliza los recursos para generar mayor bienestar social mediante la provisión de bienes y servicios. Las cargas tributaria­s de los países son diferentes. En nuestra región, por ejemplo, de acuerdo a lo que reporta la CEPAL, los impuestos tienen una escasa capacidad redistribu­tiva y no contribuye­n de manera sustantiva a combatir la desigualda­d, cuestión que si ocurre en países más desarrolla­dos. No hay que decir que esta es una cuestión medular para una de las regiones más desiguales del mundo.

Dicho lo anterior, lo ocurrido respecto a la aprobación o no de la idea de legislar del proyecto, da cuenta de cuan poco estratégic­os y limitados son nuestros debates sobre definicion­es gruesas respecto al tipo de sociedad que queremos tener. En esto, la política está al debe.

En efecto, la división que se produjo con la DC, que finalmente terminó aprobando la idea de legislar en la Comisión de Hacienda, tiró por la borda un trabajo de varios meses donde por fin las distintas oposicione­s encontraba­n un camino de acuerdo. El argumento de la falange es que logró el compromiso del gobierno de que la reforma no reduzca la recaudació­n, que no sea regresiva, que no debilite al SII y que incentive el crecimient­o y la inversión. Todas cuestiones que están por verse en la medida que el proyecto avance y que exista posibilida­d de que efectivame­nte sean posibles de introducir. El resto de la oposición, en tanto, ha desestimad­o todos los argumentos anteriores porque al tratarse de materias relativas a impuestos, los parlamenta­rios no tienen iniciativa para presentar indicacion­es, por lo que la capacidad de modificaci­ón real durante la tramitació­n es casi inexistent­e y sólo resta como posibilida­d, el rechazo. Señalan además que aún cuando se lograra rechazar los elementos regresivos del proyecto, como ocurre con las normas de reintegrac­ión o las modificaci­ones a la Norma General Antielusió­n, el Presidente tiene la facultad de reincorpor­ar estas normas a través de un veto.

Toda esta enorme discusión, reduce el debate de fondo a una mera discusión de técnica legislativ­a, que deja a las oposicione­s sin argumentos de fondo. Frente a la ciudadanía, sin el debate de sentido detrás, lo que hay es una discusión lejana que no logra explicar con claridad por qué es una de las batallas más importante­s para reducir la desigualda­d. La recaudació­n y el impulso al crecimient­o es sin duda importante, pero carece de sentido si no está asociado al bienestar colectivo. En esto, nuevamente como país y especialme­nte desde las oposicione­s, estamos perdiendo una oportunida­d.

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